Servicio diario - 04 de febrero de 2016
La herencia más bella que podemos dejar a los otros es la fe: lo
dijo hoy jueves el papa Francisco, en la misa cotidiana que celebra
en la Casa Santa Marta. En la homilía inivitó a no tener miedo de la
muerte porque el recorrido de la vida prosigue.
El pensamiento de
la muerte ilumina la vida. La primera lectura del día habla de la
muerte del rey David. Y el Santo Padre recuerda que “en cada vida
tiene un final”, si bien este pensamiento a muchos no les gusta, se
oculta, pero “es la realidad de todos los días”. Pensar al “ultimo
paso” tiene que ser “una luz que ilumina la vida.
“En la audiencia del miércoles –indicó Francisco– había entre los
enfermos una monjita anciana pero con un rostro de paz, una mirada
luminosa y con una sonrisa.
– ‘¿Cuántos años tiene hermana?
– Tengo 83, y estoy terminado el camino de mi vida, para iniciar
otro con el Señor, porque estoy con un cáncer al páncreas’.
Y así en paz, aquella mujer ha vivido con intensidad su vida
consagrada. No tenía miedo de la muerte”. Y el Papa señaló que
“estos ejemplos nos hacen bien”.
Recordando que David reinó por 40 años, comentó: “También 40 años
pasan”. Y antes de morir David exhorta al hijo Salomón a observar la
Ley del Señor, él que en la vida había pecado mucho pero había
también aprendido a pedir perdón. Por ello la Iglesia lo llama “el
santo rey David. ¡Pecador pero santo!”. Y cuando está por morir deja
al hijo “la herencia más grande que un hombre o una mujer pueden
dejar a sus hijos: les deja la fe”.
“Cuando se hace un testamento la gente dice: ‘A este le dejo
esto, a aquel dejo aquello, a aquel otro dejo tal cosa…’. Está bien,
entretanto la más hermosa herencia, la mayor herencia que un hombre
o una mujer pueden dejar a sus hijos, es la fe. Y David recuerda a
sus hijos las promesas de Dios”.
Cuando en la ceremonia del bautismo damos a los papás la vela
encendida, la luz de la fe, le estamos diciendo: ‘Consérvala, hazla
crecer en tu hijo e hija y déjala como herencia’.
Dejar la fe como herencia nos enseña David, y muere así,
simplemente, como todos los hombres. Pero sabe qué debe aconsejar al
hijo y cuál es la mejor herencia que le deja: ¡no el reino, sino la
fe!”.
Y el Santo Padre propone plantearse una pregunta: “¿Cuál es la
herencia que yo dejo?”: “¿es la herencia de un hombre, de una mujer
de fe?”. E invitó a pedir al Señor dos cosas: no tener miedo de este
último trecho, como la hermana del miércoles. Y que todos nosotros
podamos dejar de la vida, como mejor herencia, la fe en este Dios
fiel, en este Dios que está siempre a nuestro lado, este Dios que es
Padre y no desilusiona nunca”.
(Texto de Radio Vaticano traducido y adaptado por ZENIT)
“El Santo Padre ha visitado esta mañana algunos dicasterios de la
Curia Romana situados en via della Conciliazione: El Pontificio
Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el Pontificio
Consejo ”Cor Unum” y la Congregación para las Iglesias Orientales”.
Lo indicó este jueves por la mañana la Oficina de prensa de la Santa
Sede en un breve comunicado.
El papa Francisco está visitando los
diversos dicasterios, o sea lo que en un Gobierno equivale a los
ministerios y que en la Iglesia son principalmente de administración
espiritual.
En este caso los dicasterios se encuentran en Vía de la
Conciliación, o sea fuera de las murallas de la Ciudad del Vaticano,
pero son territorio de la Santa Sede, o sea con
extraterritorialidad.
El Pontífice tiene en vista una reforma de la Curia Romana,
actualmente regida por la Constitución Pastor Bonus, para
volverla más ágil y eficiente en la labor pastoral. Diversas veces
ha tratado el tema en el Consejo de los nueve cardenales y
será realizada con gran consenso por parte de la Curia Romana,
como se desprende de diversas declaraciones.
En noviembre del 2014 fue la primera reunión con los responsables
de los diversos dicasterios: presidentes de Pontificios Consejos y
prefectos de las Congregaciones, a quienes fueron presentadas las
propuestas del Consejo de cardenales, instituido por
Francisco.
El Santo Padre también presidió en mayo del año pasado una
reunión en el Vaticano, junto con los prefectos de las
Congregaciones y los presidentes de los Pontificios Consejos,
sobre el Año Santo de la Misericordia, Jubileo
Extraordinario en curso hasta el 20 de noviembre de 2016, domingo de
Cristo Rey.
Cuando faltan pocos días para el inicio del próximo viaje del papa
Francisco a México, la periodista de Televisa, Valentina Alazraki,
que cubrió todos los viajes de los pontífices en el país Azteca,
narró cómo ha cambiado la situación desde el primero realizado
por Juan Pablo II.
Lo hizo en un desayuno de trabajo en el hotel
NH Giustiniani de Roma, organizado por Mediatrends
América, que contó también con
una relación del embajador de México ante la Santa Sede, Mariano
Palacios Alcocer; y del rector del Pontificio Colegio Mexicano,
Armando Flores Navarro, en donde indicaron las perspectivas y
esperanzas de este viaje.
El primero que intervino fue el embajador de México ante la Santa
Sede, quien aseguró que ‘el Papa lleva a mi país un mensaje de
esperanza’. Después fue el turno de la periodista: “Hoy el Papa será
recibido en el Palacio Nacional”, mientras que “en 1979 no había ni
relaciones diplomáticas”.
