Biblia

 

¿Qué es la kénosis?

 

La teología emplea a veces términos cultos que conviene explicar... Descubran aquí lo que significa el término «kénosis», con el P. Eric Morin.

 

 

08 jul 2020, 07:25 | La Croix


 

 

 

 

 

Sophie de Villeneuve: A veces se le reprocha a la teología que emplee palabras arcaicas que no entiende nadie, como la palabra kénosis, por ejemplo. ¿De qué se trata?

E. M. : No es un término arcaico [barbare en el original francés, que aquí tiene sentido de arcaico], es una palabra griega. Pero en griego, barbaros significa precisamente «lo que no es griego». Es un término técnico de la teología, que no se emplea casi nunca en las catequesis o las homilías. Viene del griego kenos, que quiere decir vacío. Se podría usar «vacío», lo que tendría la misma fuerza que cuando san Pablo empleó esta palabra por primera vez.

 

¿No se encuentra en los evangelios?

E. M.: Se encuentra en el Magnificat : «A los ricos los despide vacíos». En una parábola, Jesús habla también de una bolsa vacía. Es un adjetivo muy común.

 

Sin embargo, san Pablo se lo aplica a Cristo.

E. M.: Sí, y con su significado normal. El empleo de la palabra kénosis nos hace creer que se trata de un concepto complicado. San Pablo la emplea en el capítulo 2 de la epístola a los Filipenses. Dice que Cristo, que era de condición divina, no consideró el ser igual a Dios como algo a lo que aferrare, sino que se rebajó, se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo y muriendo en la cruz. Porque la pena de muerte por crucifixión estaba reservada a los esclavos en el imperio romano. Entre Cristo, de condición divina, y el ser humano Jesús de Nazaret, hay un vaciamiento, un rebajamiento, una humildad.

 

¿Esto significa que Jesús se despojó de su condición divina? ¿De qué se vació?

E. M.: Él no se despojó de su condición divina. En la cruz, dijo «Padre», como le llamó siempre. Pero él llegó allí donde era inimaginable seguir teniendo una relación con Dios: en la muerte más ignominiosa que había. Es entonces cuando nos salva: después de Cristo, no habrá condición humana en la que sea imposible elevar los ojos y decir «Padre». Incluso en una situación en la que estaba infinitamente lejos de Dios, Cristo siguió llamando a Dios «Padre». Es la convicción de Pablo cuando habla de condición de Dios y condición de siervo. Entre los dos, hay un vaciamiento que no es un vaciamiento del ser, sino la no reivindicación ante los hombres de su condición divina, de su gloria. Cuando se apareció transfigurado a tres de sus apóstoles, Jesús se mostró tal como sería tras la resurrección, sin las marcas de sus heridas. Cuando baja de la montaña, les prohíbe hablar de ello antes de su resurrección, lo que no entienden. Pero, como la ley judía aceptaba un testimonio cuando era confirmado por tres personas, Jesús constituyó un testimonio legalmente admisible de tres testigos que podrán decir: «Lo vimos resucitado antes de su muerte». Podrán atestiguar la libertad de Jesús, por la cual él renuncia a reivindicar su autoridad divina, aceptando llegar al punto más extremo en el que no se imagina que pueda tener todavía una relación filial posible con Dios: la cruz.

 

La kénosis significa que Jesús renuncia a todo lo que habría podido tener para habitar plenamente su condición humana.

Es así. En la carta a los Filipenses, justo antes de hablar de la kénosis, Pablo dice a los cristianos: Evitad la gloria vacía, la vanagloria, como la traducimos nosotros. La gloria vacía es la que solo está en la apariencia. Jesús habría podido tener una gloria «plena», la transfiguración no es una gloria vacía. Pero para que se sepa que esta gloria no es vacía, Jesús ha preferido ser humano sin la gloria, para poder unirnos a su gloria. En eso consiste el vacío.

 

¿Es en el momento de la Pasión cuando se produce la kénosis?

E. M.: Es un movimiento. Si Cristo, el Dios encarnado, respeta las reglas de la Encarnación, la muerte forma parte de su recorrido. Pudo haberlo evitado. Pero lo que el Nuevo Testamento nos hace contemplar es la libertad constante de Jesús, que podría haber... pero que llegó hasta el final.

 

Para entender la kénosis, la condición humana y la condición divina de Jesús deben mantenerse juntas…

E. M.: Hay que mantener las dos. Pablo es un auténtico pedagogo en esto.

 

Pero ¿por qué es san Pablo, y no los apóstoles que lo conocieron, el que hace este discurso sobre Jesús?

E. M.: Los evangelios también lo sostienen. Ponen en escena de manera narrativa lo que san Pablo despliega de manera catequética. Pablo escribe para responder a las preguntas de las diferentes comunidades. En lugar de responder contando historias o recogiendo las palabras de Jesús, prefiere responder trazando un camino que lleva a su lector al pie de la cruz. Jesús murió por todos, y debes llevarte bien con tu hermano que te irrita porque Jesús murió por ti y también por tu hermano.

 

¿Qué significa la kénosis para nosotros, los cristianos? ¿En qué nos hace creer?

E. M.: Me remito al Magnificat: «a los ricos los despide vacíos». El encuentro es con un Dios que se ha vaciado, despojado para encontrarse con nosotros de hombre a hombre, y esto se hace con las manos vacías…

 

Mucha gente se niega a creer en un Dios que se ha despojado, que se ha vaciado. Esto les parece increíble…

E. M.: Sí, comprendo que no se quiera o que no se pueda creer en ello. Pero es precisamente ahí donde reside el quid de la fe cristiana. Es la luz de la resurrección proyectada en la vida de Jesús la que nos hace contemplar esta libertad.

 

¿Se puede aplicar a nuestra vida de cristianos? ¿También debemos vaciarnos, despojarnos?

E. M.: Sí, debemos mantener las manos vacías. Nos gustaría llegar ante Dios y decirle: Mira todo lo que he hecho por ti. Pero si llegamos con las manos llenas, no podemos acoger su amor como a él le gustaría. ¿Qué hemos hecho por él? Él lo acogerá porque tiene suficiente delicadeza para eso. Pero no es lo más importante.

 

 

Eric Morin,
profesor de teología en el Colegio de los Bernardinos de París.

Entrevista realizada por Sophie de Villeneuve para el programa «Mil preguntas a la fe» de Radio Notre-Dame.

 

Imagen:
Juan de Vitoria, Transfiguración, mediados del siglo XVI, Museo de Bellas Artes de Valencia.