Servicio diario - 23 de septiembre de 2018


 

Museo de la Ocupación en Lituania: Francisco revive el dolor de las víctimas
Rosa Die Alcolea

Misa en Lituania: Ser Iglesia "en salida", no tener miedo a salir y entregarnos
Rosa Die Alcolea

Papa en Lituania: "Señor, que tu grito nos mantenga despiertos"
Redacción

Ángelus en Lituania: Francisco reza por la comunidad judía
Rosa Die Alcolea

Ángelus: El cristiano debe "estar allí donde nadie quiere ir, sirviendo"
Rosa Die Alcolea

Video del Papa a los catequistas: "Vuestra palabra siempre será un primer anuncio"
Redacción

Beata Columba Gabriel, 24 de septiembre
Isabel Orellana Vilches

Letonia: Programa del lunes, 24 de septiembre de 2018
Redacción


 

 

 

23/09/2018-18:34
Rosa Die Alcolea

Museo de la Ocupación en Lituania: Francisco revive el dolor de las víctimas

(ZENIT – 23 sept. 2018).- Esta tarde, del domingo 23 de septiembre de 2018, en el 75 aniversario de la destrucción del gueto judío de Lituania, y en el marco del centenario de la declaración de independencia de las naciones bálticas, el Papa ha visitado el Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad en Vilna, capital de Lituania.

En el segundo día de su 25º viaje apostólico, Francisco se ha dirigido en coche a las 16 horas (15 h. en Roma) al Museo, y de camino, ha parado ante el Monumento de las víctimas del Gueto judío, donde ha hecho un rato de oración en silencio y ha depositado unas flores en tributo a las víctimas.

A su llegada al Museo, el Papa ha sido recibido por el director del museo, y ha estado acompañado por el Arzobispo de Vilna, Mons. Gintaras Grušas. Juntos, han bajado el piso inferior del edificio, para visitar las celdas nº9 y nº11, donde el Papa Francisco ha encendido una vela en memoria de las víctimas, y se ha quedado unos minutos en silencio, rezando.

También ha estado con el Pontífice en estos momentos un obispo anciano, de la Compañía de Jesús, superviviente de las persecuciones. Asimismo, el Papa ha visitado en silencio, acompañado por estos dos obispos, la sala de ejecuciones. Al volver al piso de arriba, el Santo Padre ha firmado en el libro de visitas del Museo.

Terminada la visita privada, el Papa se ha trasladado en coche al Monumento de las Víctimas de la Ocupación y Lucha por la Libertad para orar por las víctimas de tanto sufrimiento.

 

Ocupación soviética y alemana

Es interesante saber que tanto la Gestapo nazi como la KGB soviética eligieron este lugar como su cuartel general, cuando ocuparon Lituania con mano de hierro. El museo lleva a los visitantes a través de la historia, comenzando con la resistencia, luego a las invasiones, primero alemán, luego ruso, cuando el destino de la Segunda Guerra Mundial se volvió contra Hitler.

Lituania se convierte así en una república de la Unión Soviética, hasta el tan esperado colapso del comunismo en toda Europa del Este. La represión de la disidencia política fue despiadada, y consistió en limitaciones de todo tipo para la libertad personal, el arresto, el interrogatorio, la detención, la tortura y la muerte.

 

Interior del Museo

El sótano fue utilizado como una prisión. Había células con incluso 20 personas amontonadas en el suelo desnudo; tanques llenos de agua helada donde arrojarían prisioneros. La celda de aislamiento era un agujero sin ventanas. Hay otras celdas en el patio, lugares donde a algunos se les permite respirar un poco, pero no más de una hora por día. El régimen penitenciario mejoró solo un poco a mediados de la década de 1960, con la muerte de Stalin. La represión, en nombre del ateísmo estatal, no perdonó a la Iglesia.

 El cardenal Audrys Juozas Backis, arzobispo emérito de la capital lituana de Vilnius, ha comentado: “Pensemos que solo quedaban nueve iglesias abiertas, la catedral era una sala de conciertos… la iglesia de San Casimiro era un museo… ¡un museo de ateísmo!”

“Juan Pablo II dijo –ha continuado– que lo que sucedió en nuestros países es una catástrofe antropológica que ha tocado la conciencia de la gente. Los abuelos son aquellos que han transmitido algo… la religión era como una pieza de un museo antiguo, que no había vivido”.

Y tantos obispos y sacerdotes ingresaron aquí, acusados de propaganda antisoviética. Los que se marcharon generalmente se dirigieron hacia el gulag siberiano, porque la alternativa era una bala apresurada en la cabeza, en la llamada cámara de ejecución.