Y para ilustrar la dificultad de entonces, narró el encuentro
‘subrealista’ en el primer viaje entre Juan Pablo II y el presidente
López Portillo: “Se organizó todo de tal manera que su helicóptero
aterrizó por ‘causalidad’ en el hangar de Obras Públicas, apenas
después que llegó el avión que llevaba al Santo Padre. López
Portillo allí tuvo el encuentro, le dio la mano y le dijo al
Pontífice: ‘Buenas tardes señor, lo dejo en las manos de mi pueblo’.
Los sacerdotes entonces no podían vestir sotana, lo que en un
primer momento le hizo pensar al papa Wojtyla que quizás era verdad
lo que predecían sobre México, pero afuera del aeropuerto cambió
todo cuando encontró a millones de personas que le esperaban y
acompañaron durante su estadía.
En la segunda visita en 1990 –prosiguió Alazraki– el presidente
Carlos Salinas de Gortari, recibió al Papa en un encuentro de
cortesía pero no como jefe de estado. En cambio la tercera visita en
1993 en Yucatán, el Papa ya es recibido como jefe de Estado y con el
debido protocolo. Es en 1999 cuando le reciben todas las autoridades
y el gabinete; y el Papa bendice Los Pinos.
El último viaje de Juan Pablo II es en 2002, con el presidente
Fox, el cual se declara abiertamente católico. Al recibirlo en el
aeropuerto, el mandatario y su esposa se arrodillan y le besan el
anillo, lo que creó no poca polémica en todo el país. En cada visita
papal México era, por así decir, un país diferente. Cuando Benedicto
XVI se encuentra con el presidente Calderón, ya era todo diverso.
La periodista que se encuentra trabajando en Roma para Televisa
Tv México desde 1974, señaló que este viaje tiene además una gran
importancia porque refleja los temas prioritarios del Pontífice, en
particular la migración, pobreza y poblaciones marginadas. Y
expresó su impresión personal de que a Francisco cuando estuvo en
Estados Unidos para la Jornada Mundial de la Familia, en
Filadelfia, le hubiera gustado entrar a México por la frontera
norte de Ciudad Juarez como ‘migrante’, solo que entonces tenía
prioridad el acercamiento entre Washington y La Habana.
Alarzaki recordó que poco después estalló el caso de la
‘mexicanización’ debido a un e-mail privado del Santo Padre a un
amigo, donde manifestaba su preocupación de que en Argentina se
radicara una violencia y narcotráfico a la mexicana, lo cual llevó
al Papa a tener que explicar cosas evidentes: que de ninguna manera
quiso ofender, que era un término técnico como se usa el de
balcanización, etc. Y promete: “Voy a ir a México, no es un país de
paso, se merece varios días”.
Entre los nuevos factores, señaló, figura que Francisco no va a
ir a lugares que ya fueron visitados por otros pontífices, excepto Ciudad
de México, debido al santuario de Guadalupe.
“Pero Francisco –aseguró Alazraky– no va con la varita mágica,
sino para llevar un mensaje en positivo”. Así “en un país importante
pero que tiene periferias, va con esta óptica”. En las dos
fronteras, norte y sur, con un problema con dos caras que se
repiten, porque si bien hay mexicanos que ven sus derechos violados
en EE. UU., también en el sur de México hay migrantes que entran de
Centroamérica y ven violados sus derechos.
Y en Chiapas está el encuentro con el mundo indígena, con
pobreza, en donde el Papa “quiere hablar de la dignidad de estos
pueblos y de sus culturas que tienen que ser debidamente integradas
en la sociedad mexicana”. Se trata de “encuentros temáticos”que
entretanto “van a ser dirigidos a todo el país”.
Entre los factores particulares de este viaje, prosiguió la
vaticanista, “el Papa decidió personalmente su agenda, de su
voluntad, aunque al gobierno algunos lugares no le gustaran mucho.
Por ejemplo, le propusieron que el domingo en el cual estará en
Ciudad de México, tuviera un encuentro con el mundo de la cultura, y
lo hizo cancelar, porque va para hablar con la gente del pueblo”.
¿Y qué va a hacer en esa tarde libre? ¿A quien va a recibir, en
el poco tiempo libre que tendrá? Muchos han pedido verlo. Entre los
temas se baraja el de los padres de lo 43 estudiantes desaparecidos,
o de las víctimas de abusos por parte del clero. Será un factor
sorpresa.
Al concluir, la periodistas señaló una impresión que tuvo al
principio del pontificado, que el Papa consideraba a México como un
país muy mimado y mal criado, con tantas visitas de pontífices. Y
que en el contacto con los obispos mexicanos el Santo Padre vio que
se trataba de un país con muchas periferias internas, y así fue
madurando su idea, movido además, “por el pensamiento de que la
Virgen de Guadalupe es la patrona de América”.
Mons. Gallagher ha intervenido en la ‘Conferencia de Países
Donantes para Siria’. Lamenta que el año pasado se asignó solamente la
mitad de los fondos destinados
El arzobispo Paul R. Gallagher, secretario para las Relaciones con
los Estados, ha intervenido este jueves en la Conferencia de
Países Donantes para Siria que ha tenido lugar hoy en Londres,
informó el Vatican Information Service.
“La Santa Sede –dijo el prelado– se complace en participar en la
Conferencia Sostener a Siria y a la región, que tiene como
objetivo responder a la crisis humanitaria en ese país, que
dolorosamente está llegando al sexto año. Se trata de una crisis
caracterizada por un creciente sufrimiento humano, que incluye casos
de desnutrición extrema de niños inocentes y de otros civiles,
especialmente entre el gran número de personas atrapadas en zonas de
difícil acceso y en estado de sitio y privadas de la asistencia
humanitaria esencial. A pesar de las esperanzas renovadas de una
solución política de la crisis, nuestros esfuerzos humanitarios se
concentran cada vez más no sólo en la ayuda de emergencia, sino
también en las necesidades a medio y largo plazo de los refugiados y
de los países que los reciben. Por lo tanto, la Santa Sede acoge con
satisfacción el acento puesto en esta conferencia de donantes sobre
la necesidad de proporcionar educación, empleo y desarrollo
económico”.
