Servicio diario - 13 de enero de 2019


 

Ángelus: El Papa nos invita a renovar las promesas de nuestro bautismo
Raquel Anillo

El bautismo en la Capilla Sixtina: El deber de transmisión de los padres
Anne Kurian

Ángelus: hacer extraordinarias las cosas ordinarias
Anne Kurian

Beato Pedro Donders, 14 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

13/01/2019-12:39
Raquel Anillo

Ángelus: El Papa nos invita a renovar las promesas de nuestro bautismo

(ZENIT — 13 enero 2019).- Concluida en la Capilla Sixtina la celebración de la Santa Misa en la fiesta del Bautismo del Señor con el rito del bautismo de los niños, a las 12 h el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos en la Plaza San Pedro.

 

Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,¡ buenos días!

Hoy, al final del tiempo litúrgico de Navidad, celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. La liturgia nos invita a conocer mejor a Jesús, de quien recientemente celebramos el nacimiento; y por esta razón, el Evangelio (cf. Lc 3, 15-16.21-22) ilustra dos elementos importantes: la relación de Jesús con la gente y la relación de Jesús con el Padre. En la narración del bautismo, otorgada por Juan el Bautista a Jesús en las aguas del Jordán, primero vemos el papel del pueblo. Jesús esta en medio del pueblo. Esto no es solo un fondo de la escena, sino que es un componente esencial del evento. Antes de sumergirse en el agua, Jesús "se sumerge" en la multitud, se une a ella y asume plenamente la condición humana, compartiendo todo excepto el pecado.

En su santidad divina, llena de gracia y misericordia, el Hijo de Dios se hizo carne para tomar sobre sí mismo y quitar el pecado del mundo. Tomar nuestras miserias, tomar nuestra condición humana. Por lo tanto, hoy también es una epifanía, porque al ser bautizado por Juan, entre la gente penitente de su pueblo, Jesús manifiesta la lógica y el significado de su misión. Al unirse al pueblo que le pide a Juan el bautista la conversión, Jesús también comparte el profundo deseo de renovación interior. Y el Espíritu Santo que desciende sobre Él "en forma corporal, como una paloma" (v.22) es la señal de que con Jesús comienza un mundo nuevo, una "Nueva creación" que incluye a todos aquellos que acogen a Jesús en sus vidas. También a cada uno de nosotros, que hemos renacido con Jesús en el Bautismo, se dirigen las palabras del Padre: "Tú eres mi Hijo amado: En ti he puesto mi complacencia" (v. 22). Este amor del Padre, que recibimos el día de nuestro bautismo, es una llama que ha sido encendida en nuestros corazones, y requiere que sea alimentada mediante la oración y la caridad. El primer elemento era Jesús en medio del pueblo
El segundo elemento enfatizado por el evangelista Lucas es que después de la inmersión en el pueblo y en las aguas del Jordán, Jesús se "sumerge" a sí mismo en la oración, es decir, en comunión con el Padre. El bautismo es el comienzo de la vida pública de Jesús, de su misión en el mundo como enviado del Padre para manifestar su bondad y su amor por los hombres. Esta misión se realiza en una unión constante y perfecta con el Padre y el Espíritu Santo. Incluso la misión de la Iglesia y la de cada uno de nosotros, para ser fieles y fructíferos, está llamada a "injertarse" en la de Jesús. Se trata de regenerar continuamente en la oración, la evangelización y el apostolado, para dar un claro testimonio cristiano, no según nuestros proyectos humanos, sino de acuerdo con el plan y el estilo de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, la fiesta del Bautismo del Señor es una ocasión propicia para renovar con gratitud y convicción las promesas de nuestro Bautismo, comprometiéndonos a vivir diariamente en coherencia. con ello. También es muy importante como ya les he dicho varias veces conocer la fecha de nuestro bautismo. Yo les podría preguntar, quién de ustedes conocen la fecha de su bautismo y no todos estoy seguro lo conoce. Si alguno de ustedes no lo conocen, regresando a casa pregunten a sus padres, a sus abuelos, a sus tíos, a sus padrinos, a los amigos de la familia, pregunten en que fecha he sido bautizado, en que fecha he sido bautizada y no lo olviden que sea una fecha que lleven en el corazón para festejar cada año. Jesús, que nos ha salvado no por nuestros méritos sino para llevar a cabo la inmensa bondad del Padre, nos hace misericordiosos. Que la Virgen María, Madre de la Misericordia, sea nuestra guía y nuestra modelo.

