Tribunas

El mejor regalo de la primera comunión

 

 

Juan José Corazón Corazón
Sacerdote, Doctor en Derecho Canónico, Doctor en Derecho


 

 

 

 

 

Nos adentramos en época de primeras comuniones.

  • “Ya hace muchos años yo tuve la mía, como casi todos, a los siete u ocho años de edad”, me contaba hace poco un buen amigo mío.
  • Le pedí permiso para este relato y lo transcribo:

“No recuerdo mucho de la ceremonia y de la celebración. Sí recuerdo algún regalo: un misal de color blanco muy bonito, un reloj con correa también blanca, el cuento de Robinson Crusoe para niños, un balón de futbol….

Pero jamás se me ha olvidado, ni se me olvidará, que después, asistiendo a la Santa Misa con mis padres y hermanos, al recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, mi madre se me acercaba tanto al oído que me hacía un delicioso cosquilleo y me repetía, hasta que lo aprendí de memoria:

Alma de Cristo santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh, mi buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén

Ese fue, con mucho, el mejor regalo y no se me olvidará jamás”.

 

 

Juan José Corazón Corazón