“Al mismo tiempo que afrontamos las necesidades humanitarias, hay
que recordar –subrayó el arzobispo– que el coste real de esta crisis
humanitaria se mide por la muerte y el sufrimiento de millones de
seres humanos. En su reciente discurso al cuerpo diplomático
acreditado ante la Santa Sede, el 11 de enero, Francisco recordó la
voz de miles de personas que lloran, en fuga de horribles guerras,
de persecuciones y violaciones de los derechos humanos, o de
inestabilidad política o sociales, obligadas a huir para evitar la
barbarie incalificable practicado hacia las personas indefensas,
como los niños y los discapacitados, o el martirio solo por su
afiliación religiosa. Con la mirada puesta en el futuro, en la Primera
Cumbre Humanitaria Mundial que tendrá lugar en mayo, el Papa
expresó el deseo de que ese encuentro tenga éxito en su intento de
poner a la persona humana y su dignidad, en el centro de cualquier
respuesta humanitaria”.
El secretario para las Relaciones con los Estados recordó que la
Santa Sede, a través del Pontificio Consejo “Cor Unum”, y la Iglesia
Católica, a través de su red de organizaciones benéficas, han
respondido desde el inicio a la crisis humanitaria en Siria y en la
región. La financiación que necesitan tantas instituciones católicas
y organizaciones no gubernamentales ya están incluidas en el Plan
Regional para los Refugiados y la Resiliencia 2016-2017 en respuesta
a la crisis de Siria (3RP) de las Naciones Unidas. Las
solicitudes de fondos para el plan 3RP solamente para 2016 son
considerablemente más altas que la cantidad requerida en el año
2015, de la que por desgracia se asignó solamente un 50 por ciento.
“Teniendo en cuenta las enormes necesidades humanitarias –añadió– la
Santa Sede une su voz a las peticiones de dar más fondos para la
asistencia a los refugiados y las comunidades de acogida, que sufren
su impacto, en los países 3RP: Jordania, Líbano, Irak, Turquía y
Egipto”.
En 2015, las instituciones de la Iglesia Católica (diócesis, entes
de ayuda y organizaciones no gubernamentales católicas), con los
fondos recibidos gracias a los llamamientos de las conferencias
episcopales nacionales, a los donativos privados de los católicos de
todo el mundo y en colaboración con los gobiernos y las
organizaciones Internacionales, contribuyeron a proporcionar una
ayuda humanitaria cifrada en 150 millones de dólares, de los que se
han beneficiado directamente más de 4 millones de personas. Las
principales áreas prioritarias de las instituciones católicas en
2015 fueron: educación: 37 millones de dólares para programas de
formación en el Líbano y Jordania, tanto para los refugiados como
las comunidades de acogida; asistencia alimentaria: 30 millones de
dólares, de los cuales 25 millones han sido distribuidos en Siria;
asistencia no alimentaria: aproximadamente 30 millones de dólares en
Siria e Irak; salud: unos 16 millones de dólares destinados al
sector sanitario, especialmente en Siria, Jordania e Irak; y
vivienda: 10 millones de dólares se han destinado al alojamiento y
la vivienda de los refugiados y desplazados internos. Otros 12
millones de dólares han sido utilizados para proporcionar asistencia
directa en efectivo, agua y saneamiento, medios de sustento y
asistencia socio-psicológica.
”En esta ocasión –concluyó mons. Gallagher– deseo asegurar el
compromiso de la Iglesia católica a seguir prestando asistencia
humanitaria en el próximo año. En la distribución de ayudas, los
organismos y los entes católicos no hacen distinciones respecto a la
identidad religiosa o étnica de las personas que la necesitan, y
tratan siempre de de dar prioridad a los más vulnerables y
necesitados. Son particularmente vulnerables las minorías
religiosas, entre las cuales los cristianos, que sufren en gran
medida de los efectos de la guerra y la agitación social en la
región. De hecho, su sola presencia y su existencia se ven
fuertemente amenazadas. Por esta razón, Francisco ha llamado
repetidamente la atención sobre las necesidades especiales de los
cristianos y de las minorías religiosas en el Oriente Medio”.
Las imágenes fueron cargadas por operarios del Vaticano en un par de
remolques tirados por un pequeño tractor, que las llevó para ser
embaladas y en fecha aún no definida enviadas a Tierra Santa.
El
papa Francisco en la audiencia general de este miércoles saludó a
los fieles de la ciudad de Trento que estaban allí presentes,
acompañados por su obispo Luigi Bressan y por las autoridades de la
provincia autónoma.
“Saludo a los fieles de la arquidiócesis de Trento” dijo el Papa
y “renuevo el reconocimiento por el pesebre que han construido y que
tantos peregrinos pudieron admirar en las semanas pasadas en la
Plaza de San Pedro, y que hoy será el último día se su exposición”.
Desde Roma ahora será llevado a Belén para llevar un mensaje de
paz y de esperanza, indicó el obispo Bressan en declaraciones a
Radio Vaticano. Y añadió que “fue un honor para nosotros, porque el
papa Francisco lo pudo ver y tantos millones de personas lo han
podido admirar”.
“Ahora sentimos –reconoció el obispo– un poco de nostalgia al ver
concluida esta exposición, pero al mismo tiempo es una gran alegría
saber que nuestro pesebre irá a Tierra Santa para ser testimonio de
aquella fraternidad que Jesús nos ha traído y de la cual queremos
ser constructores”.
Los cristianos en Zhejiang, dijo el abogado a
Ucanews,
continúan sin saber si la retirada “era solo de cruces que no habían
sido quitadas como estaba programado el año pasado o si es una nueva
ola de persecuciones”.
