Colaboraciones

 

El ser eterno

 

“Si existen seres ha de existir un ser eterno que no procede de ningún otro ser”

 

 

05/10/2018 | por Javier Garralda


 

 

Vemos que en el mundo que conocemos por experiencia sensorial, unos seres proceden de otros y estos de otros anteriores y así indefinidamente. Así los hijos proceden de sus padres y estos de los abuelos, que a su vez vienen de los bisabuelos, y así remontándonos hacia tiempos pasados.

¿Podemos suponer que esa cadena restrospectiva se extiende a tiempos pretéritos tan lejanos como se quiera?

Supongamos como ilustración, que cada ser es como un vagón de un tren que viene arrastrado por el vagón anterior (un ser viene a la vida generado por el ser precedente) y así sucesivamente. Pero ningún vagón se movería (ningún ser generaría otra existencia) si no estuviera en cabeza una locomotora que se mueve a sí misma y ella no es movida, y que impulsa el movimiento de todos los vagones. Ningún ser podría moverse, dar nacimiento a otros seres, si no existiera, en su origen último, un ser que genera a los demás y él no es generado por ningún otro.

Y pasando de la metáfora intuitiva al razonamiento: Si algo existe, necesariamente siempre ha existido algo (o alguien) ya que, de la nada, nada puede surgir. Un científico busca las causas de las cosas y decir que algo viene de la nada equivale a afirmar que no tiene causa, es decir, es a discurrir de forma anticientífica y por supuesto de modo también antifilosófico. Y ya hemos visto que si se afirma que tiene causa, no podemos remontarnos indefinidamente a la causa de la causa de la causa… Sino que necesariamente tendremos que postular una causa que a su vez no es causada (como la locomotora que mueve sin ser movida por otro vehículo). Sin ella, el movimiento o causación sucesiva de los seres no podría tener lugar (como los vagones sin locomotora, delante, no se moverían).

Pero es que además ¿cómo se explica la misma sucesión de los seres? Porque cada ser solo da cuenta del siguiente, pero del conjunto de la sucesión, de su remontarse atrás en el tiempo ¿por qué viene explicado? En nuestro ejemplo, el vagón explica el movimiento del vagón de detrás, pero ¿qué explica el movimiento del tren? En nuestra metáfora la explicación está en la locomotora que mueve todo el tren y ella no es arrastrada por ningún otro vehículo.

Análogamente, hemos de pensar que el ser que explica la sucesión de los seres está fuera de tal sucesión, ya que él no ha sido originado por nada ni nadie.

Este ser necesario y eterno no es originado por nada y todo tiene, en último término, su origen en él, tanto cada ser concreto, como la misma sucesión de los seres.

También la razón nos ayuda a concluir que este ser necesario, origen sin origen y causa sin causa de todos los seres, es la razón última de que existan seres bellos, inteligentes y buenos. Es la fuente de belleza, inteligencia y bondad.

Supongamos que nos veamos inclinados a pensar que este ser no es bueno. Por ejemplo, a veces uno puede verse tentado a decir: “¿Cómo Dios ha permitido este mal? Si yo fuera Dios no lo habría permitido”. Entonces, quizá inconscientemente, venimos a afirmar que nosotros somos más buenos que Dios (no permitiríamos algo que nos parece absolutamente y sin remedio malo). Pero si nuestra inteligencia y nuestra bondad, como todo nuestro ser, proceden de Él, ¿cómo podría ser que yo tuviera más bondad que el que es la causa de mi bondad? Ya se ve clara la contradicción. Así Dios es bueno. Por tanto, la razón nos ayuda a creer que Dios es bueno. Y la Fe nos lo reafirma concibiendo un Dios infinitamente bueno e infinito amor.

No solo Dios es el Ser Eterno y necesario, sino el Ser Santo de quien procede toda bondad. No se trata solo de un Dios origen abstracto del ser, o gozne lógico del Universo, sino de un Dios vivo, fuente de toda bondad y santidad. A esta conclusión nos lleva la razón y nos reafirma la Fe.