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Nicaragua: más hostigamientos contra sacerdotes

 

El obispo de la diócesis de Estelí, Mons. Abelardo Mata denunció hostigamientos contra un sacerdote a cargo de la parroquia Inmaculada Concepción. A principios de septiembre, un grupo de armados disparó a la camioneta de un sacerdote de Jalapa

 

 

24 septiembre 2018, 13:55 | Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano


 

 

El obispo de la Diócesis de Estelí, monseñor Abelardo Mata, se refirió a las amenazas y actos de intimidación en contra de la iglesia católica.

La iglesia católica sigue sufriendo asedios por parte de grupos ligados al gobierno, según la afirmación de Mons. Juan Abelardo Mata.  El sábado pasado, durante la celebración de los 50 años de la Universidad Católica del Trópico Seco (UCATSE), se refirió al más reciente episodio violento que sufrió uno de los sacerdotes de la diócesis de Estelí.

 

Disparan a camioneta de sacerdote en Jalapa

El sacerdote Stedman Muller, párroco del Templo Inmaculada Concepción en el municipio de Jalapa, departamento de Nueva Segovia, sufrió el ataque de grupos armados que le hicieron señal de parada y debido a que él hizo caso omiso, realizaron disparos en contra de la camioneta que conducía el pasado 09 de septiembre.

El ataque en contra del párroco Muller es una de las formas más violentas que ha sufrido un miembro de la Diócesis de Estelí, después de que el 03 de julio el templo parroquial La Candelaria de La Trinidad fuera atacado a balazos, día que la policía y civiles armados ejecutaron la operación "Plan Limpieza" para desmontar el tranque instalado en ese municipio.

Además, los templos La Cruz del Calvario, San Francisco de Asís en el barrio El Rosario, el Colegio Nuestra Señora del Rosario y la Catedral de Estelí, han sido objetos de pintas en las que les señalan de golpistas. Hasta el momento se desconoce quiénes son los autores de las pintas realizadas en los muros, donde también han escrito "plomo".

 

Agresiones contra el padre Edwin Román

En su testimonio al canal católico, el Padre Edwin Román recordó el 11 de mayo, cuando Masaya inició su calvario. El Padre dijo que escuchó afuera de la casa cural, disparos, bombas, pedrazos, jóvenes que gritaban y corrían, y les abrió la puerta de la casa cural, vio jóvenes desangrados, les dio agua para aliviarse de las bombas lacrimógenas, junto a él algunos vecinos.

A partir de allí, el padre salió a las calles acompañando a la población, a buscar a sus familiares presos, yendo a las distintas cárceles. Muchos de estos jóvenes cuando los llevan prisioneros antes los golpean, masacrándolos, torturándolos. “Que impacto me dio ver a un niño de 15 años con un disparo en el pecho. Es muy doloroso”.

En Masaya, dijo el sacerdote, los fieles me pidieron como ayudarles, dando aliento y esperanza a las familias. Mi experiencia es la de toda la Iglesia, es no dejar solo a su pueblo cuando lo necesita. Como dice el Papa Francisco hay que tener olor de Oveja y no de incienso. El Papa habla de una Iglesia en salida, pues estamos haciendo esto. Esto ha molestado a Ortega que la Iglesia está al lado del que sufre. Somos pastores para nuestro pueblo.

 

Golpistas y asesinos

“Este término no nos amedrenta”. El padre fue testigo de jóvenes muriendo, lo que más le impresionó, la muerte, la sangre. Descubrir hasta donde llega la maldad, la crueldad de un “régimen contra su pueblo” es duro, “yo no sé en qué país estamos a veces. No nos importan que nos digan golpistas, estamos sirviendo a un pueblo necesitado”.

Desde que abrieron las puertas de la casa cural a los jóvenes han recibido amenazas, asedios. Y acusándolo de tener armas ocultas en su Iglesia, guardado bombas o hecho reuniones golpistas.

Lo que ocurrió el domingo pasado, dijo el padre Edwin, estaba punto de realizar una celebración eucarística cuando llego a la iglesia veo las puertas cerradas y me dicen que las cerraron porque se acababan de llevar unos jóvenes porque estaban convocando a una marcha de globos azul y blanco.  “Y había un altoparlante puesto al lado de la Iglesia que invadía el sonido, y no se pudo se podía celebrar, así que salí a la calle y pedí si podían bajarle al sonido, de buenas maneras. El jefe policial reaccionó de una manera muy vulgar, con palabras soeces, me da un empujón, me dice metánse a su iglesia y coman esas galletas, haciendo alusión a la eucaristía. Yo le respondí ese que tu llamas galletas, es el único que te puede salvar”.