Después de haber retirado más de 1.500
cruces de iglesias católicas y protestantes en Zhejiang desde
finales de 2013, la campaña parecía haberse frenado el pasado mes de
septiembre. En su apogeo, las autoridades llegaron incluso a enviar
funcionarios estatales para intentar que la gente no hablase de la
retirada de cruces, cuando se reunía con motivo de las misas.
Entre los líderes cristianos más críticos se encontraba Joseph Gu,
pastor principal de la Iglesia de Chongyi en Hangzhou, el templo más
grande en la provincia de Zhejiang. Después de condenar la campaña
en el mes de julio, fue oficialmente arrestado a mediados de enero y
al parecer se encuentra en una “prisión negra”, un edificio secreto,
señaló la organización China
Aid.
El pastor Gu está siendo investigado actualmente por malversación
de fondos, según reconoció el Consejo Cristiano respaldado por el
estado de Zhejiang en un comunicado el pasado 29 de enero. “Su
detención aumenta la escalada de la campaña contra todos los que se
opongan a las demoliciones forzosas de cruces”, manifestó el
presidente de China Aid, Bob Fu. “Él tenía el rango más alto de los
líderes cristianos arrestados desde la Revolución Cultural”, apuntó.
Desde que comenzó la ofensiva, cientos de iglesias cristianas se
han visto afectadas por la legislación sobre edificios religiosos
decretada por el régimen de Pekín. En la práctica, la aplicación de
la normativa se ha traducido en la demolición de cruces e, incluso,
de templos enteros. El caso de la ciudad de Wenzhou, ciudad de 9
millones de habitantes al sur de Shanghai, en la región de Zhejiang,
es especialmente llamativo. En esta ciudad –conocida por muchos como
la Jerusalén china–, las autoridades declararon ilegales más de
doscientos templos cristianos, algunos de los cuales ya han sido
demolidos.
El líder del Partido Comunista en Zhejiang es conocido por su
hostilidad hacia el cristianismo. No obstante, muchos fieles opinan
que la campaña de demoliciones está orquestada desde Pekín por el
propio presidente Xi Jinping. En su última visita a Zhejiang, Xi
advirtió que la religión en China debe ser “independiente de
influencias extranjeras”, en clara referencia a la Santa Sede.
Por su parte, las autoridades insisten en que sus acciones van
dirigidas contra las construcciones ilegales, no contra la religión.
La resolución es el resultado del debate que tuvo lugar el pasado 20
de enero, en el que buena parte de los eurodiputados calificaron
como genocidio el exterminio de minorías religiosas,
principalmente cristianos y yazidíes, en dichos países.
En
la moción, que acaba de ser ratificada a mano alzada, el Parlamento
Europeo insta a tomar medidas urgentes para contrarrestar los
asesinatos masivos y sistemáticos que cometen los yihadistas. Asimismo,
los europarlamentarios reiteran su condena a las violaciones de los
derechos humanos cometidas por la formación liderada por Abu Bakr
al-Baghdadi y sus ataques deliberados a la población cristiana,
yazidí, turcomana, chiíta, shabak, sabeos, kaka’e, e incluso a
suníes que no comparten su interpretación del islam.
La Eurocámara también pide a la Unión Europea (UE) que establezca
un representante especial permanente encargado de velar por la
libertad de religión y creencias, según señala la propia institución
en un comunicado.
Por último, reclama a los Estados miembros que actualicen sus
sistemas legales y jurisdiccionales con el objetivo de evitar que
haya ciudadanos que viajen a Siria o Irak para unirse al Daesh o a
otras organizaciones terroristas, y que en caso de conseguirlo sean
procesados judicialmente lo más pronto posible.
“Esta resolución representa un importante paso para que la
comunidad internacional reaccione contra el genocidio de cristianos
y otras minorías religiosas en ciertos países de Oriente Medio
y frene lo que ya ha sido calificado como genocidio”, explica Ayuda
a la Iglesia Necesitada (AIN).
En el texto, añade AIN, la Eurocámara “recuerda que los estados
miembros de las Naciones Unidas tienen la obligación legal de
prohibir todo tipo de ayuda al Daesh, en particular el suministro de
armas y ayuda financiera, incluido el comercio ilegal de petróleo y
les exige que tipifiquen como delito en su Derecho nacional este
tipo de ayuda”.
Además, la fundación pontificia destaca que los eurodiputados
instan a las autoridades competentes de los países que apoyen,
colaboren o financien de cualquier modo estos crímenes de guerra,
crímenes contra la humanidad y genocidio, o sean cómplices de los
mismos, “que cumplan plenamente sus obligaciones legales “ y “pongan
fin a esta conducta inaceptable que está causando un daño enorme a
las sociedades iraquí y siria y está desestabilizando gravemente los
países vecinos y la paz y la seguridad internacionales”.
Finalmente, la organización comprometida con los cristianos
perseguidos señala que el PE pide a la comunidad internacional que
“garanticen las condiciones necesarias y las perspectivas de todas
aquellas personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares
o han sido desplazadas por la fuerza, que hagan efectivo lo antes
posible su derecho a regresar a sus países de origen y a preservar
sus casas, tierras, propiedades y pertenencias, así como sus
iglesias, lugares religiosos y culturales”.
El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura,
informó este miércoles que las conversaciones de paz que se estaban
celebrando en Ginebra se han suspendido temporalmente. Está previsto
que se reanuden el próximo 25 de febrero.
En declaraciones a la
prensa, De Mistura explicó que la decisión de hacer esta pausa fue
suya e indicó que esto no significa que las negociaciones hayan
terminado. Tanto el Gobierno como la oposición han expresado su
interés en el proceso, para buscar una solución al conflicto
sirio. “Este no es el fin y no es el fracaso de las conversaciones.
¿Por qué? Porque vinieron y se quedaron, además de que ambas partes
insistieron en que están interesadas en el proceso político
comenzado”, enfatizó. Entretanto muchos medios consideraron que fue
la postura inamovible de la oposición siria la que llevó a este
resultado.
