CARTA DEL OBISPO

 

EL ‘GESTO SOLIDARIO’ PARA VIVIR MEJOR EL ESPÍRITU CUARESMAL

 

 

SANTANDER | 14.02.2018


 

 

Desde 1999 la celebración de la Cuaresma viene acompañada en nuestra diócesis de Santander por la Campaña del ‘Gesto solidario’, promovida por Cáritas diocesana. Es una práctica que está muy en consonancia con el espíritu cuaresmal. Por esto precisamente se está implantando en otras diócesis españolas. La recaudación del año pasado subió un poco respecto a la del año anterior. Pero ha de subir más. No nos conformemos con anunciar la Campaña al finaliza la Eucaristía dejando las huchas encima de una mesa. Hagámoslas llegar a cada familia.

Practiquemos el ayuno, la limosna y la oración, como nos pide la Cuaresma. Son tres ejercicios inseparables porque se complementan mutuamente: "Estas tres cosas, oración, ayuno y misericordia, son una sola cosa, y se vitalizan recíprocamente. El ayuno es el alma de la oración y la misericordia la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. El que tiene solamente una y no tiene las tres juntas, no tiene nada. Por eso quien ora, ayune. Quien ayuna, tenga misericordia” (S. PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43: PL.52, 320, 322).

Ayunemos, no por pura mortificación o para quitarnos kilos, sino para la libertad y para el amor. Ayunemos para ser más libres en una sociedad del consumismo. Ayunemos para amar más a los que padecen hambre todo el año y como signo de nuestra opción por una vida austera. "El ayuno que yo quiero es éste, dice el Señor, que contribuyamos a la liberación de los oprimidos, que partamos nuestro pan con el hambriento, hospedemos a los pobres sin techo, vistamos al desnudo y no nos cerremos a lo mejor de nosotros mismos". El ayuno pone en evidencia que "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4,4). El ayuno ha de servir para practicar mejor la limosna.

La limosna, por su parte, es una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, de liberarse del apego a los bienes terrenales. Como fuerte es la seducción de las riquezas materiales, tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas. “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16, 13), dice el Señor. La Campaña del ‘Gesto solidario’ que realizamos en Cuaresma, tiene esta finalidad: a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial, al igual que sucedía en la Iglesia primitiva. San Pablo habla de ello en sus cartas acerca de la colecta a favor de la comunidad de Jerusalén (cf. 2Cor 8, 9; Rm 15, 25-27).

Y todo esto hemos de vivirlo en espíritu de oración. Unidos a Cristo aprendemos el valor del sacrificio que es ofrecimiento de amor. Al ver a los demás con los ojos de Dios podremos darles mucho más que la ayuda de cosas materiales, tan necesarias: podremos ofrecerles la mirada de amor que todo hombre necesita. “El Abba Antonio decía: Un día en el que estaba yo sentado junto al Abba Arfat, hizo acto de presencia una virgen y dijo: “Padre, he ayunado por espacio de doscientas semanas, comiendo solamente cada seis días, he aprendido el Antiguo y el Nuevo Testamento ¿qué me queda por hacer? Le respondió el anciano: ¿Es para ti el menosprecio igual que el honor? No, respondió. ¿La pérdida como la ganancia, los extraños como los parientes, la indigencia como la abundancia? No, respondió. El anciano concluyó: “Tú, ni has ayunado doscientas semanas, ni has aprendido el Antiguo Testamento, te estás engañando a ti misma”.

 

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander