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El Papa en Sacrofano: “No tengan miedo en acoger a los Otros”

 

Homilía del Santo Padre en la Misa en la Fraterna Domus de Sacrofano, la Asociación de Voluntarios del Servicio Social Cristiano, ubicado en la provincia de Roma, en la apertura del Encuentro de los Organismos de acogida titulado: Libres del miedo, organizado por la Fundación Migrantes, la Caritas italiana y el Centro Astalli.

 

 

15 febrero 2019, 16:20 | Renato Martinez – Ciudad del Vaticano


 

 

“Cristo sigue extendiendo su mano para salvarnos y permitir el encuentro con Él, un encuentro que nos salva y devuelve la alegría de ser sus discípulos”, lo dijo el Papa Francisco la tarde de este viernes, 15 de febrero, en la celebración Eucarística en la Fraterna Domus de Sacrofano, la Asociación de Voluntarios del Servicio Social Cristiano, ubicado en la provincia de Roma, a 19 km del Vaticano. Con esta Santa Misa se inauguró el Encuentro de los Organismos de acogida titulado: Libres del miedo, organizado por la Fundación Migrantes, la Caritas italiana y el Centro Astalli, en programa del 15 al 17 de febrero de 2019.

 

“No tengan miedo”

En su homilía, el Santo Padre comentando las lecturas bíblicas escogidas para esta celebración, dijo que estas se pueden resumir en una sola frase: “No tengan miedo”. En el Libro del Éxodo, explica el Pontífice, el Pueblo de Israel tiene que superar una gran prueba, es decir, “Israel está llamado a mirar más allá de las adversidades del momento, a vencer el miedo y a confiar plenamente en la acción salvífica y misteriosa del Señor”. En cambio, en la página del Evangelio de Mateo, señala el Papa, los discípulos están turbados y gritan de miedo al ver al Maestro caminando sobre las aguas, pensando que es un fantasma. Pero, el Maestro les devuelve la confianza y los invita a reconocerlo.

 

¡Señor libéranos de nuestros miedos!

A través de estos episodios bíblicos, afirma el Papa Francisco, el Señor nos habla hoy y nos pide que nos dejemos liberar de nuestros temores. Y es este precisamente el tema elegido para este encuentro, “Libres de miedo”. “Ante la maldad y lo feo de nuestro tiempo, también nosotros, como el pueblo de Israel, estamos tentados de abandonar nuestro sueño de libertad. Sentimos un miedo legítimo ante situaciones que nos parecen no tener salida. Y las palabras humanas de un líder o de un profeta – subraya el Papa – no son suficientes para tranquilizarnos, cuando no podemos sentir la presencia de Dios y no somos capaces de abandonarnos a su providencia. Así, nos cerramos en nosotros mismos, en nuestras frágiles seguridades humanas, en el círculo de los seres queridos, en nuestra rutina tranquilizadora. Y al final renunciamos al viaje a la Tierra Prometida para volver a la esclavitud de Egipto”.

 

El temor hacia los “otros”

Este replegarnos en nosotros mismos, signo de derrota, aumenta nuestro miedo a los “otros”, a los extraños, a los emarginados y a los forasteros. “Y esto es particularmente evidente hoy, ante la llegada de migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de protección, seguridad y un futuro mejor. El temor es legítimo – afirma el Pontífice – sobre todo porque falta la preparación para este encuentro. Recordando la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado del año pasado, el Santo Padre dijo que, “No es fácil entrar en la cultura de los demás, ponerse en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y experiencias. Y así, a menudo, renunciamos al encuentro con el otro y levantamos barreras para defendernos”.

 

Abrirnos al encuentro del “otro”

En cambio, señala el Papa Francisco, estamos llamados a superar el miedo para abrirnos al encuentro. Y para ello, no basta con justificaciones racionales y cálculos estadísticos. “El encuentro con el otro – precisa el Pontífice – es también un encuentro con Cristo. Él mismo nos lo dijo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, extraño, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo ser recibido y asistido. Y si aún tenemos alguna duda, aquí está su clara palabra: En verdad les digo, todo lo que a uno de estos mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí”.

 

¡Soy yo, no tengáis miedo!

En este sentido, el Papa Francisco recuerda que el Maestro alienta a sus discípulos: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! (Mt 14,27)”. Es Él, afirma el Pontífice, aunque nuestros ojos tengan dificultad para reconocerlo: con ropas rotas, pies sucios, rostros deformados, cuerpos adoloridos, incapaces de hablar nuestro idioma.... También nosotros, como Pedro, podríamos ser tentados a poner a prueba a Jesús, a pedirle una señal. Y quizás, después de algunos pasos vacilantes hacia Él, volver a ser víctimas de nuestros miedos. ¡Pero el Señor no nos abandona! Aunque seamos hombres y mujeres "de poca fe", Cristo sigue extendiendo su mano para salvarnos y permitir un encuentro con Él, un encuentro que nos salva y restaura la alegría de ser sus discípulos.

 

El “otro” nos da la oportunidad del encuentro

Si esta es una clave válida para interpretar nuestra historia hoy, señala el Papa, entonces debemos empezar a agradecer a quienes nos dan la oportunidad de este encuentro, es decir, a los "otros" que llaman a nuestra puerta, ofreciéndonos la posibilidad de superar nuestros temores de encontrarnos, acoger y ayudar a Jesús en persona. “Es una gracia que trae consigo una misión, fruto de una entrega total al Señor, que es para nosotros la única certeza verdadera. Por eso, como individuos y como comunidad, estamos llamados a hacer nuestra la oración de los redimidos: Mi fuerza y mi canto es el Señor, él ha sido mi salvación”.

 

La Fraterna Domus de Sacrofano

La Asociación de Voluntarios del Servicio Social Cristiano Fraterna Domus es una asociación pública de fieles establecida en la Diócesis de Roma que atrae su espiritualidad en la consagración bautismal.

Se propone “testificar los valores del voluntariado y la hospitalidad como modelo de la Familia divina de Nazaret”. En medio de tanto ruido – señalan los promotores – la familia Fraterna Domus “vive en comunión de fraternidad y amistad en un ambiente simple y sobrio, dentro de la gran familia de la Iglesia”.

En particular, en Sacrofano, en habitaciones particularmente bien equipadas y rodeadas por la belleza de la naturaleza, “se puede cultivar la vida interior, escuchando la inspiración de Dios a través del recuerdo, el estudio, la meditación y la oración”.