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Munilla, el bebé británico Alfie Evans y la eutanasia impuesta

 

 


 

 

“Es tremendo. La justicia británica niega la patria potestad a unos padres y no ocupa la portada de ningún telediario. Vamos camino del no reconocimiento de la dignidad inviolable del ser humano”, así de contundente se expresó el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en el ciclo que organizó la Fundación Valores y Sociedad sobre la defensa de las raíces cristianas de Europa.

Y es que no nos damos cuenta de lo que está pasando. La justicia británica considera que la enfermedad del bebé Alfie Evans, que padece una rara patología cebrebral degenerativa, es incurable. Y por esta razón, la sanidad del Reino Unido quiere detener el tratamiento del bebé y han presentado un plan médico para poner fin a su vida, contra la voluntad de sus padres. Alfa y Omega explica muy bien esta historia.

Lo que realmente no entiendo es por qué motivo, la justicia británica impide trasladar al bebé al centro pediátrico Bambino Gesú de Roma (Italia), vinculado al Vaticano, donde se continuarían sus cuidados como así han expresado desde este hospital.

Ante estos casos, la libertad del individuo tendría que primar sobre la voluntad del Estado, siempre y cuando el fin, obviamente, sea bueno. Y el fin, en este caso, es intentar cuidar a un bebé en un hospital católico que tiene otros planteamientos de vida.

El obispo Munilla lo dejó muy claro: es una eutanasia encubierta. Toda vida humana que parece irreversible se elimina en aras de un bien mayor, en este caso, ahorrar a la sanidad o bien, porque un poder superior considera que esa vida no merece la pena ser vivida.

Los padres no desean el sufrimiento inútil de su bebé. Pero lo que no quieren de ninguna manera es tirar la toalla. Casos más impresionantes están sucediendo estos días, como la historia de otro niño enfermo de cáncer, que le iban a desconectar y milagrosamente, sale del coma y se cura. Un milagro.

 

Zenón de Elea.