 

 

13/01/2019-15:19
Anne Kurian

El bautismo en la Capilla Sixtina: El deber de transmisión de los padres

(ZENIT — 13 enero 2019).- La transmisión de la fe es ante todo un deber de los padres, enfatizó el Papa Francisco bautizando a 27 niños de los empleados del Vaticano, este 13 de enero de 2019, para la fiesta del Bautismo del Señor.

El Papa celebró la misa dominical en la Capilla Sixtina en el Vaticano, rodeado de familias de recién nacidos, 12 niños y 15 niñas, a quienes bautizó. Una celebración marcada por bebés llorones, durante la cual el Papa Francisco quiso hacer que las madres se sintieran cómodas: "Amamanten a sus hijos, tranquilamente, eso es lo que el Señor quiere".

"Antes de ser estudiada", explicó en su homilía, "la fe debe ser transmitida , y ese es un trabajo que te vuelve a ti. Es un deber que recibes hoy: transmitir la fe , la transmisión de la fe. Y esto
se hace en casa. Porque la fe se transmite "en dialecto": el dialecto de la familia, el dialecto de la casa, en el clima de la casa. Es tu tarea: transmitir la fe por el ejemplo, por las palabras".

"Pero lo importante", insistió el Papa, "es transmitir la fe a través de vuestra vida de fe : que vean el amor de los esposos, que vean la paz en el hogar, que vean que Jesús está allí. Y recomendar a los padres: "nunca discutas delante de vuestros hijos, nunca ... hacedlo, pero que no lo escuchen, que no lo vean".

Esta es nuestra traducción de la homilía del Papa.

 

Homilía del Papa Francisco

Al comienzo de la ceremonia, se te hizo esta pregunta: "¿Qué pides para tus hijos?" Y todos dijeron: "Fe". Pides a la Iglesia la fe para tus hijos, y hoy recibirán el Espíritu Santo y el don de la fe, cada uno en sus corazones, en sus almas. Pero esta fe debe desarrollarse, debe crecer. Sí, uno puede decirme: "Sí, sí, deben estudiarlo ...". Sí, cuando van al catecismo estudiarán bien la fe, aprenderán catequesis. Pero antes de ser estudiada, la fe debe ser transmitida, y es un trabajo que es tuyo. Es un deber que recibes hoy: transmitir la fe , la transmisión de la fe. Y esto se hace
en casa.. Porque la fe se transmite "en dialecto": el dialecto de la familia, el dialecto de la casa, en el clima de la casa.

Es tu tarea: transmitir la fe con el ejemplo, mediante las palabras, aprendiendo a hacer la señal de la cruz . Es importante. Veis, hay niños que no saben cómo hacer la señal de la Cruz. "Haz el signo de la cruz": y ellos hacen algo así, sin entender lo que es. En primer lugar, enséñales eso.

Pero lo importante es transmitir la fe en tu vida de fe : que vean el amor de los esposos, que vean la paz en el hogar, que vean que Jesús está allí. Y me permito un consejo, discúlpeme, pero les aconsejo que nunca discutan delante de vuestros hijos, nunca. Es normal que los esposos discutan, eso es normal. Lo contrario sería extraño. Hacedlo, pero que no lo escuchen, que no lo vean. No conocéis la angustia de un niño cuando ve a sus padres discutiendo. Eso, me permito a mí mismo, es un consejo que os ayudará a transmitir la fe. ¿Es malo discutir? No siempre, es normal, es normal. Pero que los niños no lo vean, no lo oigan, por su angustia.

Y ahora continuaremos con la celebración bautismal, pero ten esto en cuenta: tu deber es transmitirles la fe. Transmitirlo en casa, porque es allí donde se aprende la fe; y luego se estudia en la catequesis, pero en el hogar [recibimos] la fe.

Y antes de continuar, quisiera decirles algo más: ustedes saben que los niños de hoy se sienten en una atmósfera extraña: un poco demasiado caliente, están cubiertos ... Y sienten el aire que les asfixia ... Entonces lloran porque ellos tienen hambre, ellos tienen hambre.

