Tribunas

Una oportunidad para los obispos

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Esta semana se celebra la Asamblea Plenaria de los obispos. Es la primera vez que el episcopado español se reúne desde que España se ha revuelto en sus entrañas y los cimientos del orden constitucional han crujido.

No es lógico pensar que los obispos españoles no le vayan a dedicar, al menos, una sesión, una tarde, una mañana, a dialogar entre ellos sobre qué es lo que nos está pasando, sobre lo que se avecina en el orden de la configuración del Estado y de la sociedad, sobre cómo se van a configurar las libertades básicas y sobre cómo se están alineando las constelaciones políticas en orden a las reformas futuras.

Una oportunidad para que el episcopado español vaya elaborando una narrativa maestra que permita a la Iglesia ser ella misma en la garantía del libre e igual reconocimiento de su libertad y actuación en la sociedad española del futuro.

A estas alturas, pedir una declaración, un documento, una amplia nota clarificatoria ante tamañaza confusión, y no poca desafección en determinados ambientes, parece que sería una quimera.

El problema de la educación, y en no menor medida el de la clase de religión, va a jugar un papel clave en esta Plenaria en perspectiva incluso del Pacto educativo y de la reforma constitucional anunciada.

Una reforma que parece no arrastrar mucho entusiasmo en el Partido Popular, mientras que en el PSOE y en la Izquierda más radical se ha convertido en un atractivo anzuelo, una trampa.

El espectáculo al que hemos asistido en las últimas semanas, también en lo referente a la actuación de algunos obispos catalanes, -monseñor Novell distinguido y distinguible-, sugiere que la ausencia de la voz de la Iglesia en el discurso público sobre determinadas materias traería consecuencias nefastas para un inmediato futuro.

Habría que plantearse hasta qué punto se puede establecer una ley social proporcional entre la capacidad que una institución tiene de estar presente con su discurso en la opinión pública y el respeto y la consideración que se le acredita como interlocutor social válido.

En otros momentos pasados de la historia de España, no tan dramáticos como los que acabamos de vivir, el cardenal Cañizares pidió una Asamblea Plenaria extraordinaria, un alto en el camino. De ahí surgió, por ejemplo, el documento sobre las orientaciones morales ante esa situación entre otras actuaciones.

Hay quien dice que la Iglesia está dando la impresión de que aquí no pasa nada. Y sin embargo, no es así. Preguntas y más preguntas, una semana de los obispos en abierto, no en cerrado, no en clausura.

Por cierto, en la sociedad de la trasparencia, de las redes sociales, de lo instantáneo, de las sociedades e instituciones abiertas, ¿no habrá que cambiar algo? Aunque sea la imagen…

 

José Francisco Serrano Oceja