El
Santo Padre ha recibido en esta mañana del jueves 18 de
septiembre a los obispos nombrados durante el año, que
participan en el congreso promovido por la Congregación
para los Obispos y por la Congregación para las Iglesias
Orientales. Francisco ha manifestado su alegría al
encontrarles diciendo: ”Sois el fruto del trabajo duro y la
incansable oración de la Iglesia que cuando tiene que elegir a
sus pastores recuerda aquella noche que el Señor pasó en el
monte, en presencia de su Padre, antes de llamar a aquellos que
quería que estuvieran con él y que fueran enviados al mundo”.
El Papa
ha pedido a los obispos, ahora que han superado los primeros
miedos y las emociones de la consagración, que no dieran ‘nunca
por sentado el ministerio del que habéis sido investidos, no
dejad de asombraros ante el diseño de Dios ni el temor de
caminar en conciencia hacia su presencia y hacia la presencia de
la Iglesia que es ante todo suya”. También les ha recordado ”el
vínculo irrompible entre la presencia estable del obispo y el
crecimiento del rebaño”. ”Cuando el pastor falta o no se le
encuentra, están en juego el cuidado pastoral y la salvación de
las almas. De hecho, en los pastores que Cristo da a la Iglesia,
Él mismo ama a su Esposa y da su vida por ella”.
Francisco ha mencionado que ”no necesitamos obispos felices en
la superficie; hay que cavar hondo para rastrear lo que el
Espíritu sigue inspirando a vuestra Esposa. No sois obispos con
fecha de caducidad, que tienen que cambiar siempre de dirección,
como medicamentos que pierden la capacidad de curar, o como esos
alimentos insípidos que acabarán en la basura porque han perdido
sabor. Es importante no bloquear la fuerza salvífica que fluye
desde la intimidad del don que habéis recibido: os defiende de
la tentación de ir y venir sin un objetivo, porque ”no hay
viento favorable para quien no sabe a dónde va”. Nosotros hemos
aprendido dónde vamos: siempre vamos hacia Jesús”. ”Que en
vuestra mirada -ha añadido- el rebaño encuentre siempre la llama
del Resucitado”.
”Por
favor -ha continuado- no os dejéis engañar por la tentación de
cambiar a la gente. Amad a las personas que Dios os ha dado, aun
cuando hayan cometido ”grandes pecados”, sin cansaros de ”acudir
al Señor” para obtener el perdón y un nuevo comienzo, aún a
costa de ver eliminadas tantas falsas imágenes vuestras del
rostro divino o fantasías que habéis alimentado de cómo
despertar su comunión con Dios”. ”Acoged a todos, sin
discriminación, ofreciendo la firmeza de la autoridad que hace
crecer y la dulzura de la paternidad que genera. Y no caigáis en
la tentación de sacrificar vuestra libertad rodeándoos de
cortes, facciones o coros de consenso, ya que en los labios del
obispo, la Iglesia y el mundo tienen el derecho de encontrar
siempre el Evangelio que nos hace libres”.
Imitar
la paciencia de Moisés para guiar a la gente, ha sido la
recomendación final del Obispo de Roma, porque ”nada es más
importante que acercar a las personas a Dios” empezando con los
jóvenes y los ancianos ”porque los primeros son nuestras alas
-ha dicho-, y los segundos nuestras raíces. Alas y raíces sin
las cuales non sabemos quines somos y mucho menos hacia dónde
vamos”. Antes de concluir Francisco los ha definido como
”centinelas, capaces de despertar sus Iglesias…hombres capaces
de cultivar y de hacer madurar los campos de Dios y pastores en
grado de recomponer la unidad’..No perdáis energías para
oponeros y enfrentaros, sino para construir y amar” y ha
finalizado deseándoles fecundidad, paciencia, humildad y mucha
oración.