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Oración de una pintora de iconos

 

"Escribir un icono es mi oración", explica Friederike Anglès d'Auriac, pintora de iconos del taller Saint Georges de Versalles, donde es la más estrecha colaboradora del famoso maestro Egon Sendler.

 

 

 

14 ene 2022, 21:00 | Evelyne Montigny, La Croix


Andre Rublev, Icono de la Trinidad (detalle),
Galería Tretiakov, Moscú.

 

 

 

 

 

"En el arte del icono, la relación con las Escrituras es fundamental, por eso decimos 'escribir un icono'". Como símbolo de la encarnación, el icono está íntimamente ligado a Cristo. Cuando contemplo un icono que simboliza una fiesta como el bautismo de Cristo, la Pascua, la Ascensión, Pentecostés o la Transfiguración, le da a esta fiesta una impronta aún más fuerte. El icono abre la inteligencia a los misterios, si miramos la imagen con los "ojos del espíritu". Se convierte entonces en un reflejo de lo invisible.

Era profesora de pintura, pero nunca había sentido tal plenitud en la pintura. Antes intentaba plasmar en el lienzo lo que quería representar, hoy es lo contrario, la inspiración me viene de dentro. El recogimiento y la humildad son, pues, esenciales para que cualquier pintor de iconos comience su trabajo, como en la oración. En el Atelier Saint-Georges, al comienzo de cada sesión, recitamos juntos esta oración para recogernos antes de emprender nuestro "trabajo".

 

Oración del artesano, pintor de iconos

"Enséñame, Señor, al principio del trabajo,
donde soy más débil. Ayúdame en el corazón
de la labor para mantener firme el hilo de la atención.
Y, sobre todo, llena las lagunas de mi trabajo:
Señor, en toda la labor de mis manos
dejar Tu gracia para hablar a los demás,
y un defecto en mí para hablar conmigo mismo".

 

Cuando contemplamos un icono, la persona representada viene al encuentro de quien lo mira. Es lo que los especialistas llaman "perspectiva inversa". Lo mismo ocurre cuando pinto. Y como los iconos son siempre cristológicos y trinitarios, es Dios quien viene a mí a través del icono que pinto. Se establece un diálogo íntimo y me dejo inspirar: entonces solo soy el que sostiene el pincel, un intermediario. Sin embargo, el icono no es una copia, sino que traduce una resonancia personal. Es "mi" oración. Escribir un icono me invita a unirme en cuerpo y espíritu para alcanzar esta profundidad espiritual.