Y una tercera razón para llorar es "lágrimas preventivas". Es extraño: no saben lo que va a pasar y piensan: "Primero lloro y luego veremos ..." Es una defensa. Te lo digo: que sea confortable para ellos. Ten cuidado de no cubrirlos demasiado. Y si lloran de hambre, amamantarlos. Les digo a las madres: Amamanten a sus hijos, tranquilamente, eso es lo que el Señor quiere. Porque ¿dónde está el peligro? es porque ellos también tienen una vocación polifónica: uno empieza a llorar, otro contrapunto y luego otro,y al final hay un coro de lloros.

Continuemos en esta ceremonia, en paz, con la conciencia de que la transmisión de la fe es vuestra.

© Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

13/01/2019-15:40
Anne Kurian

Ángelus: hacer extraordinarias las cosas ordinarias

(ZENIT — 13 enero 2019).- "Aprendamos a invocar al Espíritu Santo con más frecuencia, cada día, para poder vivir con amor las cosas ordinarias, y hacerlas extraordinarias. Este es el estímulo del Papa Francisco en el Ángelus de este 13 de enero de 2019.

Desde una ventana del palacio apostólico con vista a la Plaza de San Pedro, en la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa recomendó no olvidar la fecha de su bautismo: "Estas son las raíces de nuestra vida en Dios".

Esta es nuestra traducción de las palabras pronunciadsaspor el Papa después de la oración mariana.

 

Palabras del Papa tras el Ángelus.

Queridos hermanos y hermanas,

Les extiendo a todos, queridos romanos y peregrinos, mi más cordial saludo.

Saludo a los profesores y alumnos de Los Santos de Maimona y Talavera la Real, España; los grupos parroquiales de Polonia, y también los miembros del Camino Neocatecumenal polaco, ¡deben haber venido para celebrar el cumpleaños de Kiko! ; así como a los fieles de Loreto y Vallemare, en la provincia de Rieti.

Esta mañana, de acuerdo con la costumbre de esta festividad, tuve la alegría de bautizar a un hermoso grupo de recién nacidos. Oremos por ellos y por sus familias. Y en esta ocasión, renuevo a todos la invitación a mantener vivo y actual el recuerdo de su Bautismo. Estas las raíces de nuestra vida en Dios; Las raíces de nuestra vida eterna, que Jesucristo nos dio a través de su Encarnación, su Pasión, su Muerte y Resurrección. En el bautismo, hay están las raíces! Y nunca olvidemos la fecha de nuestro bautismo.

Mañana se concluirá el tiempo de Navidad, reanudaremos en la liturgia el camino del Tiempo Ordinario. Como Jesús después de su bautismo, dejémonos guiar por el Espíritu Santo en todo lo que hagamos. Pero para eso hay que invocarlo! Aprendamos a invocar al Espíritu Santo con más frecuencia, en nuestros días, para poder vivir con amor las cosas ordinarias y hacerlas extraordinarias.

Buen domingo a todos. No os olvidéis de orar por mí. Buen apetito y adiós.

© Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

13/01/2019-07:18
Isabel Orellana Vilches

Beato Pedro Donders, 14 de enero

«Este gran apóstol de los leprosos ratifica la grandeza de una vocación que llevó al extremo, como fiel discípulo de Cristo. Nada le detuvo en su misión ejercida en la Guayana Holandesa, ni siquiera su estado de salud y avanzada edad»

Si toda vida santa lleva consigo dosis inconmensurables de magnanimidad, algunas, como la de Pedro Donders, parecen superar lo imaginable por las circunstancias en las que discurrieron y la fortaleza que mostraron en todo instante, sosteniendo las bridas de una fe que les hizo acreedoras por derecho propio de la promesa de Cristo: «El que cree en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún»(Jn 14, 12).

