Colaboraciones

 

La pornografía de internet: los datos

 

 

25 julio, 2019 | Carles Ros Arpa


 

 

“Por si tú, abuelo o abuela, padre o madre poco situados en el mundo digital, no lo entendéis, es como si a vosotros de niños os hubieran llenado los armarios de vuestra habitación de revistas pornográficas. Con la diferencia de que el contenido de aquellas revistas era como un cuento de hadas al lado de la pornografía que ahora podemos ver por internet”. Esta podría ser una interpelación realista de un niño o joven de hoy a sus familiares adultos.

El estudio reciente de la Universidad de las Islas Baleares “Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales”, elaborado sobre casi 2.500 jóvenes entre 16 y 29 años, pone sobre la mesa la magnitud del problema de la pornografía en internet y de sus efectos sobre las nuevas generaciones de jóvenes.

En 2008 se inicia el uso masivo de los nuevos teléfonos móviles inteligentes. La nueva pornografía distribuida por internet es accesible a todo el mundo, sin límite en cuanto los contenidos, y con la posibilidad de establecer varios niveles de interactividad, lo que también ha abierto la puerta a nuevas modalidades sofisticadas de prostitución, que se realiza diseminada por pisos. Según el estudio, en esta nueva pornografía hay una familiaridad con las prácticas de riesgo, y una inmediatez y descontextualización de la sexualidad, situada al margen de las relaciones interpersonales.

Para hacernos una idea de la magnitud del fenómeno, sólo uno de los portales de distribución mundial de vídeos pornográficos, en el año 2017 tuvo 28.500.000.000 visitas, tres millones de visitas por hora. Según el estudio, esta industria pornográfica se lleva a cabo por empresas muy agresivas con gran capacidad de hacerse presente en el nuevo mercado de internet.

Todo esto que estamos contando está al alcance de cualquier niño o adolescente mediante un móvil o un ordenador con acceso a internet. Según informes que cita el estudio, más del 50% de los adolescentes españoles entre 14 y 17 años ven regularmente porno por internet. Pero la edad de iniciarse en esta pornografía va bajando. Según www.daleunavuelta.org, la edad media de acceso al consumo de pornografía hoy está en los 11 años, 1 de cada 10 consumidores tiene menos de 10 años, y 1 de cada 3 niños entre 10 y 14 años visita estas páginas con alguna frecuencia.

Según la misma web, el negocio de la pornografía por internet genera 13 billones de dólares al año de beneficio, y cada año se descargan 230 millones de aplicaciones porno en el mundo. Este acceso a la pornografía no tiene freno, y menos lo tendrá con la implantación del 5G. Según Manuel Castells el 5G, que prevé que esté implantado a finales del año que viene, conectará los dispositivos a una velocidad 40 veces superior a la actual 4G.

¿Cuáles son los efectos de esta nueva pornografía sobre nuestros niños, adolescentes y jóvenes? Para decirlo claro: que sus principales educadores en materia de sexualidad son unos degenerados. Que aquellas perversiones que de ninguna manera aceptaríamos que nuestros hijos vieran a nuestro lado en la TV, están a su alcance sin dificultad a través del móvil. Toda una generación de padres y madres escondiendo la cabeza bajo el ala. Cuestiones como el sentido de la relación sexual, cómo tratar la otra persona, cuáles son las prácticas sexuales admisibles, cuánto tiempo dura habitualmente una erección o un orgasmo, son presentadas a nuestros hijos de forma absolutamente distorsionada por aquellos que no tienen ningún interés en educarlos sino en engancharlos al sexo.

La nueva pornografía impone un modelo de relación en que la mujer es reducida a objeto sexual; en que la selección de la pareja se desconecta de la relación personal y se realiza con un criterio consumista, a menudo siguiendo un deseo o impulso primarios, y si es necesario mediante pago; y en el que la violencia física y verbal se normalizan en la llamada “escalada de conducta”. Si el objetivo principal del sexo es descubrir nuevos placeres, la violencia sexual acaba siendo un ingrediente difícilmente evitable.

Según el estudio, la nueva pornografía puede estimular en los menores la emulación de los modelos irreales que ven en la pantalla y generar en los jóvenes un concepto negativo de sí mismos por verse lejos de estos modelos. El consumo de pornografía es claramente superior entre los hombres que entre las mujeres, pero es probable que los grandes intereses comerciales de este mercado intenten potenciar el consumo entre las mujeres.

El estudio concluye que no se debe censurar a los usuarios sino crear en ellos la capacidad crítica para entender qué significa la pornografía, y examinarla desde la óptica de las relaciones interpersonales, desde una óptica igualitaria y responsable.

 

 

Publicado en el diari de Girona el 22 de julio de 2019