La audiencia general de este miércoles, día 29 de
febrero, estuvo dedicada al Sacramento de la Confirmación.
El Papa Francisco recordó que este sacramento
ratifica la gracia bautismal, nos une más firmemente a Cristo:
afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza
especial del Espíritu Santo para defender la fe y confesar el
nombre de Cristo sin avergonzarnos de su Cruz.
“La Confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra
vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de hacernos capaces de amar
como él, infundiéndonos su Espíritu Santo. Este Espíritu no cesa
de actuar con su fuerza en nosotros, en toda la persona y durante
toda la vida”, precisó el Obispo de Roma.
(RC-RV)
Palabras del Papa Francisco y saludo en nuestro
idioma
Queridos hermanos y hermanas
Hoy nos centraremos en el Sacramento de la Confirmación. Junto
con el Bautismo y la Eucaristía, forma parte un proceso único de
iniciación cristiana, a través del cual somos insertados
gradualmente en Cristo, muerto y resucitado y recibimos una vida
nueva, haciéndonos miembros de la Iglesia. El término Confirmación
indica que este sacramento ratifica la gracia bautismal, nos une
más firmemente a Cristo: afianza nuestra relación con la Iglesia y
nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para defender
la fe y confesar el nombre de Cristo sin avergonzarnos de su Cruz.
Como todo sacramento, la Confirmación es obra de Dios, que se
preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de
hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su Espíritu
Santo. Este Espíritu no cesa de actuar con su fuerza en nosotros,
en toda la persona y durante toda la vida. Cuando lo acogemos en
nuestro corazón, Cristo mismo se hace presente y toma forma en
nuestra vida: es él quien reza, perdona, infunde esperanza, sirve
a los hermanos más necesitados, crea comunión y siembra la paz.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, venidos de
España, Argentina, Chile, México y otros países latinoamericanos.
Invito a todos a recordar que hemos recibido la Confirmación, a
dar gracias a Dios por él y a pedirle que nos ayude a vivir como
verdaderos cristianos y a caminar siempre con alegría, según el
Espíritu Santo que hemos recibido. Muchas gracias.
En su cordial bienvenida y saludos también a los fieles de lengua
italiana, el Papa se dirigió en especial a los voluntarios de las
fundaciones contra la usura, encabezados por el Arzobispo de Bari,
y expresó su anhelo de que «las instituciones puedan intensificar
su compromiso al lado de las víctimas de la usura, dramática plaga
social que hiere la dignidad inviolable de la persona humana». Y
como es tradicional, al final de la Audiencia General, el Santo
Padre dirigió un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a
los recién casados.
Recordando la proximidad de la celebración de la memoria de San
Juan Bosco, deseó a los queridos jóvenes que la figura de padre y
de maestro de este santo los acompañe a lo largo de sus años de
estudio y de formación. Después de animar a los queridos enfermos
a no perder la esperanza aun en los momentos más duros del
sufrimiento, Francisco exhortó a los queridos recién casados a
inspirarse en el modelo salesiano del amor preventivo en la
educación integral de sus hijos.
(CdM – RV)
Traducción del texto completo de la catequesis del Papa
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En esta tercera catequesis sobre los sacramentos, nos centramos
en la confirmación, que debe ser entendida en continuidad con el
Bautismo, al que está vinculada de manera inseparable. Estos dos
sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen un único evento
salvador que se llama: la “iniciación cristiana”, en el que somos
insertados en Cristo Jesús muerto y resucitado, y nos convertimos
en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia. Es por ello que en
su origen estos tres sacramentos se celebraban en un solo momento,
al final del camino catecumenal, que era por lo general en la
Vigilia de Pascua. Así venía sellado el camino de formación y de
progresiva inserción en la comunidad cristiana que podía durar
unos cuantos años. Se hacía paso a paso, ¿no?, para llegar al
Bautismo, después a la Confirmación y a la Eucaristía.
