Opinión

¿Sirvió de algo la Summorum pontificum?

 

 

Pedro María Reyes


 

 

 

 

 

Esta pregunta me la hicieron hace algunos días en una reunión de sacerdotes. Como es sabido, el Papa Benedicto XVI promulgó en 2007 el Motu proprio Summorum pontificum, sobre el Misal de San Pío V actualizado por San Juan XXIII, que ahora el Papa Francisco ha abrogado mediante el Motu proprio Traditionis Custodes. Por lo tanto, la norma de Benedicto XVI ha estado vigente por solo 14 años. ¿Mereció la pena?

Solo hay que visitar cualquiera de las webs de temática religiosa para darse cuenta, mirando los foros, de que la decisión de Francisco ha causado desconcierto en bastante gente.

Mi opinión es que Summorum pontificum fue muy útil y cumplió su función. Y uno de los problemas de aceptación de Traditionis Custodes es el de haberle pedido a Summorum pontificum lo que no pretendía el Legislador.

En efecto, según declara Benedicto XVI en la Carta que acompañaba a la ley aprobada, el objetivo de Summorum pontificum fue «llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia», citando expresamente al «movimiento guiado por el Arzobispo Lefebvre, [en el que] la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo». Aún más, recuerda que «mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse».

En contraste con ello, no han faltado quienes pretendían darle a Summorum pontificum otros fines: desde los más radicales, que poco menos que consideraban que era el primer paso de una especie de reconquista de la Iglesia frente a sus enemigos que se habían infiltrado, que comenzaba por la vuelta al usus antiquior de la liturgia, hasta otros más moderados que intentaban constituirse en grupos aislados de los demás católicos de rito latino caracterizados por el uso de lo que hasta ahora llamábamos forma extraordinaria de la Misa, albergando la esperanza vagamente expresada de que daría lugar a un nuevo rito en la Iglesia latina.

Destaco que no comprendo esas críticas (que las manifiestan como si hubiera una traición de Francisco al sentido de Summorum pontificum), porque nada de eso aparece en su tenor literal ni tampoco en la Carta que la acompaña. Como decía  antes, me parece que crearon unas expectativas que no están fundamentadas en Summorum pontificum.

Lo que yo observo es una clara continuidad entre Summorum pontificum y Traditionis Custodes. Como declara este documento en su motivación, se pretende «proseguir aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial». El Papa Francisco, en la Carta que acompaña a su Motu proprio, después de reconocer el deseo de Benedicto XVI de recomponer la unidad de la Iglesia mediante la promulgación de Summorum pontificum, constata que esta norma «ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división», y además que «es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchos que existe una estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que consideran la "verdadera Iglesia"», afirmación esta última que cualquiera puede comprobar en los foros que antes mencioné.

La decisión de Francisco, por ello, es coherente con la intención de Benedicto XVI, que tiene en cuenta una evolución de los hechos iniciada en 2007, y aplica los mismos principios que Summorum pontificum.

¿Mereció la pena Summorum pontificum? Pienso que sí. Los fieles apegados al usus antiquior que ponen en primer lugar la comunión en la Iglesia han aceptado Traditionis Custodes, quizá con dolor, pero con gran mérito por su parte que Dios se lo pagará. En cuanto a los otros, manifiestan la realidad de lo que el mismo Benedicto XVI afirmó en su Carta citada: «las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad». Las causas de una eventual desunión no se deben buscar en Traditionis Custodes, sino en un problema de fondo anterior a ella y a Summorum pontificum. Este documento fue útil y cumplió su función: puso en evidencia que la naturaleza del problema es doctrinal, no litúrgico.

Por ello, el mejor modo de empezar a aplicar Traditionis Custodes, es rezar por la unidad de la Iglesia, que es, sin duda, la intención de Benedicto XVI y Francisco al promulgar sus respectivos Motu propria.

 

Pedro María Reyes