 

240.000 víctimas judías

El trágico balance final para toda Lituania se dibuja en un panel frente a la entrada: 50.000 muertos en la conciencia de la Rusia comunista, y aún más aquellos asesinados por los alemanes: alrededor de 240.000, en su mayoría judíos, que hicieron de Vilnius la famosa “Jerusalén de el Norte “. Hoy, solo quedan 5.000 en todo el país.

El museo se estableció apenas un año después de la independencia lituana. Hoy acoge a casi 90.000 visitantes al año y promueve iniciativas escolares tales como enseñar a los jóvenes cómo la libertad que disfrutan es un bien preciado.

Cada año, los jóvenes lituanos que no han visto estos eventos, afortunadamente para ellos, con sus propios ojos, vuelven a representar la historia reciente de su país a través de fotografías, cortometrajes, exhibiciones y objetos hechos a mano. Los dibujos que se muestran aquí en la entrada del museo son los más hermosos e inspirados.

Dale Rudiene, un organizador que trabaja dentro del Ministerio de Educación de Lituania, dice: “Todos los años organizamos este concurso y participan unos 1.000 estudiantes. Si no conoces el pasado, ¿cómo puedes construir un futuro sin opresión, sin crueldad?”

 

Con Deborah Castellano Lubov
Corresponsal de Zenit en los Países Bálticos

 

 

 

23/09/2018-08:58
Rosa Die Alcolea

Misa en Lituania: Ser Iglesia "en salida", no tener miedo a salir y entregarnos

(ZENIT – 23 septiembre 2018).- En su segundo día de visita apostólica a los Países Bálticos, el Santo Padre Francisco ha celebrado la Santa Misa, esta mañana, 23 de septiembre de 2018, en el Parque de Santakos, en Kaunas, el mismo lugar donde el Papa Juan Pablo II celebró la Eucaristía en 1993.

Alrededor de 250.000 personas han participado en la Misa celebrada por el Papa Francisco, principalmente fieles lituanos, polacos y de otros países cercanos, como Bielorrusia, Letonia y Estonia.

“¿Quiénes serán los más pequeños, los más pobres entre nosotros, aquellos que tenemos que acoger a cien años de nuestra independencia?” –ha planteado el Papa–. “¿Quién no tiene nada para devolvernos, para hacer gratificante nuestro esfuerzo y nuestras renuncias?”.

“Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciudad, o aquellos desocupados que deben emigrar. Tal vez son los ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces”, ha propuesto el Santo Padre a los lituanos.

 

Años de sufrimiento

El Papa se encuentra en los Países Bálticos estos días, el que se convierte en su 25º viaje apostólico, enmarcado en el 100 aniversario de la declaración de independencia de los tres países: Lituania, Letonia y Estonia.

En el pasado, estas naciones sufrieron la dictadura bajo regímenes totalitarios. Las Repúblicas bálticas eran las tres repúblicas soviéticas de Lituania, Letonia y Estonia en el período en el que pertenecieron a la Unión Soviética. Los tres países fueron soberanos entre 1918 y 1940, año en el que fueron anexionados por la Unión Soviética tras un período de ocupación alemana entre 1941 y 1945, formando parte de la URSS como RSS de Lituania, RSS de Letonia y RSS de Estonia. Recuperaron la independencia en 1991 a raíz de la denominada Revolución Cantada, y en la actualidad se los conoce como Estados bálticos.

Por ello, el Papa ha dicho en la homilía: “La vida cristiana siempre pasa por momentos de cruz, y a veces parecen interminables. Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición”.

“Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que él interviniera en vuestra historia. Kaunas sabe de esto”, ha enseñado el Papa.

 

Afán de poder

“Hermanos: el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia y, quizás por eso mismo, tampoco aceptan esforzarse en el trabajo del presente”.

Esta es “una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder el contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel”.

Asimismo, el Pontífice ha advertido a los fieles lituanos: No podemos ser como esos “expertos” espirituales, que solo juzgan desde afuera y se entretienen en un continuo hablar sobre “lo que habría que hacer”.

A continuación, ofrecemos la homilía del Papa Francisco en la parque de Santakos, en Kaunas, Lituania.

***

 

Homilía del Papa Francisco

San Marcos dedica toda una parte de su evangelio a la enseñanza de los discípulos. Pareciera que Jesús, a mitad de camino hacia Jerusalén, quiso que los suyos volvieran a elegir sabiendo que ese seguimiento suponía momentos de prueba y de dolor. El evangelista relata ese período de la vida de Jesús recordando que en tres ocasiones él anunció su pasión; ellos expresaron tres veces su desconcierto y resistencia, y el Señor en las tres oportunidades quiso dejarles una enseñanza.