Comúnmente hablamos del sacramento de la “Confirmación”, una
palabra que significa ” unción”. Y, de hecho, a través del óleo,
llamado “sagrado crisma” venimos formados, en la potencia del
Espíritu, a Jesucristo, que es el único verdadero “ungido “, el ”
Mesías”, el Santo de Dios. Hemos escuchado en el Evangelio como
Jesús lee aquello de Isaías, lo vemos más adelante, es el ungido:
“yo soy enviado y ungido para esta misión.”
El término “Confirmación” nos recuerda que este Sacramento
confiere un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más
firmemente a Cristo; completa nuestro vínculo con la Iglesia; nos
concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y
defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no sentir
jamás vergüenza de su cruz (cf. Catecismo de la Iglesia Católica,
n. 1303). Y por esta razón es importante tener cuidado de que
nuestros niños, nuestros muchachos tengan este sacramento. Todos
nos preocupamos de que estén bautizados y esto es bueno, ¿eh? Pero
tal vez no tengamos tanto cuidado de que reciban la Confirmación:
quedan a mitad de camino y no reciben el Espíritu Santo, ¡eh!,
¡que es muy importante en la vida cristiana, porque nos da la
fuerza para seguir adelante! Pensemos un poco, cada uno de
nosotros: ¿estamos, de verdad, preocupados de que nuestros niños y
muchachos reciban la Confirmación? Es importante esto: es
importante. Y si ustedes tienen niños o muchachos en casa que
todavía no la han recibido y tienen la edad suficiente para
recibirla, hagan todo lo posible para acabar esta iniciación
cristiana para que ellos reciban la fuerza del Espíritu Santo. ¡Es
importante!
Por supuesto, es importante ofrecer a los que reciben la
Confirmación una buena preparación, que debe tener como objetivo
conducirlos a una adhesión personal a la fe en Cristo y despertar
en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia.
La Confirmación, como todo Sacramento, no es obra de los
hombres, sino de Dios, que cuida de nuestras vidas para moldearnos
a la imagen de su Hijo, para que podamos amar como Él. Y hace esto
infundiendo en nosotros su Espíritu Santo, cuya acción impregna a
toda la persona y durante toda la vida, como se refleja en los
siete dones que la Tradición, a la luz de la Sagrada Escritura,
siempre ha evidenciado. De estos siete dones… no quiero
preguntarles si se acuerdan de los siete dones, no. Tal vez muchos
lo dirán, pero no es necesario, no. Todos dirán es éste, ése, este
otro… pero no lo hagan. Yo los digo en su nombre, ¿eh? ¿Cuáles son
los dones? La Sabiduría, el Intelecto, el Consejo, la Fortaleza,
la Ciencia, la Piedad y Temor de Dios. Y estos dones se nos han
dado precisamente con el Espíritu Santo en el Sacramento de la
Confirmación. A estos dones tengo la intención de dedicar las
catequesis que seguirán a las de los Sacramentos.
Cuando acogemos al Espíritu Santo en nuestros corazones, y lo
dejamos actuar, Cristo se hace presente en nosotros y toma forma
en nuestra vida; a través de nosotros, será Él -oigan bien esto,
¿eh?, a través de nosotros será el mismo Cristo quien orará,
perdonará, infundirá esperanza y consuelo, servirá a los hermanos,
estará cerca de los necesitados y de los últimos, creará comunión
y sembrará la paz. ¡Piensen en lo importante que es esto: que es a
través del Espíritu Santo, que viene Cristo para hacer todo esto
en medio de nosotros y para nosotros! Por esta razón, es
importante que los niños y jóvenes reciban este Sacramento.
¡Queridos hermanos y hermanas, recordemos que hemos recibido la
Confirmación, todos nosotros! Recordémoslo ante todo para dar las
gracias al Señor por este don y luego para pedirle que nos ayude a
vivir como verdaderos cristianos, a caminar con alegría según el
Espíritu Santo que nos fue dado. ¡Está visto, que estos últimos
miércoles, a mitad de la audiencia, nos bendicen desde el Cielo:
pero, ustedes son valientes, adelante!
(ER RV)