Colaboraciones

 

La paranoia de la ideología de género

 

Los órganos sexuales masculinos pasan a ser femeninos si están en el cuerpo de una mujer (sic)

 

 

10/10/2018 | por Carlos Álvarez Cozzi


 

 

Si una mujer tiene pene y testículos entonces ese pene y testículos son genitales femeninos, debido a que están en el cuerpo de una mujer”. “Gladiadora Oscura” en la red social Instagram.

Si no fuera porque esta frase es cierta sería para sonreír por considerarla una broma. Pero no, es real.

Nos preguntamos cómo podrá ser el cuerpo de una mujer que tenga pene y testículos.

A esto ha conducido la nefasta ideología de género que, además de violar la laicidad cuando la sostiene el Estado, porque el mismo no debe sostener como propia ninguna ideología o credo, viola los derechos constitucionales de los padres a decidir qué educación quiere darle a sus hijos.

Nos recuerda el caso de esa chica que cuando se enteró que estaba embarazada de un varón, decidió abortarlo para no portar en sus entrañas a un miembro del patriarcado.

Y sobre ello reflexionábamos:

Este episodio lamentable, que es solamente la punta del “iceberg”, nos evoca lo que el intelectual español Josep Miró denomina en su reciente obra “La sociedad desvinculada” como la “abolición del hombre”, a la que conduce la ideología de género. Citando al escritor C.S.Lewis, aplica la frase a la triste y antinatural realidad de la ideología o perspectiva de género que se expande por el mundo como sorda enfermedad que, de no ser detenida, llevará al enfermo a la muerte.

Esta ideología sostiene, según Miró, que “la orientación sexual y la identidad sexual de las personas son el resultado de una “construcción social”. Es decir, el dato biológico del sexo con que nacemos no cuenta para nada para esta ideología. Es más, se lo niega explícitamente. No hay hombres ni mujeres, ni padres ni madres, porque la naturaleza biológica no importa. El sexo de la humanidad, dicen, “es polimorfo, voluntario, transitorio, homosexual, bisexual, transexual, transgénero”. Y de esas falsas premisas se deriva la legitimidad de afectar seriamente la consideración de la ética social vinculada con las cuestiones de sexo y familia.

Y como consecuencia de lo anterior, esta ideología está llegando a consagrarse en muchas legislaciones nacionales y en varios tratados internacionales. Porque hay Organismos Internacionales que están hace años infiltrados por agentes de esta ideología, ante la pasividad muchas veces de los representantes de Estados que incluso no se adhieren a esta perspectiva.

Porque no se trata de la justa reivindicación de los derechos de la mujer, con la que todos estamos de acuerdo por una sencilla razón de equidad, sino de otra cosa muy diferente.

Lo más triste, y por ahora más grave, es que muchos en la sociedad civil, gobernantes, docentes, profesionales, periodistas, formadores de opinión, etc., que incluso no conocen los alcances de esta nefasta ideología, repiten como loros la expresión “género”, por ser acaso “políticamente correcta”, creyendo, tal vez, la mayoría, que se trata de un sinónimo de sexo cuando en verdad lo que se pretende en realidad es sustituir una expresión por otra como forma de ir penetrando las mentes de los individuos al servicio del camino hacia el logro definitivo de tal propósito. Es lo cultural, lo semántico, usado al servicio de una ideología antinatural y por ello totalmente falsa.

Terminábamos afirmando en ese trabajo que sólo tomando conciencia de los graves daños que la misma ocasiona, como lo han expresado muchos gobernantes, incluso de izquierda, como el ecuatoriano Rafael Correa, es como podrá detenerse este alud antinatural.

Esta ideología falsa, que niega lo natural de la biología, que la ignora directamente, quiere imponerse a sangre y fuego en muchos países por presión de organismos internacionales.

Las consecuencias lamentablemente se verán dentro de algunos años en forma más grave aún.

Por eso es imperioso tomar conciencia para ponerle freno.