Nosotros acabamos de escuchar la segunda de esas tres secuencias (cf. Mc 9,30-37). La vida cristiana siempre pasa por momentos de cruz, y a veces parecen interminables. Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición. El libro de la Sabiduría nos habla acerca del justo perseguido, aquel que sufre ultrajes y tormentos por el solo hecho de ser bueno (cf. 2,10-20). Cuántos de vosotros podríais relatar en primera persona, o en la historia de algún familiar, este mismo pasaje que hemos leído. Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que él interviniera en vuestra historia. Kaunas sabe de esto; Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío ante la sola mención de Siberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas, entre otros; y puede decir al unísono con el apóstol Santiago, en el fragmento de su carta que hemos escuchado: ambicionan, matan, envidian, combaten y hacen la guerra (cf. 4,2).

Pero los discípulos no querían que Jesús les hablase de dolor y cruz, no quieren saber nada de pruebas y angustias. Y san Marcos recuerda que se interesaban por otras cosas, que volvían a casa discutiendo quién era el mayor. Hermanos: el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia y, quizás por eso mismo, tampoco aceptan esforzarse en el trabajo del presente. Y entonces se discute sobre quién brilló más, quién fue más puro en el pasado, quién tiene más derecho a tener privilegios que los otros. Y así negamos nuestra historia, «que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 96). Es una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder el contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel. No podemos ser como esos “expertos” espirituales, que solo juzgan desde afuera y se entretienen en un continuo hablar sobre “lo que habría que hacer” (cf. ibíd.).

Jesús, sabiendo lo que sentían, les propone un antídoto a estas luchas de poder y al rechazo del sacrificio; y, para darle solemnidad a lo que va a decir, se sienta como un Maestro, los llama, y realiza un gesto: pone a un niño en el centro; un niñito que generalmente se ganaba los mendrugos haciendo los mandados que nadie quería hacer. ¿A quién pondrá en el medio hoy, aquí, en esta mañana de domingo? ¿Quiénes serán los más pequeños, los más pobres entre nosotros, aquellos que tenemos que acoger a cien años de nuestra independencia? ¿Quién no tiene nada para devolvernos, para hacer gratificante nuestro esfuerzo y nuestras renuncias? Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciudad, o aquellos desocupados que deben emigrar. Tal vez son los ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces.

“En medio” significa equidistante, para que nadie se pueda hacer el distraído, ninguno pueda argumentar que “es responsabilidad de otro”, porque “yo no lo vi” o “estoy más lejos”. Sin protagonismos, sin querer ser los aplaudidos o los primeros. Allá, en la ciudad de Vilna, le tocó al río Vilna aportar su caudal y perder su nombre ante el Neris; acá, es el mismo Neris el que pierde su nombre aportando su caudal al Nemunas. De eso se trata, de ser una Iglesia “en salida”, de no tener miedo a salir y entregarnos aun cuando parezca que nos disolvemos, de perder en pos de los más pequeños, de los olvidados, de aquellos que habitan en las periferias existenciales.

Pero sabiendo que ese salir implicará también en ocasiones un detener el paso, dejar de lado ansiedades y urgencias, para saber mirar a los ojos, escuchar y acompañar al que se quedó al borde del camino. A veces tocará comportarse como el padre del hijo pródigo, que se queda a la puerta esperando su regreso, para abrirle apenas llegue (cf. ibíd., 46); y otras, como los discípulos que tienen que aprender que cuando se recibe a un pequeño es al mismo Jesús a quien se recibe.

Porque por eso estamos hoy acá, ansiosos de recibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía, en los pequeños. Recibirlo para que él reconcilie nuestra memoria y nos acompañe en un presente que nos sigue apasionando por sus desafíos, por los signos que nos deja, para que lo sigamos como discípulos, porque no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de los discípulos de Cristo, y así sentimos como nuestros los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. ap. Gaudium et spes, 1). Por eso, y porque como comunidad nos sentimos verdadera e íntimamente solidarios del género humano —de esta ciudad y de toda Lituania— y de su historia (cf. ibíd.), queremos entregar la vida en el servicio y en la alegría, y así hacer saber a todos que Cristo Jesús es nuestra única esperanza.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

23/09/2018-16:51
Redacción

Papa en Lituania: "Señor, que tu grito nos mantenga despiertos"

(ZENIT — 23 sept. 2018).- Con expresión de tristeza y dolor, el Papa Francisco ha rezado una oración delante del Monumento de las víctimas del gueto judío, en la Plaza Rudniku en Vilna, en la tarde del domingo, 23 de septiembre de 2018, día que se cumplen 75 años de la destrucción del gueto.