Este apóstol de los leprosos, de los indios, de los cimarrones, y de otros pueblos nació el 27 de octubre de 1809 en la aldea de Heikant, cerca de Tilburg en el Brabante holandés. Antes de su nacimiento, su padre, que había contraído matrimonio en terceras nupcias, había perdido dos hijos. Una hermana de Pedro falleció a la edad de 14 años y otro hermano nació inválido. El futuro beato sobrevivió, pero tuvo una frágil salud toda la vida. A los 6 años, perdió a su madre. Su familia era muy pobre y a los 12 años tuvo que ponerse a trabajar para ayudarla. Al tiempo que crecía en medio de la penuria, se acrecentaba su anhelo de ser sacerdote. Sus gestos evidenciaban una gran vocación; pronto se convirtió en un aliado del párroco quién lo nombró catequista. Al menos por una vez, su delicada salud le ayudó a cumplir su sueño, ya que aquélla le impidió realizar el Servicio Militar, dejándole el campo libre para el sacerdocio.

Fue una vocación tardía y algunos rasgos de su torpeza, surgidos en el día a día, suscitaban burlas entre los seminaristas. Sin embargo, su afabilidad y humildad pronto fue advertida por ellos y lo acogieron con afecto y respeto. Cuando tenía 29 años, el rector del Seminario, que veía en él inclinación a las misiones, le animó a seguir la vida religiosa. El camino fue arduo en verdad. Cerradas las puertas de los seminarios de su país por orden del rey, acudió a los jesuitas, a los franciscanos y a los redentoristas belgas de Sint Truiden. Ninguno lo admitió, ni siquiera éstos últimos. En su contra alegaban sus pocas luces o la edad. Sin embargo, tres décadas más tarde se convirtió en redentorista.

El 15 de junio de 1841 fue ordenado sacerdote. Y conoció el trabajo de los redentoristas holandeses en Tilburg, su pueblo natal. No tenía duda: ese era su camino. Partió a misiones en 1842. Llegó a Paramaribo (Surinam, Guayana Holandesa), en una larga travesía de casi cuatro meses, que estuvo plagada de dificultades, aunque no mayores que las que halló en su destino. Desde el primer día dedicó su vida a rescatar de sus muchas miserias y bajos instintos (prostitución, pobreza, promiscuidad, alcoholismo, etc.), a personas de toda clase y condición, blancos y negros, colonos y esclavos, así como atender a muchos leprosos en medio de un clima tropical de gran dureza.

Para combatir tanta inmoralidad e indiferencia tuvo dos pilares: la oración y la recepción de la Eucaristía, junto a un denodado esfuerzo personal. En él se incluye el aprendizaje de los idiomas nativos con objeto de transmitir la fe a los indios de Surinam. Sería también apóstol de los leprosos de Batavia durante 27 años. «Era la destrucción más grande en cuerpos vivos humanos que jamás yo he visto», hizo notar el médico van Hasselaar. Al beato le «parecía más una pocilga que una morada humana».Acondicionó el lugar con suelo de madera y camas en las chozas, y trató de devolver la dignidad a todos. Fueron años de mucho sufrimiento entre los esclavos negros: «El trabajo entre los negros cimarrones no va bien. También la adversidad y la cruz vienen de Dios, y nada se realiza sin la cruz», escribiría.

Con 74 años se retiró en Paramaribo, donde vivió años felices. Sus hermanos bromeaban sobre su avanzada edad al ingresar en la Congregación: «cada día me doy más cuenta de cuán grande es la felicidad de la vocación en esta Congregación y en convivencia con los hermanos». A los ocho meses fue trasladado a Coronie, siendo intervenido del riñón varias veces en los dos años que pasó allí. A los 77 años tuvo que regresar a Batavia por enfermedad del capellán. Otro año de trabajo con los leprosos, indios y negros, sanando cuerpos y almas, enterrando, confesando, predicando y enseñando con pedagógica creatividad; utilizaba dibujos, láminas y otros recursos. Ese fue su acontecer, sin tener en cuenta edad ni estado de salud, hasta que el Padre le llamo junto a sí el 14 de enero de 1887. Dos días antes, agravada su nefritis, para la que no se le suministró medicamentos, pidió al P. Bekkers: «ten aún un poco de paciencia. Moriré el viernes a las tres». Y así sucedió. Dejó este mundo tras una larga vida de oración continua, de incesante trabajo y mucho sufrimiento, rodeado de los abandonados a los que se entregó en una acción física y espiritual imponente. Fue beatificado por Juan Pablo II el 23 de mayo de 1982.