Cáritas | Análisis y reflexión • 02/12/2020

 

Esta Navidad más cerca que nunca

 

Cáritas nos anima a celebrar una Navidad diferente y un estilo de vida que tiene su origen en un pesebre

 

 

Por Eva San Martín, coordinadora de la campaña institucional de Cáritas


 

 

 

 

 

Esta Navidad queremos estar más cerca que nunca de nuestras familias y amigos a pesar de la distancia física, de las mascarillas y de ese revoltijo emocional que nos hace sentir el cansancio, la frustración o la impotencia ante las consecuencias de una pandemia global que deseamos desaparezca de nuestras vidas cuanto antes.

También queremos estar más cerca del dolor de muchas familias sin recursos, de las que viven el duelo de la ausencia de quien esta Navidad no se sentará a la mesa, de las personas que están sin empleo y con escasas oportunidades o de las personas migrantes que siguen hacinándose en nuestras islas y en las costas sin que lleguen soluciones.

Queremos estar más cerca con nuestro corazón y con nuestras manos de todo ese dolor que parece empañar la alegría del nacimiento de la vida y de la esperanza encarnados en Jesús niño, porque creemos que la Navidad es mucho más que regalar, festejar y reunirse. Es amar a los demás, es darse y desgastarse por otras personas.

Como comunidad cristiana queremos vivir una Navidad diferente, no porque nos lo imponga la realidad que estamos viviendo, sino porque elegimos vivir un estilo de vida radicalmente distinto y revolucionario que tiene su origen en un pesebre.

 

Despierta, que ya llega

Y es que la Navidad llega de nuevo para sacarnos de nuestros letargos y ensimismamientos, viene para sacudirnos los oídos e inquietarnos el corazón, para sacarnos de la rutina, de la costumbre y de las quejas.

La Navidad vuelve para recordarnos nuestra fragilidad humana que podemos ver reflejada en el nacimiento de una criatura en un pesebre lejos del bienestar de todo bien material.

La Navidad llega para deslumbrarnos con las luces que brillan en la generosidad de las personas voluntarias, en los gestos que cualquiera podemos hacer para cuidar y acompañar, en el tiempo que regalamos sin prisas y disponible para escuchar, preguntar, mirar a los ojos, y ser capaces de reconocer y agradecer todo lo bueno que recibimos todos los días.

La Navidad viene para hacernos volver la mirada a lo esencial que somos, una gran familia humana atravesada de fragilidad y de bondad, capaz de transformarse y recrearse al igual que el resto de la Creación.

La Navidad es un tiempo favorable para la conversión, para disponernos a la novedad que supone cambiar y transformar todo aquello que no nos hace felices y no hace felices a los demás. Es un tiempo para el encuentro, para tender manos y puentes de solidaridad y amor. Los valores que sostienen la dignidad humana, emergen con fuerza en medio de la fiesta, el banquete y la reunión familiar y de amistad. Seamos creyentes o no, queremos dejarnos tocar por una corriente de buenos propósitos y novedad, de buenos deseos y ganas de vivir en un mundo mejor.