El Pontífice ha orado ante todos los presentes, tras visitar el Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad en Vilna, capital de Lituania, a las 16 horas (15 horas en Roma).

Después de haber celebrado la Santa Misa y orado a la Madre de Dios en el Parque Santakos en Kaunas, el Santo Padre se encontró con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas en la Catedral de esta ciudad lituana.

 

Destrucción del gueto judío

Con la ocupación nazi, murieron en Lituania 195.000 judíos, el 95 por ciento de los que vivían en Lituania y que suponían en Vilna, conocida también como "la Jerusalén del Norte", con sus 115 sinagogas- la mitad de la población.

Tal día como hoy, hace 75 años, los alemanes destruyeron definitivamente el gueto, y la fecha se conserva como jornada de la memoria del Genocidio judío en un país que enseña la historia del Holocausto en las escuelas, ha compensado a los supervivientes y ha impuesto «tolerancia cero» frente a los delitos de antisemitismo.

Los nazis convirtieron Vilnius en un escenario de muerte. De los 208.000 judíos de Lituania sobrevivieron solo 12.000. Los alemanes asesinaron a 55.000 en el gueto de Vilnius y a otros 60.000 a unos kilómetros de allí, en el bosque de Paneriai.

Lituania declaró finalmente su independencia el 11 de marzo de 1990.

A continuación, ofrecemos la oración que el Papa ha leído delante del Monumento de las Víctimas

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Oración del Papa Francisco

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,47).

Tu grito, Señor, no deja de resonar, y hace eco en estas paredes que recuerdan los padecimientos vividos por tantos hijos de este pueblo. Lituanos y provenientes de diferentes naciones han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo.

En tu grito, Señor, encuentra eco el grito del inocente que se une a tu voz y se eleva hacia el cielo. Es el Viernes Santo del dolor y de la amargura, de la desolación y de la impotencia, de la crueldad y del sinsentido que vivió este pueblo lituano ante la ambición desenfrenada que endurece y ciega el corazón.

En este lugar de la memoria, te imploramos Señor que tu grito nos mantenga despiertos. Que tu grito, Señor, nos libre de la enfermedad espiritual al que como pueblo estamos siempre tentados: olvidarnos de nuestros padres, de lo que se vivió y padeció.

Que en tu grito y en las vidas de nuestros mayores que tanto sufrieron encontremos la valentía para comprometernos decididamente con el presente y con el futuro; que aquel grito sea estímulo para no acomodarnos a las modas de turno, a los slogans simplificadores, y a todo intento de reducir y privar a cualquier persona de la dignidad con la que tú la has revestido.

Señor, que Lituania sea faro de esperanza. Sea tierra de la memoria operosa que renueve compromisos contra toda injusticia. Que promueva intentos creativos en la defensa de los derechos de todas las personas, especialmente de los más indefensos y vulnerables. Y que sea maestra en cómo reconciliar y armonizar la diversidad.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

23/09/2018-09:26
Rosa Die Alcolea

Ángelus en Lituania: Francisco reza por la comunidad judía

(ZENIT — 23 sept. 2018).- Francisco ha agradecido a la Presidenta de la República de Lituania y a las autoridades así como a los obispos y sus colaboradores, por la preparación de esta visita, también a todos los que de tantos modos han dado su contribución, incluso con la oración.

Han sido las palabras del Santo Padre al término de la oración del Ángelus, pasadas las 12 horas (hora local) en Kaunas, Lituania, donde ha celebrado la Santa Misa a las 10 horas, ante 250.000 fieles.

Asimismo, el Pontífice ha manifestado que piensa "en modo particular durante estos días en la comunidad judía: "Esta tarde rezaré delante del Monumento a las Víctimas del Gueto en Vilna, en el 75 aniversario de su destrucción. Que el Altísimo bendiga el diálogo y el compromiso común por la justicia y la paz".

 

 

23/09/2018-10:07
Rosa Die Alcolea

Ángelus: El cristiano debe "estar allí donde nadie quiere ir, sirviendo"

(ZENIT – 23 sept 2018).- El Papa ha recordado la destrucción definitiva del Gueto de Vilna, hace 75 años, y el aniquilamiento de los hebreos en Lituania, al rezar el Ángelus en Kaunas, este domingo, 23 de septiembre de 2018.

En este contexto el Santo Padre ha propuesto: “Pidamos al Señor que nos dé el don del discernimiento para detectar a tiempo cualquier rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de las generaciones que no han vivido aquello”.