El diplomático italo-sueco reiteró que dada la precaria situación
humanitaria de los sirios, es vital que las negociaciones de Ginebra
den resultados tangibles. Pero para ello debe haber un contenido
sustantivo y eso requiere que todas las partes involucradas en el
conflicto aborden los asuntos pendientes, apuntó.
En este sentido, De Mistura anunció que pedirá al Grupo
Internacional de Apoyo para Siria y al Consejo de Seguridad de la
ONU que se reúnan pronto, a ser posible antes del 25 de febrero.
Las conversaciones de Ginebra empezaron el viernes 29 de enero,
cuando el mediador de la ONU se reunió con la delegación del
Gobierno de Bashar al-Assad. Los representantes de la oposición
llegaron el domingo 31 y comenzaron las conversaciones al día
siguiente.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajó este miércoles
a la ciudad de Baltimore (Maryland) para visitar, por primera vez
desde que asumió el cargo, una mezquita del país.
Tras el atentado
de San Bernardino y el discurso de algunos políticos republicanos
que quiere prohibir la entrada temporal a los refugiados que
profesan el islam y tenerlos bajo vigilancia, son muchos los
musulmanes que han expresado sus temores. Unos lo han hecho
escribiendo al mandatario, otros en actos públicos y un nutrido
grupo se lo hizo saber ayer mismo durante su larga estancia en la Sociedad
Islámica de Baltimore, cuyas instalaciones incluyen un colegio
de primaria y secundaria.
En su discurso de
casi 45 minutos, Obama realzó el rol de los musulmanes en Estados
Unidos y llamó a no equipararlos de ninguna manera con terroristas.
“Somos una única familia estadounidense”, sostuvo reiteradamente.
Así, el presidente advirtió que los ataques contra la comunidad
islámica desgarran el tejido de la sociedad estadounidense y las
garantías constitucionales de la libertad religiosa. “Debemos
abordar esto de manera frontal”, dijo.
“Un ataque contra una religión es un ataque contra todas las
religiones”, consideró Obama. La retórica que mezcla el terrorismo
con las creencias de una fe entera “no tiene lugar” en Estados
Unidos, insistió.
La comunidad musulmana es pequeña en este país, solo un uno por
ciento, por lo que la inmensa mayoría de los ciudadanos no conocen
directamente a nadie que profese el islam. En muchas ocasiones, el
retrato que tienen de los fieles de esta religión es el que “aparece
en las noticias después de un acto terrorista”, explicó el
mandatario. También el que dibujan los personajes de la televisión y
el cine, y que a veces es distorsionado, añadió.
Como americanos, indicó Obama, todos temen la amenaza del
terrorismo. Pero “como musulmanes americanos existe otra
preocupación: que la comunidad entera les señale o culpe por los
actos violentos de unos pocos”.
En su visita a la Sociedad Islámica de Baltimore, el
presidente trazó un amplio panorama histórico del papel desempeñado
por los musulmanes desde la fundación del país y aplaudió sus
actuales contribuciones a la sociedad norteamericana. El “islam
siempre ha formado parte de América”, destacó.
A los jóvenes que estaban entre el público, Obama les recordó que
ellos ‘encajan’ aquí porque “forman parte de Estados Unidos”.
Ninguno debe elegir entre ser musulmán o estadounidense;
son musulmanes americanos, aseguró.
El mandatario también manifestó ser consciente de que “es tiempo
de inquietud y miedos” en las comunidades islámicas. “La inexcusable
retórica política contra los musulmanes no tiene cabida en nuestro
país”, denunció. “No debemos jugar a la propaganda del terrorismo y
no podemos sugerir que el islam está en la raíz del problema”,
enfatizó.
Ante esta situación, Barack Obama indicó que “la mejor forma de
combatir a los terroristas es negarles legitimidad y mostrarles que
aquí no suprimimos el islam”.
Por último, el presidente de Estados Unidos pidió a los
musulmanes que denuncien cuando los perseguidos en cualquier parte
del mundo son otros, como los cristianos, o se desata el
antisemitismo. “Debemos ser consistentes en la denuncia de la
retórica del odio y la violencia”, apuntó. “No podemos ser
espectadores del odio”, concluyó.
Isaías 6, 1-2. 3-8: “Aquí estoy, Señor, envíame”
Salmo 137: “Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste”
I Corintios 15, 1-11: “Esto es lo que hemos predicado y lo que
ustedes han creído”
San Lucas 5, 1-11: “Dejándolo todo, lo siguieron”
¿Qué hacer
frente al fracaso? Cuando una persona supera el fracaso,
muestra la verdadera grandeza de su corazón. Hay quienes se
rebelan, insultan y culpan a otros de las propias fallas. Hay
quienes caen en depresiones y se dejan llevar por el abandono.
No faltan los que se ahogan en el alcohol o en la droga,
quienes se entregan a los excesos y a los vicios queriendo
olvidar los propios fracasos. Tenemos que reconocer que
personas muy buenas han caído en las redes del narcotráfico
acosadas por el hambre y la desesperación. Desgraciadamente
también encontramos, sobre todo en los últimos tiempos, el
suicidio como una de las puertas de escape.
Huida, miedo, pesimismo, son las respuestas individuales y
colectivas. Parecería que nuestros sistemas están fracasando,
que cada día producen más pobres, que el narcotráfico y la
violencia lo invaden todo. Las respuestas del sistema son cada
día más pobres y unilaterales. Van produciendo más excluidos;
hay menos ricos pero con más riqueza, crece el número de
pobres y se abre más la brecha entre los poderosos y los que
nada tienen. Muchos afirman que nuestro universo está a punto
de derrumbarse. ¿Qué hacer frente a la catástrofe? ¿Esconder
la cabeza y hacer como que no pasa nada? ¿Mirar solamente el
bien personal? Ya el Papa Francisco nos previene diciéndonos
que el pesimismo es una grave tentación.
