Tribunas

Los obispos y la historia reciente de España

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

He tenido la tentación de redactar esta columna con el título “El P. Santiago Cantera no está loco”. No, no lo está, aunque los medios pretendan hacernos comprar esa imagen.

Cuando ustedes lean líneas igual se ha consumado la exhumación de los restos de Franco o quizá estemos aún en la batalla legal. Lo que sí sé es que la imagen de la Iglesia queda muy tocada por una iniciativa política de la izquierda que se ha ido enquistando con el paso del tiempo.

Ni el más preciado “spin doctor” se imaginó, si es que quería conseguir que la imagen social de la Iglesia se enturbiara, los buenos resultados que el caso le está dando. Además de una batalla legal, estamos en una batalla simbólico-política.

Por un lado, la izquierda y el pensamiento progresista, que como hemos visto en la encuesta europea de valores está por encima de la media de Europa, se ha cargado de razones contra la Iglesia, la Abadía, el Prior. Además, ha conseguido pervertir el silogismo relacionando la estrategia de defensa de un derecho natural, el respeto sagrado a los muertos, entre otras cuestiones como la inviolabilidad de un templo, con los intereses de la familia Franco, y lo que eso significa.

Y para un no menor sector del catolicismo español, por supuesto el madrileño que diría Ortega, la Iglesia, que acata lo dictado por un tribunal, y por tanto, el aval a la política, no está siendo del todo ni clara, ni probablemente agradecida con la historia. O al menos es lo que se siembra desde determinadas terminales mediáticas.

Ni con la historia de Franco ni con la historia de lo que significó la salvaguarda del catolicismo y de la Iglesia en España, antes y después de los trágicos acontecimientos de la Guerra Civil. En resumen, por primera vez desde la Transición, el “leit motiv” de la contribución de la Iglesia a la reconciliación está puesto en entredicho. Se han vuelto a activar los mecanismos atávicos de confrontación entre las dos España y la Iglesia ha vuelto a ser protagonista de esta confrontación.

De nuevo, ha aparecido una nueva cuestión religiosa como causa de conflicto y polarización social.

Claro está que quien ha montado todo este tinglado ha sido la izquierda postmoderna y revanchista, que sabe como nadie de batallas simbólico-políticas y que se ha esmerado a fondo en volver a resucitar los sentimientos frentistas. Esa izquierda de nueva generación que no respeta lo que hicieron los que la precedieron, y que tampoco asimila que, en la naturaleza de la Iglesia, haya algo más que pura solidaridad.

Una pregunta que me he hecho, y que comparto con los lectores, es si los obispos no debieran aportar, en este momento, una luz de seriedad, calma, esperanza, un discernimiento ético desvelador de algunos mecanismos sociales inmorales que están actuando. No vaya a ser que lo único que se haga, o al menos esa impresión se da, es jugar al pin-pon, pasarse la pelota de un lado al otro.

¿Es hora de una reflexión sobre la Iglesia católica en España y la historia? Intento recordar en qué ocasiones, en qué documentos, los obispos españoles han hablado de la historia de la España contemporánea, han destacado aquellos aspectos que no debiéramos olvidar.

Y, si tengo que serles sinceros, no son muchas la veces que se han referido al pasado inmediato de forma colegiada. Sí hubo una significativa, el documento del año 1999, “La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX”. 

Allí se lee: “También España se vio arrastrada a la guerra civil más destructiva de su historia. No queremos señalar culpas de nadie en esta trágica ruptura de la convivencia entre los españoles. Deseamos más bien pedir el perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el Evangelio reprueba, estuvieran en uno u otro lado de los frentes trazados por la guerra. La sangre de tantos conciudadanos nuestros derramada como consecuencia de odios y venganzas, siempre injustificables, y en el caso de muchos hermanos y hermanas como ofrenda martirial de la fe, sigue clamando al Cielo para pedir la reconciliación y la paz. Que esta petición de perdón nos obtenga del Dios de la paz la luz y la fuerza necesarias para saber rechazar siempre la violencia y la muerte como medio de resolución de las diferencias políticas y sociales”.

Y poco más.

 

José Francisco Serrano Oceja