Jesús en el Evangelio nos recuerda una tentación sobre la que tendremos que vigilar con insistencia: el afán de primacía, de sobresalir por encima de los demás, que puede anidar en todo corazón humano, ha señalado Francisco.

 

Francisco habla lituano

Así, el Pontífice ha anunciado que el “antídoto” que propone Jesús cuando aparece esa pulsión en nuestro corazón o en el latir de una sociedad o un país: “Hacerse el último de todos y el servidor de todos; estar allí donde nadie quiere ir, donde nada llega, en lo más distante de las periferias; y sirviendo, generando encuentro con los últimos, con los descartados”.

Los fieles lituanos, polacos y procedentes de los países vecinos a Lituania han aplaudido y celebrado con entusiasmo las palabras del Papa Francisco en lituano al terminar la oración del Ángelus: “Gražaus sekmadienio! Skaniu pietu!”, que significa: “¡Feliz domingo. Buen almuerzo!”.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

El libro de la Sabiduría que hemos escuchado en la primera lectura nos habla del justo perseguido, de aquel cuya “sola presencia” molesta a los impíos. El impío es descrito como el que oprime al pobre, no tiene compasión de la viuda ni respeta al anciano (cf. 2,17-20). El impío tiene la pretensión de creer que su “fuerza es la norma de la justicia”. Someter a los más frágiles, usar la fuerza en cualquiera de sus formas: imponer un modo de pensar, una ideología, un discurso dominante, usar la violencia o represión para doblegar a quienes simplemente, con su hacer cotidiano honesto, sencillo, trabajador y solidario, expresan que es posible otro mundo, otra sociedad. Al impío no le alcanza con hacer lo que quiere, dejarse llevar por sus caprichos; no quiere que los otros, haciendo el bien, dejen en evidencia su modo de actuar. En el impío, el mal siempre intenta aniquilar el bien.

Hace 75 años, esta nación presenciaba la destrucción definitiva del Gueto de Vilna; así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos que ya había comenzado dos años antes. Al igual que se lee en el libro de la Sabiduría, el pueblo judío pasó por ultrajes y tormentos. Hagamos memoria de aquellos tiempos, y pidamos al Señor que nos dé el don del discernimiento para detectar a tiempo cualquier rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de las generaciones que no han vivido aquello y que a veces pueden correr tras esos cantos de sirena.

Jesús en el Evangelio nos recuerda una tentación sobre la que tendremos que vigilar con insistencia: el afán de primacía, de sobresalir por encima de los demás, que puede anidar en todo corazón humano. Cuántas veces ha sucedido que un pueblo se crea superior, con más derechos adquiridos, con más privilegios por preservar o conquistar. ¿Cuál es el antídoto que propone Jesús cuando aparece esa pulsión en nuestro corazón o en el latir de una sociedad o un país? Hacerse el último de todos y el servidor de todos; estar allí donde nadie quiere ir, donde nada llega, en lo más distante de las periferias; y sirviendo, generando encuentro con los últimos, con los descartados. Si el poder se decidiera por eso, si permitiéramos que el Evangelio de Jesucristo llegara a lo hondo de nuestras vidas, entonces sí sería una realidad la “globalización de la solidaridad”. «Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas” (Ga 6,2)» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 67).

Aquí en Lituania está la colina de las cruces, donde millares de personas, a lo largo de los siglos, han plantado el signo de la cruz. Los invito a que, al rezar el Ángelus, le pidamos a María que nos ayude a plantar la cruz de nuestro servicio, de nuestra entrega allí donde nos necesitan, en la colina donde habitan los últimos, donde es preciso la atención delicada a los excluidos, a las minorías, para que alejemos de nuestros ambientes y de nuestras culturas la posibilidad de aniquilar al otro, de marginar, de seguir descartando a quien nos molesta y amenaza nuestras comodidades.

Jesús pone en medio a un pequeño, lo pone a la misma distancia de todos, para que todos nos sintamos desafiados a dar una respuesta. Al recordar el “sí” de María, pidámosle que haga nuestro “sí” generoso y fecundo como el suyo.

[Angelus Domini…]

Feliz domingo. Buen almuerzo. — Gražaus sekmadienio! Skaniu pietu!

 

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23/09/2018-10:45
Redacción

Video del Papa a los catequistas: "Vuestra palabra siempre será un primer anuncio"

Publicamos el texto del mensaje de video que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el congreso internacional "El catequista, testigo del misterio", organizado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización (Aula Pablo VI 20-23 Septiembre, 2018).

