Tribunas

El P. Carlos Corral, in memoriam

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

 

Me ha sorprendido que, cuando escribo esta nota, no se haya publicado ninguna necrológica destacada, ni haya aparecido noticia alguna en medio relevante, más allá de los círculos internos, a propósito del fallecimiento del jesuita P. Carlos Corral, el pasado 19 de marzo sobre las 7,00 horas en Salamanca. 67 años de sacerdocio y 67 en la Compañía.

Es curiosa la dinámica de las necrológicas. No alcanzo a saber muy bien por qué razón se lanzan unas con fuerza, al margen de los lugares comunes.

El P. Carlos Corral fue una eminencia en el Derecho Canónico, en concreto en el Derecho Público Eclesiástico y en el Derecho Concordatario. Como dice la nota necrológica de la U. P. Comillas, fue profesor de esa Universidad desde 1960 hasta su jubilación en 1999 al cumplir la edad preceptiva.

En 1964 se incorporó a la Universidad Complutense de Madrid como profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, donde fue catedrático. Allí ejerció la docencia hasta 2004. Desde 1988 también impartió docencia como profesor invitado en la Gregoriana de Roma.

Es cierto que también mantuvo una importante actividad como miembro de la Comisión de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia español y de la Junta de Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal Española.

Sus amigos y discípulos publicaron una obra en su homenaje hace ya algún tiempo: “Iglesia–Comunidad Política. Del desencuentro a la comprensión”. Tengo que recordar, casi obligado, su libro “Teología política” que es uno de los tratados más pedagógicos y relevantes sobre esta cuestión publicados en español.

Muchos aspectos destacan de la vida y del ministerio de este eximio jesuita. Uno de ellos es que supo siempre estar anclado en las fuentes primigenias de la Compañía.

Prestó un gran servicio a la Iglesia en España en el asesoramiento, durante muchos años, a los obispos desde muy diversas comisiones y organismos, e, incluso, personalmente, ante los problemas que se venían encima en las relaciones con el Estado.  Sin protagonismos, ni buscados ni sobrevenidos.

Un jesuita que no buscó más reconocimiento que el de la ciencia a la que estaba entregado, al servicio de la Iglesia siempre clarificador. Un científico y un profesor, por no decir un profesional, que dejó una huella en sus discípulos y alumnos.

Descanse en la paz del Dios amor el P. Carlos Corral.

 

José Francisco Serrano Oceja