IGLESIA | Uganda

 

Las misiones salesianas y los refugiados en Uganda

 

Alberto López de Misiones Salesianas visitó en Uganda el campo de refugiados, Palabek. Alberto hizo este viaje con Cristina Bermejo, del departamento de Proyectos de la ONG salesiana Jóvenes y Desarrollo

 

 

12 septiembre 2018, 14:09 | Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano


 

 

Cristina lleva los proyectos de África anglófona. Alberto López pidió viajar a África con ella y juntos realizaron un trabajo profesional, como lo demuestran las imágenes que han facilitado a Vaticannews para la realización de este video.

En Uganda hay más de un millón y medio de refugiados procedentes de Burundi, Somalia, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo. La Acnur alertó que en diciembre de 2017 más de 20.000 refugiados del Congo se encontraban en Uganda.

En medio del conflicto interno que se desarrolla en la República Democrática del Congo, los refugiados huyen a Uganda en busca de una mejor calidad de vida. En medio del conflicto interno los refugiados huyen a Uganda en busca de mejores condiciones, en su mayoría mujeres y niños son los protagonistas de estos traslados.

Pese a que la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) distribuyen comida y ofrecen vacunas, no todas sus solicitudes son atendidas. Los refugiados relatan que “la comida no es suficiente, pasan hambre, sin embargo, ahí se sienten más seguros”. Además, critican el hecho de no recibir agua que es un principio básico para vivir, reciben al menos ocho litros por persona, cuando el estándar es 20 litros.

 

Las Misiones Salesianas y los refugiados

Los Salesianos llegaron en junio del año pasado al asentamiento de refugiados de Palabek, el único que continúa acogiendo refugiados en los casi 20 que tiene Uganda. Dos meses antes empezó a recibir a los sursudaneses que huían de la guerra y llegaban a la frontera. En una extensión de 400 kilómetros cuadrados, el Gobierno de Uganda y Naciones Unidas, a través de la agencia para los refugiados (Acnur), fueron organizando un campo abierto en el que a cada unidad familiar se le daban 30 metros cuadrados, materiales para construir su humilde hogar y herramientas para cultivar un pequeño huerto en ese terreno.

La precariedad al principio obligó a los salesianos a vivir alojados en las chozas con los refugiados, pero poco a poco han construido humildes habitaciones para ellos, saneamientos y acceso al agua, pequeñas estructuras para que puedan reunirse los refugiados y diversas capillas y escuelas infantiles repartidas por el asentamiento.

Los misioneros salesianos son las únicas personas que trabajan en el campo de refugiados de Palabek que están de manera permanente en él, ya que el resto de organizaciones y ONG, casi 40, llegan a las nueve de la mañana y se marchan a las cinco de la tarde.

 

Educación, alimentación, agua potable y acompañamiento

La apuesta salesiana por la educación y el acompañamiento a los refugiados ha hecho que Don Bosco sea una referencia dentro del campo y a la vez una autoridad moral. Atienden a más de 700 niños en sus escuelas y a más de 700 familias dentro del asentamiento. Uganda tiene una política abierta y generosa hacia los refugiados (acoge a casi 1,5 millones, pero todos tienen permiso de trabajo, educación y sanidad universales y gratuitas) y es uno de los países que más refugiados acoge en el mundo.

La construcción de la única escuela técnica que hay en la zona, a las afueras del campo de refugiados de Palabek para beneficiar también a la población ugandesa, es el objetivo educativo de los misioneros salesianos para el próximo año, ya que sólo hay dos escuelas secundarias dentro y muchos alumnos deben caminar varias horas para poder seguir estudiando.

 

Oficios por aprender

Talleres de carpintería, construcción, mecánica de motocicletas, peluquería, corte y confección y agricultura ayudarán a mejorar la formación de los adolescentes y jóvenes que, junto a las mujeres, representan el 90% de población en el asentamiento, además de ofrecerles el apoyo y la esperanza que necesitan para superar los traumas de la guerra y mantener su ilusión de regresar a Sudán del Sur cuando se alcance la paz definitiva.

Durante todo el día hay actividades formativas y lúdicas destinadas a los menores y jóvenes para que tengan ocupado su tiempo, talleres de empoderamiento para mujeres, visitas a las familias y actividades pastorales para que los refugiados sientan el apoyo constante de los Salesianos. El objetivo de los misioneros es aumentar su presencia tanto en el campo como poco a poco en el resto de asentamientos para ofrecer la mejor respuesta a las necesidades de los refugiados.