Tribunas

Los Papas y el demonio

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

En vísperas de la canonización del beato Pablo VI, convendría recordar un dato destacado de la vida del nuevo pontífice santo que, ahora, en el actual tiempo del pontificado del Papa Francisco parece que está adquiriendo relevancia.

Se trata de las referencias que Pablo VI, a partir del año 72, hizo del demonio. Es decir, las veces que el Papa se refirió al padre de la mentira, en los tiempos finales de su pontificado.

En la audiencia general del 15 de noviembre de 1972 dijo: “¿Cuáles son hoy las necesidades mayores de la Iglesia? No os suene como simplista, o justamente como supersticiosa e irreal nuestra respuesta; una de las necesidades mayores es la defensa de aquel mal que llamamos demonio. (…) El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y perverso. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa”.

Más adelante, en el mismo texto señalaba que “este capítulo sobre el demonio y sobre la influencia que puede ejercer, tanto en cada una de las personas como en comunidades, sociedades enteras o acontecimientos, sería un capítulo muy importante de la doctrina católica que debería estudiarse de nuevo, mientras que hoy se le presta poca atención”.

Preámbulos a la afirmación que hizo Pablo VI el 31 de octubre de 1973, cuando pronunció aquellas palabras: “Se diría que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano –que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social- para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida”.

Estas referencias del Papa pronto santo resuenan en el trasfondo de la insistencia del Papa Francisco en que tengamos en cuenta que, en estos tiempos, se está intensificando la acción del diablo, también en la Iglesia.

No olvidemos por ejemplo lo dicho por el Papa Francisco el pasado 29 de septiembre: “El diablo está vivo, goza de buena salud y está haciendo horas extra para erosionar a la Iglesia Católica”.

¿Quién nos iba a decir que un Papa volvería a hablar del diablo con la insistencia con la que Francisco lo hace? Es curioso que esta cuestión parece que se limite solo al ejercicio del ministerio de Pedro, porque del Papa para abajo no es frecuente oír hablar del diablo.

No se trata de estar todo el santo día haciendo exorcismos verbales. Pero sí de tener presente esta insidiosa actuación tanto en la vida personal como en la Iglesia. Y rezar la oración a San Miguel Arcángel, por supuesto.

 

José Francisco Serrano Oceja