Ciertamente se han intentado muchos caminos y, al igual que
Pedro, hoy podríamos exclamar: “Maestro, hemos trabajado toda
la noche y no hemos pescado nada”. Pero no podemos quedarnos
con los brazos cruzados, ni esperar que el gobierno todo lo
solucione, ni dejarnos llevar por la rabia y la desesperación
hasta acabar de destruir este mundo en que vivimos. La peor
solución es no hacer nada. ¿Qué estamos haciendo frente al
fracaso de tantos sistemas? ¿Qué nos proponemos nosotros como
cristianos?
Como si Cristo ignorara la fatiga de estar toda la noche en
el lago pescando sin lograr nada, en la madrugada llega
ordenando remar mar adentro y lanzar nuevamente las redes.
¿Sabrá, Cristo, del cansancio? ¿Sabrá del fracaso? Claro que
lo sabe, pero de lo que no sabe es de la derrota, de lo que no
sabe es de darse por vencido. El que venció a la muerte y al
pecado, no puede darse nunca por vencido. Y así, desde el
inicio, lanza a sus discípulos a luchar nuevamente, a
insistir, a redoblar esfuerzos. Y algo diferente tiene este
mandato. No es un nuevo intento del que tercamente se golpea
contra el aguijón. Tiene ahora nuevos significados: es en su
nombre, es desde el pequeño, es en su compañía y es para dar
vida. Lo que alguien decía: “urge ir más allá de unos
remedios, urge emprender iniciativas que creen espacios
nuevos, con otros parámetros, con otras maneras de entender la
vida”. Cristo les propone ser pescadores de hombres: no se
puede pescar porque sí, nada más por el producto, lo que
importa es el hombre, la mujer, el niño que tiene que
alimentarse; lo que importa es la vida.
Esta es la invitación de Jesús: no tanto ver qué pasa con
los pobres, sino cómo construimos una nueva sociedad con una
cultura que incluya a todos. Propone un camino diferente, con
una economía diferente. Lo especial de Jesús es que quiere
construir desde lo pequeño, desde abajo, con los pobres, con
los marginados, con los que se reconocen pecadores. Todos
están llamados a construir el Reino, pero para ello Pedro ha
tenido que reconocerse “pecador” e indigno; Isaías se confiesa
“hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de
labios impuros”; y Pablo se presenta: “a mí, que soy como un
aborto, porque perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el
último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol”. Antes
de iniciar el proyecto de Jesús, se han reconocido impotentes,
pequeños y pecadores.
Esta es la invitación y el estilo de trabajar de Jesús:
opta por la vida pero desde los pequeños y pecadores. Pedro,
Isaías y Pablo, para asumir el proyecto, se han tenido que
desnudar de toda ambición y ¡vaya si les ha costado! Se han
caído, cada uno a su manera, de su caballo, para intentar
caminar al estilo de Jesús. Pero lo han entendido y con
tenacidad y sin desmayar construyen el Reino; no los han
doblegado las dificultades, no han dejado que las cosas
marchen por sí solas. Con la presencia y la palabra de Dios,
se han fortalecido y han buscado la construcción de ese nuevo
Reino.
“No temas”, termina diciendo Jesús a Pedro. Se necesita no
tener miedo, se necesita aventurarse y buscar nuevos caminos
como hoy nos los propone Jesús. No bastan las excusas de
cuánto hemos trabajado y cuántas veces hemos fracasado. La
palabra de Jesús es imperiosa y nos ordena intentarlo una vez
más. Ahora nos lanzamos en su nombre, con su palabra y a su
estilo. Él va en el mismo barco con nosotros, no tengamos
miedo. Muchos pequeños apóstoles con la palabra de Dios y sus
débiles esfuerzos, han hecho mucho más que otros que solamente
nos dedicamos a quejarnos, a criticar sistemas o a invocar
nuevas teologías o nuevas economías. Es necesario trabajar, en
comunión con Dios y en comunidad con los hermanos, donde todos
sean respetados y tenidos en cuenta, donde todos se sientan
amados y reconocidos como Hijos de Dios.
¿Qué tenemos que dejar nosotros para poder seguir a Jesús?
Pedro y sus amigos dejaron sus redes que era todo lo que
poseían y se enamoraron del camino de Jesús, ¿qué estamos
haciendo nosotros? Como Iglesia, ¿nos sentimos derrotados por
los problemas o estamos enamorados del camino de Jesús? Es
cierto hay críticas y problemas pero escuchemos la voz de
Jesús que nos invita: “Lanza tus redes”.
Padre Misericordioso, que tu amor incansable cuide y
proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu
gracia toda su esperanza. Que el fracaso no nos lleve nunca a
dejar de luchar y que la Resurrección de tu Hijo sea el
ejemplo y el modelo de toda nuestra vida. Amén.
Con motivo de la reciente Jornada Mundial de la Vida Consagrada y la
clausura del Año de la Vida Consagrada, el arzobispo de Madrid,
monseñor Carlos Osoro Sierra, dedica su carta semanal a hablar de la
labor de los consagrados, “que en medio de situaciones y campos muy
diversos, con su entrega profética, son luz; y con los que se hace
palpable la cercanía del Señor a los hombres”. Publicamos a
continuación el texto íntegro, titulado “«¿Qué quieres que haga por
ti?» La vida consagrada, profecía de la misericordia”:
En medio de
esta historia, la vida consagrada sigue realizando la misma pregunta
que Jesús hizo al ciego de nacimiento: «¿Qué quieres que haga por
ti?». En ella subyacen los lemas de la Jornada Mundial de la Vida
Consagrada –La vida consagrada, profecía de la misericordia–
y de la clausura del Año de la Vida Consagrada –Vida consagrada
en comunión–. Aquí, en nuestra Iglesia diocesana, esto tiene
una fuerza muy grande. La pasión por vivir el mandato del Señor
–«seréis mis testigos» e «id y anunciad el Evangelio»– lleva a todos
los consagrados a estar en medio del mundo con actitud de
agradecimiento a Dios y esperanza, y a seguir las huellas de Jesús y
permanecer atentos a las situaciones de los hombres, preguntando
siempre a quienes buscan y se encuentran por el camino: «¿Qué
quieres que haga por ti?».