 

Video mensaje del Papa Francisco

Queridos y queridas catequistas, ¡buenos días!

Me hubiera gustado mucho compartir con vosotros en persona este momento tan importante en que os reunís para reflexionar sobre la segunda parte del Catecismo de la Iglesia Católica, que aborda contenidos importantes y fundamentales para la Iglesia y para todos los cristianos, como la vida sacramental, la acción litúrgica y su impacto en la catequesis. Mons. Fisichella me ha informado de que sois muchos, cerca de 1.500 catequistas, y que provenís de 48 países diferentes, en muchos casos acompañados por vuestros obispos, a quienes saludo cordialmente. Gracias por vuestra presencia Gracias por el entusiasmo con el que vivís siendo catequistas en la Iglesia y para la Iglesia.

Recuerdo con placer el primer encuentro que tuve con vosotros en el Año de la Fe, en 2013, y cuando os pedí "¡sed catequistas!, no trabajéis de catequistas: ¡esto no sirve! Yo trabajo de catequista porque me gusta enseñar. Pero si no eres un catequista, no sirve. ¡No serás fecundo, no serás fecunda! Ser catequista es una vocación: ser catequista, esta es la vocación, no trabajar de catequista. Prestad atención, no he dicho hacer de catequista, sino serlo, porque involucra la vida. Lleva al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio".

Hoy estoy en Vilnius para el viaje apostólico a los Países bálticos que se había programado hace tiempo. Aprovecho estas eficaces herramientas de la tecnología para estar con vosotros y dirigiros algunos pensamientos que quiero transmitiros, para que vuestra llamada a ser catequistas asuma cada vez más una forma de servicio que se lleva a cabo en la comunidad cristiana y que debe ser reconocido como un ministerio de la Iglesia, verdadero y genuino, que necesitamos mucho.

A menudo pienso en el catequista como aquel que se ha puesto al servicio de la Palabra de Dios, que frecuenta esta Palabra diariamente para hacer de ella su alimento y participarla con los demás con eficacia y credibilidad. El catequista sabe que esta Palabra está "viva" (Hebreos 4:12) porque constituye la regla de la fe de la Iglesia (véase CONC, ECUM II VAT, Dei Verbum, 21, Lumen Gentium, 15). En consecuencia, el catequista no puede olvidar, especialmente hoy en un contexto de indiferencia religiosa, que su palabra es siempre un primer anuncio. Pensadlo bien: en este mundo, en esta área de tanta indiferencia, vuestra palabra siempre será un primer anuncio, que llega a tocar el corazón y la mente de muchas personas que están a la espera de encontrar a Cristo. Incluso sin saberlo, pero lo están esperando. Y cuando digo el primer anuncio no lo digo solo en el sentido temporal. Por supuesto, esto es importante, pero no siempre es así. ¡El primer anuncio equivale a subrayar que Jesucristo muerto y resucitado por el amor del Padre, da su perdón a todos sin distinción de personas, si tan solo abren sus corazones para dejarse convertir! A menudo no percibimos el poder de la gracia que, a través de nuestras palabras, llega profundamente a nuestros interlocutores y los moldea para que puedan descubrir el amor de Dios. El catequista no es un maestro o un profesor que cree que da una lección. La catequesis no es una lección; la catequesis es la comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo. ¡Este anuncio de varias maneras y con diferentes idiomas es siempre el "primero" que el catequista está llamado a dar!

Por favor, en la comunicación de la fe no caigáis en la tentación de trastocar el orden con el cual la Iglesia desde siempre ha anunciado y presentado el kerigma, y ??que también se refleja en la misma estructura del Catecismo. Por ejemplo, no se puede anteponer la ley, aunque fuera la moral, al anuncio tangible del amor y de la misericordia de Dios. No podemos olvidar las palabras de Jesús: "No he venido a condenar, sino a perdonar... "(Cf. Jn 3:17; 12.47). De la misma manera, no se puede presumir de imponer una verdad de fe prescindiendo de la llamada a la libertad que esta conlleva. Los que han experimentado el encuentro con el Señor siempre se parecen a la samaritana que desea beber un agua que no se agote, pero al mismo tiempo corre inmediatamente a decir a los vecinos de su aldea que vengan donde está Jesús (cf. 30).

Es necesario que el catequista entienda, por lo tanto, el gran desafío al que se enfrenta para educar en la fe, en primer lugar a aquellos que tienen una identidad cristiana débil y, por esta razón, necesitan proximidad, acogida, paciencia, amistad. Sólo así la catequesis se convierte en promoción de la vida cristiana, apoyo en la formación global de creyentes e incentivo para ser discípulos misioneros.

