LIBRERÍA DE PASTORAL – DIÓCESIS DE SANTANDER (LPS)

 

El EVANGELIARIO en la Librería de Pastoral de la Diócesis

 

 

Santander, 05/01/2018


 

 

El libro de los santos Evangelios ha recibido por parte de la Iglesia, desde su más remota antigüedad, extraordinarias muestras de amor y respeto. Si son considerados así los del Antiguo Testamento por ser inspirados de Dios, ¿cuánto más lo serán los del Nuevo, que nos transmiten las mismas palabras que pronunció el Verbo Encarnado?

Son el Verbum Verbi y el Verbum Christi. También la Buena Nueva, el alegre anuncio que nos descubren a Cristo y su obra redentora.

Para los Santos Padres y para toda la Iglesia antigua, el Evangelio nos da una presencia de Cristo, nos pone en contacto inmediato con Él, con sus virtudes y con su vida. San Agustín explica cómo la totalidad de lo que han escrito los evangelistas es como si estuviera escrito por el mismo Cristo.

Todo el respeto y el amor a los Evangelios radica precisamente en la creencia de la Iglesia en que este libro representa de un modo particular al Salvador. Pues, este sentido tenía la ceremonia de colocarlo en un trono de honor durante la celebración de los concilios.

En Occidente era ubicado muchas veces sobre un altar. Un trono con el santo Evangelio, pasó a ser la representación plástica de un Concilio.

Así hizo representar a los seis primeros en el atrio de San Pedro, el papa Constantino (708-715), y así fueron exhibidos también en Constantinopla.

El Concilio de Roma (1001) empezó con la lectura del Santo Evangelio. En el de Florencia (1438) fue expuesto el Evangeliario en medio de las cabezas de los príncipes de los Apóstoles.

Al hablar de la presencia del libro de los Evangelios en las asambleas conciliares, no podemos pasar por alto la practica al inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II. El 11 de octubre de 1962, después de la Misa de inauguración, clérigos colocaron sobre el altar de la basílica un trono para que fuera depositado el libro, acto que llevó a cabo con solemnidad el secretario del Concilio, Mons. Pericles Felici, acompañado por dos acólitos que llevaban ciriales encendidos. Una vez entronizado el Evangeliario, Juan XXIII recitó la Profesión de fe.

Se sabe que esta entronización y veneración produjo una profunda huella espiritual en los observadores de las otras confesiones cristianas presentes en el aula conciliar.

Es entonces cuando el Evangelio, palabra y representación del Señor, adquiere una elaboración material en su vestido -como diría Orígenes- inspirando todo arte e ingenio en diversos artistas.

Los primeros códices del Evangelio de los que se tiene noticia son los que Constantino mandó realizar por Eusebio: 50 ejemplares. El manuscrito miniado más antiguo que se conserva es del siglo VI. Pero el testimonio de más antaño en cuanto a encuadernación con oro y piedras preciosas se refiere, es el de San Jerónimo, en el siglo IV.

Los tesoros de la Edad Media estaban llenos de Evangeliarios muy bien adornados, para los cuales se utilizaba toda clase de material noble: oro, plata marfil -casi todas las placas de marfil de algunos museos provienen de antiguos evangeliarios- y piedras preciosas en todos los estilos.

Muchas catedrales e iglesias -y aún ciudades-, se han hecho célebres por los preciosos códices que albergan: Evangeliario de Rossano, de Saint Gall, de Tréveres, de Milán, de Xanten, Soissons, Aquisgran, Munich, Verona y Monza, entre otros. Cada historia de un Papa, rey u obispo célebre es la historia de un Evangeliario que lleva su nombre: Evangeliario de San Gregorio, de San Ulrico, de Egberto, de Otón I…

El Evangeliario, siempre venerado en la Iglesia oriental, aunque en sombras con la aparición del misal plenario y la invención de la imprenta jamás cayó en desuso en la liturgia romana, como demuestra el Pontifical romano y el Ceremonial de los obispos. Pero su uso, de hecho, era reservado a las solemnes celebraciones pontificales, y en las demás era reemplazado por el misal plenario.

El camino de la reforma litúrgica hizo nacer la exigencia de un libro exclusivamente con las lecturas evangélicas, artísticamente adornado y que pudiera convertirse en objeto de los signos de veneración que la tradición litúrgica atribuye a la palabra del Verbo hecho carne.

Por todo esto, nos complace presentar la aparición del EVANGELIARIO, que ha sido elaborado a partir de los textos evangélicos recogidos en los diferentes volúmenes de la nueva edición del Leccionario de la Misa a partir de los textos de la Sagrada Biblia (Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española).

Esta edición contiene los textos evangélicos para las misas de los domingos (A, B y C), solemnidades y fiestas del Señor, algunas memorias del propio de los santos, y las misas rituales de ordenación.

El formato de esta obra es idéntico al del anterior libro del Evangeliario de 1986 (Editorial Regina), lo que permitirá usarlo con las guardas ya existentes.

Con un tamaño de 23,7 cm x 33,7 cm, se presenta con una encuadernación solemne en cartoné (símil piel), con cantos dorados, cintas de registro tejidas y un estuche.

Y por supuesto ya está disponible en la Librería de nuestra diócesis, la Librería de Pastoral.