En esta línea, recuerdo la fuerza expresiva y la importancia que
tienen las palabras del anciano Simeón cuando ve a Jesús con sus
padres entrando en el templo: «Ahora Señor puedes dejar a tu siervo
irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador […] luz para
alumbrar a las naciones» (cf. Lc 2, 22-40). Los miembros de la vida
consagrada, esos hombres y mujeres que viven una comunión plena con
el Señor y muestran su rostro misericordioso, según el carisma que
han recibido, hacen percibir a quienes se encuentran por el camino
lo mismo que experimentó Simeón: agradecimiento, realización,
compromiso, esperanza, salvación.
Cuando meditaba la encíclica Lumen fidei, del Papa
Francisco, en algunas palabras veía la vida consagrada y la
actualidad que tiene en estos momentos de la historia para iluminar
el camino de la vida de los hombres. La contemplaba al leer que
«poco a poco, sin embargo, se ha visto que la luz de la razón
autónoma no logra iluminar suficientemente el futuro; al final, este
queda en la oscuridad, y deja al hombre con miedo a lo desconocido.
De este modo, el hombre ha renunciado a la búsqueda de una luz
grande, de una verdad grande, y se ha contentado con pequeñas luces
que alumbran el instante fugaz, pero que son incapaces de abrir el
camino. Cuando falta la luz, todo se vuelve confuso […]» (Cfr. LF.
20-21). Me imaginaba a tantos consagrados que, en medio de
situaciones y campos muy diversos, con su entrega profética, son
luz; y con los que se hace palpable la cercanía del Señor a los
hombres. El presente y el futuro tienen que ser iluminados por la
Luz que es el mismo Jesucristo. Y la vida consagrada, en el carisma
que Dios ha regalado a cada miembro, muestra esa Luz en lo cotidiano
de la vida.
«Seréis mis testigos» con la misma expresión y modo de actuar que
utilizó Jesús cuando se encontró con aquel ciego al borde del camino
que, al oír su paso, gritaba para que le atendiese. En aquel
momento, Jesús se volvió hacia él y le preguntó: «¿Qué quieres que
haga por ti?». Y es que «seréis mis testigos» e «id y anunciad el
Evangelio» están íntimamente unidos a esta manera de estar presente
en el mundo de Jesús, quien quiere que su Iglesia siga haciendo lo
mismo. La vida consagrada es profecía de misericordia, y esa
profecía se hace testimonio y se convierte en la pregunta más
necesaria para todos los hombres y mujeres: «¿Qué quieres que haga
por ti?». La reacción de Jesús fue inmediata, como es inmediata la
reacción de la vida consagrada. No hay situación humana a la que
Jesús no dé respuesta con testigos cualificados que dedican y
consagran su vida a lo que los hombres necesitan. Y esto en todas
las formas de vida consagrada: en la vida activa y en la vida
contemplativa.
Deseo dejar claro que en todos los consagrados que he conocido en
mi vida, en lo que hacen y dicen, he percibido que, por su fe, saben
que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros y les pide manifestar
esa cercanía que haga palpar el rostro misericordioso de Cristo. La
adhesión al Señor, la fe en Él, es un gran don que nos transforma
interiormente, que habita en nosotros, y así nos da la luz que
ilumina el origen y el final de la vida, el arco completo del camino
humano. Y ellos nos hacen entender la novedad que aporta la fe. ¡Qué
fuerza tiene ver cómo el consagrado es transformado por el Amor!
¡Qué misterio más grande contemplar cómo, al que se abre por la fe a
este Amor que se le ofrece gratuitamente, su existencia se dilata
más allá de sí mismo y va en búsqueda de los otros! Y así entendemos
lo que el apóstol san Pablo dijo: «No soy yo el que vive, es Cristo
quien vive en mí» (Ga 2, 20).
En la fe, el yo del creyente se ensancha para ser
habitado por Otro, para vivir en Otro, y así la vida se hace más
grande en el Amor y podemos tener los ojos de Jesús, sus
sentimientos, su condición filial. Ahí tenemos a la vida consagrada,
que proféticamente sale a los caminos de este mundo, haciendo vida
el mandato del Señor de ir a todos los hombres y anunciarles el
Evangelio. Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza. A este
mundo, como muy bien nos ha dicho el Papa Francisco, hay que salir
viviendo las bienaventuranzas y la imagen responsable que nos da el
Juicio Final, manifestando que la dicha de habernos encontrado con
el Señor se realiza y verifica en obras: «Venid vosotros, benditos
de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve
sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve
desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y
vinisteis a verme» (Mt 25, 34-36).
