Tribunas

Don Julián, un obispo en su sitio

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

De entre los obispos españoles, el de León, monseñor Julián López, suele pasar demasiado inadvertido. No es un obispo al que le pirre salir en los medios. Ni hace falta. Trabaja en silencio, está con la gente, acompaña a los curas y predica con claridad el Evangelio. Desde que lleva en esa diócesis, han sido muchos los proyectos realizados, los objetivos conseguidos.

Uno de ellos, no insignificante, fue la presencia de un Seminario Redemptoris Mater que, sin lugar a dudas, está contribuyendo a dar vida a esa Iglesia, afectada por la despoblación y por la carencia de clero.

En estas últimas semanas, don Julián ha aparecido con cierta frecuencia en los medios locales y regionales con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Han sido varias las entrevistas, de esas que llaman de personalidad, en donde se mezclan las confidencias biográficas con declaraciones sobre temas del presente.

Por ejemplo, en la publicada por Ana Gaitero, en el “Diario de León”, don Julián recuerda cómo nació su vocación sacerdotal, en esa preciosa y noble villa de Toro:

“Un primo mío había entrado en el Seminario Menor de la diócesis que, por cierto, estaba en mi pueblo. Tenía, además, algún compañero del colegio. Delante de mi casa pasaban, con sus sotanas, fajín rojo y bonete, los seminaristas cuando salían de paseo, en filas de tres en tres y la gente salía a verlos. Yo quise ir al Seminario y al cumplir los 11 años que era la edad de admisión, mis padres, contentos con la idea, me lo facilitaron. Pero la decisión, la verdadera decisión y sin presión alguna, se produjo más tarde y por partida doble, entre los 17 y 18 años y a los 22”.

En la carta pastoral de esta semana al comienzo curso, don Julián ha invitado a todos los fieles a “participar en la vida diocesana teniendo presente el objetivo pastoral para el próximo curso formulado así: Intensificar la acción misionera de la Iglesia diocesana reconociendo el actuar de Dios en los sacramentos y en la vida litúrgica”. La liturgia, una de sus pasiones. Liturgia vivida, expresada y pensada, quizá hoy demasiado olvidada.

Por cierto, que en León será el lugar, en este curso, de la beatificación de la hermana Esther Paniagua, agustina misionera y mártir, natural de Izagre, asesinada en Argelia en 1994.

            Felicidades, pues, a don Julián y felicidades a los fieles de León, y a los hombres de buena voluntad.

 

José Francisco Serrano Oceja