Tribunas

Los Diálogos del Retiro

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

Si hay un templo del saber, por tanto del diálogo entre la fe y la cultura, que pasa inadvertido en Madrid es la Fundación Universitaria Española, que preside mi siempre admirado Gustavo Villapalos. Demasiado silencio público para una de las bibliotecas más relevantes de Humanidades, y una de las editoriales más alternativas, de nuestro entorno cultural.

En su noble sede, y gracias a los buenos oficios del catedrático Enrique San Miguel, se ha celebrado esta semana la edición fundacional de los “Diálogos del Retiro”, un incipiente think tank, como se dice ahora, vertebrado en torno al humanismo cristiano.

Una jornada de intenso trabajo en la que han participado destacadas personalidades del mundo cultural, académico y político de más de una docena de países hispanoamericanos. Permítanme que a modo de constancia periodística incluya aquí los nombres de los ponentes principales: José Antonio Durán i LLeida, Jaime Rossell, Margarita Zavala, Héctor Reichard, Rodrigo Pombo, Gutenberg Martínez, José Antonio Frontera, Samuel Rodríguez, Soledad Alvear, Victoriano Martín y el cardenal Carlos Osoro en la sesión formal de clausura.

La clave del encuentro fueron las ideas y los proyectos. Reproduzco dos ideas de la intervención del catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, y promotor de estos diálogos, el profesor Enrique San Miguel, que sintetizan muy bien el tenor de las intervenciones:

“La actual crisis de nuestro canon occidental es de ideas y, por tanto, es en el plano ideológico en donde debe ser resuelta, lo ha entendido perfectamente en populismo en sus diversas manifestaciones contemporáneas, que en España van desde el racismo casposo y rancio de los tristes salvinis autóctonos al chavismo urbano, hipster y cursi, y tanto con barba como sin barba”.

Y la siguiente: “El retroceso de la opción humanista cristiana se debe, en gran medida, a la desaparición de un horizonte cultural, una identidad, un lenguaje y un estilo característicos. Y, desvanecido ese horizonte alternativo, si la ciudadanía debe elegir entre meros gerentes de la cosa pública, prefiere a los oportunistas. Simplifican lo complejo. Saben que, como decía el Ricardo III de Shakespeare, pueden prometer, porque el prometer no empobrece. Y no tienen ningún rubor en practicar la peor forma de crueldad, que es la crueldad de la esperanza”.

 

José Francisco Serrano Oceja