Una catequesis que pretende ser fecunda y en armonía con toda la vida cristiana encuentra su savia en la liturgia y en los sacramentos. La iniciación cristiana requiere que en nuestras comunidades se active cada vez más un camino catequético que nos ayude a experimentar el encuentro con el Señor, el crecimiento en su conocimiento y el amor por su seguimiento. La mistagógica ofrece una oportunidad muy importante para recorrer este camino con valor y determinación, favoreciendo el abandono de una fase estéril de la catequesis, que a menudo aleja sobre todo a nuestros jóvenes, porque no encuentran la frescura de la propuesta cristiana y la incidencia en su vida. El misterio que celebra la Iglesia encuentra su expresión más bella y coherente en la liturgia. No olvidemos en nuestra catequesis la contemporaneidad de Cristo. Efectivamente, en la vida sacramental, que encuentra su culminación en la Santa Eucaristía, Cristo se hace contemporáneo con su Iglesia: la acompaña en las vicisitudes de su historia y nunca está lejos de su Esposa. Él es quien se hace cercano y próximo a los que lo reciben en su Cuerpo y su Sangre, y los convierte en instrumentos del perdón, testigos de la caridad con los que sufren, y participantes activos en la creación de la solidaridad entre los hombres y los pueblos. ¡Qué beneficioso sería para la Iglesia que nuestras catequesis se basaran en captar y vivir la presencia de Cristo que actúa y obra salvación, permitiendo que experimentemos incluso ahora la belleza de la vida de comunión con el misterio de Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Os deseo que viváis estos días con intensidad, para que luego llevéis a vuestras comunidades la riqueza de lo que habéis experimentado en este encuentro internacional. Os acompaño con mi bendición y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

 

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23/09/2018-06:08
Isabel Orellana Vilches

Beata Columba Gabriel, 24 de septiembre

«Joven aristócrata polaca que eligió el camino de la santidad, fortaleciéndose en las pruebas. En cumplimiento de la voluntad divina fundó en Roma las Hermanas Benedictinas de la Caridad»

Hoy festividad de la Virgen de la Merced, la Iglesia también celebra la vida de esta beata. Se llamaba Juana Matylda Gabriel y era polaca. Nació el 3 de mayo de 1858 en Stanisławów (actualmente pertenece a Ucrania, pero entonces se hallaba bajo el dominio austriaco). Era la primogénita de los dos vástagos nacidos en el seno de una noble familia. Su ilustre procedencia y buenos recursos económicos le permitieron gozar de una esmerada educación, que recibió primeramente en su palacio, completándola en el centro de su localidad nataly en la escuela regida por las benedictinas de Lviv. Fue una etapa que le proporcionó gran riqueza espiritual y cultural. A las disciplinas ordinarias añadieron pintura, música y danza, lo cual acrecentó su sensibilidad natural hacia el arte y todo lo bello. El futuro era más que prometedor, pero su convivencia con las religiosas le instó a unirse a ellas como novicia en 1874, antes de culminar sus estudios. Allí tomó el nombre de Columba.

Dos años más tarde obtuvo el título de maestra con toda brillantez, y en 1879 el de profesora de educación secundaria. Acreditada como docente comenzó a dar clases mientras iba fortaleciéndose su vocación. Emitió la profesión perpetua en 1882. En 1889 esta ejemplar religiosa que hacía de la virtud el emblema de su quehacer, competente y gran profesional, fue nombrada priora de la comunidad por la abadesa Alessandra Hatal. Y en 1894 viendo su trayectoria espiritual que enmarcaba una vida de intensa oración, cuyos frutos eran más que visibles en su caridad, prudencia, discreción, sabiduría..., a los que se añadían sus cualidades organizativas y espíritu de iniciativa, la designaron maestra de novicias. Tres años más tarde, tras el fallecimiento de la abadesa Madre Hatal, le sucedió en esta alta misión.

Se distinguió por su fidelidad al cumplimiento de la regla. Y ese carácter observante fue instrumento de discordia para las religiosas que no lo eran, como suele suceder en toda rencilla y envidia en las que el rigor evangélico brilla por su ausencia. El dardo envenenado de las injurias sembró su gobierno de dudas, y fue obligada a dimitir de su cargo. Las presiones, lejos de amainar, arreciaron. Llevada de su ardiente caridad con los necesitados, acogió bajo su amparo a una joven huérfana de 12 años que no tenía a nadie, a la que se ocupó de proporcionarle una buena educación. Creyó firmemente en ella, considerando que podía tener buen fondo, pero se equivocó. Hundida en la increencia, la adolescente atacó con fiereza a su bienhechora. Juana siguió intentando que volviese los ojos a Dios, pero la muchacha se enfrentó a todo volcando su ingratitud en el monasterio. La suma de contratiempos y la fuerte oposición de la comunidad obligó a la beata a salir de la misma el 24 de enero de 1900.