El Papa Francisco nos habla del «evangelio de la alegría». Y
sabemos que «evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una
manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante
el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Hijo,
para que la humanidad tenga la verdadera sabiduría, que engendrará
el nuevo humanismo», que no solamente no aparta a los hombres de la
relación con Dios, sino que los conduce a esa relación, ya que
garantiza la verdad de lo que es la persona humana y las relaciones
entre los hombres. El Amor tiene su origen en Dios. Aquí está la
riqueza de formas diversas de vida consagrada que salen al encuentro
de todos. ¡Qué tarea más apasionante mostrar cómo Dios nos ama de un
modo obstinado y nos envuelve con su inagotable ternura! San Juan
Pablo II se dirigió a los enfermos en Polonia así: «La Cruz es la
inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. […] La
cruz es como un toque de amor eterno sobre las heridas más dolorosas
de la existencia terrena del hombre». Me vais a permitir un
desvarío: la necesidad más grande del hombre es ser curado, sanado y
amado. Y «la vida consagrada, profecía de misericordia», se acerca a
la historia concreta de los hombres para mostrar el rostro
misericordioso del Señor que sigue preguntando a todos los hombres:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid
Vino al mundo en Tarímbaro, Michoacán, México, el
10 de junio de 1880 en el seno de una humilde familia que supo
transmitirle su piedad y hacer de él un muchacho sensible y
dispuesto siempre a volcarse en los demás. Creció habituado a rezar
el rosario y a buscar el bien del prójimo. Tenía 14 años cuando
ingresó en el seminario y tuvo que compaginar su formación con el
trabajo para contribuir al sostenimiento del hogar. De todas formas,
sus bondadosos padres eran tan estimados por el vecindario, que
muchos generosamente se prestaban a paliar sus carencias con lo que
estaba a su mano. Tenía tres hermanas y un hermano que le siguieron
junto a su madre en su misión sacerdotal, cuando en 1906 partió a su
primer destino en Huetamo, Michoacán. Problemas de salud, de índole
nerviosa, aconsejaron su traslado a Pedernales en 1907, pero en los
seis años que permaneció en esta parroquia la enfermedad afloró, de
modo que fue enviado a Valtierrilla, Guanajuato, parroquia
perteneciente a la Arquidiócesis de Morelia.
Los feligreses pudieron constatar que actuaba
movido por la oración y un profundo amor a la Eucaristía ya que era
palpable cuando oficiaba la misa así como en otras acciones que
emprendió encaminadas a suscitar en todos ellos ese amor que
inflamaba su corazón. Fue un gran confesor y catequista. En medio de
su quehacer siempre encontraba tiempo para visitar a los que menos
tenían, consolarles y asistirles en todo lo que podía. El mundo del
trabajo tampoco se le resistió ya que fuera en el campo o en
industrias diversas los labradores y operarios hallaban en él
palabras de aliento; era un referente para todos. Puso en marcha
diversas obras de acción social, una caja de ahorros y una
cooperativa. Además, aprovechó sus conocimientos musicales para
impulsar un coro parroquial. Se ha subrayado la servicialidad, rasgo
distintivo de su acción pastoral, diciendo que «supo hacerse todo a
todos».
El devenir cotidiano seguía su curso sin mayores
contratiempos, aunque en el ambiente eclesial latía una gran
preocupación por las presiones ejercidas por las fuerzas
gubernamentales, hostiles a la fe. En un momento dado, Jesús fue
directamente afectado por la persecución. No se echó atrás y, como
una de las notas comunes a todos los mártires es su celo apostólico,
fidelidad absoluta a su vocación y una valentía que los encumbra
ante los ojos de los demás humanos, como si estuvieran hechos de una
pasta especial, prosiguió realizando su misión. Modificó sus
horarios y el alba le sorprendía oficiando la misa y administrando
los sacramentos. No varió la atención a sus fieles y los enfermos no
percibieron el cerco que se había cernido sobre él porque seguía
asistiéndoles. La valerosidad de los clérigos era compartida por
numerosos católicos que no estaban dispuestos a que pisotearan la
fe, y se alzaron contra los políticos. A estos «cristeros»
perseguían los federales cuando dieron con Jesús. Convecinos, que no
eran leales precisamente, les delataron en febrero de 1928 y fueron
apresados y acusados de traición. Enfurecidos los militares
destruyeron todo lo que encontraron a su paso por Valtierrilla.
Cuando le tocó el turno a Jesús, su única
prioridad fue proteger la Sagrada Eucaristía. Si lo comparamos con
san Tarsicio en esos umbrales de su martirio, los verdugos aún
tuvieron una deferencia por el padre Méndez que al santo adolescente
se le vetó. Porque al ver que no tenía salida, logró una brevísima
moratoria de quienes le iban a dar muerte para poder consumir las
Sagradas Formas. El momento dramático tuvo ese punto sublime que dan
los santos a estos preámbulos de su ingreso en la gloria.
Primeramente, Jesús había ocultado bajo sus prendas el copón, pero
juzgando que aún así peligraba, se lanzó por la ventana de una
notaria donde había oficiado misa, de modo que quedó a la vista de
los soldados que oteaban la calle desde el campanario de la iglesia,
y pensando que era otro de los cristeros, le detuvieron. Lo demás
sucedió con inusitada rapidez. Al ver el tesoro que custodiaba en su
pecho, que oprimía con fuerza con sus brazos, quedó al descubierto
su condición sacerdotal que, por supuesto, no negó firmando su
sentencia de muerte. Sin que le temblara la voz, les dijo: «A
ustedes no les sirven las hostias consagradas, dénmelas». Le
concedieron unos instantes para orar y consumir parte de la
Eucaristía, tras lo cual afrontó el instante supremo: «Ahora,
hagan de mí lo que quieran. Estoy dispuesto».
Los violentos, cegados al mínimo rasgo de
humanidad, decidieron el destino del copón: «Deles esa joya a las
viejas», aludiendo a la hermana del santo y una vecina que se
encontraban allí y que lo recibieron de sus manos al tiempo que
acogían su última petición: «Cuídenlo y déjenme. Es
la voluntad de Dios». Después, perdonando a los
soldados, en un callejón cercano depositaba a los pies del Padre
Celestial vida y, con ella, incontables sueños. La inicial falta de
destreza del capitán hizo más penosos esos instantes. Falló éste el
tiro y los soldados no quisieron asesinarle, de modo que aunque le
encañonaron, los disparos silbaron por encima de su cabeza. Y fue el
cabecilla quien le disparó el 5 de febrero de 1928, después de
arrebatarle sus prendas, crucifijo y medalla. Juan Pablo II lo
beatificó el 22 de noviembre de 1992, y también lo canonizó el 21 de
mayo del 2000.