Pero Dios Padre nunca abandona a sus hijos, y al final, la verdad, esa verdad que está clavada en la cruz, muestra su faz. La de Juana, como la de todos los elegidos, cabalgaba a lomos de esas celestes previsiones que Dios concibió para ella desde toda la eternidad. Las pruebas que le asaltaron no eran más que destellos del designio divino que acrisolaron su fe, disponiéndola para el destino al que iba siendo conducida. Primero buscó refugio en Roma donde llegó con el peso de su amargura, pero también esperanzada. La acogió la beata María Franziska Siedliska en su obra, la Sagrada Familia de Nazaret. Después, y aunque hubiera deseado volver con su anterior comunidad, por sugerencia del arzobispo de Lviv se trasladó al monasterio benedictino del Subiaco donde permaneció hasta 1902. De nuevo en Roma ejerció su labor apostólica a través de la educación que proporcionaba a la mujer.

Ese espíritu de desprendimiento, su amor a la pobreza, que le llevaba a identificarse con las personas desamparadas y sin recursos, tuvo nuevo cauce en esta etapa de su vida. En la parroquia de Testaccio y Prati los niños y los necesitados fueron los destinatarios de su encomiable labor social. Creó la «Casa de la Familia» que brindaba protección, alojamiento, formación cristiana y asistencia a las jóvenes trabajadoras carentes de medios económicos y alejadas de la familia. Para ello contó con la ayuda de un grupo de nobles mujeres que tenían al frente a la princesa Barberini. La respaldaron en su labor el beato dominico Jacinto Cormier, quien le presentó al cardenal vicario de Roma, Pietro Respighi, y el misionero del Sagrado Corazón, Vincenzo Ceresi. Ambos vieron en sus acciones nueva vía apostólica.

Ayudada por Ceresi abrió una casa en Roma para jóvenes obreras pobres. Simultáneamente, aglutinó en torno a sí muchachas dispuestas a involucrarse en esta misión, lo que dio lugar a la fundación de las Hermanas Benedictinas de la Caridad en 1908. El carisma de asistencia a las mujeres abandonadas lo extendieron después a las parroquias ampliando su radio de acción con niños y ancianos. Indicó a sus hijas que siempre hicieran la voluntad de Dios «con fervor y amor», recordándoles que había llegado a Roma para ejercer la caridad. Murió el 24 de septiembre de 1926 en Centocelle, una zona marginal de Roma. Después de su deceso, le sucedió en la misión la cofundadora de la Orden, Plácida Oldoini. Juana fue beatificada por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1993.

 

 

23/09/2018-18:55
Redacción

Letonia: Programa del lunes, 24 de septiembre de 2018

Programa (hora local UTC+2) del itinerario del Papa Francisco en su tercer día en los Países Bálticos, su 25º viaje apostólico internacional.

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Lunes 24 septiembre 2018VILNIUS-RIGA-VILNIUS  
07:20 Salida en avión del aeropuerto de  Vilnius para Riga  
08:20 Llegada al aeropuerto internacional de Riga  
  RECIBIMIENTO OFICIAL  
08:50 CEREMONIA DE BIENVENIDA  en el Patio  del Palacio Presidencial  
09:05 VISITA DE CORTESÍA AL PRESIDENTE en el Palacio Presidencial  
09:30 ENCUENTRO con las AUTORIDADES, con la SOCIEDAD CIVIL y con el CUERPO DIPLOMÁTICO en el Salón de Recepciones  del Palacio Presidencial Discurso del Santo Padre
10:10 DEPOSICIÓN DE FLORES Y CEREMONIA  en el Monumento de la Libertad  
10:40 ENCUENTRO ECUMÉNICO en el Rigas Doms Discurso del Santo Padre
11:50 VISITA A LA CATEDRAL católica de Santiago Saludo del Santo Padre
12:30 Almuerzo con los obispos en la Casa archidiocesana de la Sagrada Familia  
14:30 Traslado en helicóptero del Riga Harbour Halipad al Santuario de la Madre de Dios de Aglona  
16:30 SANTA MISA en la zona del Santuario de la Madre de Dios de Aglona Homilía del Santo Padre
18:30 CEREMONIA DE DESPEDIDA en el helipuerto de Aglona  
18:45 Traslado en helicóptero al aeropuerto internacional de Vilnius