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Hacerse preguntas es despertar a Dios en el hombre

 

¿Podemos vivir sin hacernos preguntas? Según Bertrand Vergely, hay una virtud creadora en el ejercicio de las preguntas, algo que hace posible transformar a los hombres y despertarlos.

 

 

 

21 ene 2022, 21:00 | Evelyne Montigny, La Croix


 

 

 

 

 

Entrevista a Bertrand Vergely, profesor agregado de filosofía y teología ortodoxa, autor de Entretiens au bord de la mort.

 

 

Según los manuales de filosofía, Sócrates es el inventor de las preguntas. Pero antes que él, los hombres, Buda, por ejemplo, ¿no se hacían ya preguntas?

Por supuesto, los hombres se hacían preguntas antes de Sócrates. Si los filósofos occidentales afirman que Sócrates (470-399 a. C.) "inventó" las preguntas es porque, al preguntar sistemáticamente "¿qué es?", es decir, al plantear la cuestión de la esencia, Sócrates inventó un método para "despertar" la conciencia de los hombres de su tiempo. Desde entonces, este arte de cuestionar se le ha llamado mayéutica (el arte de hacer nacer los pensamientos). ¡La pregunta de Sócrates es una innovación filosófica y no una innovación de la humanidad!

 

¿Para qué sirve hacerse preguntas?

La característica fundamental del hombre es la autorreflexión. El hecho de hacerse preguntas está ligado a esta capacidad de "reflexión" que es la esencia misma de la vida interior y espiritual. Hacerse preguntas es buscar la esencia de las cosas. Cuestionar el mundo es hacer que salga lo espiritual, lo trascendente en el interior del mundo. Los grandes maestros zen hacen preguntas indisolubles a sus discípulos para mostrarles los límites de su pensamiento mental y llevarlos al siguiente nivel. Dependiendo de nuestras convicciones, podemos hacernos preguntas a diferentes niveles: cósmico, antropológico o teológico. Como cristiano, pienso que el hombre está hecho para elevarse a la vida del Espíritu, que es la presencia invisible del soplo creador que está dentro de nosotros, el Totalmente Otro. Las preguntas para mí son el despertar de Dios en el hombre, el nacimiento de lo invisible en lo invisible.

 

¿Se puede vivir sin preguntas?

El filósofo Vladimir Jankélévitch dijo: "Se puede vivir sin filosofía, pero se vive menos bien". Los filósofos y todos aquellos que aspiran a vivir responden que no, porque vivir es dar un sentido a la vida. Sin embargo, hay una serie de personas que quieren vivir y consumir en la inmediatez. ¡E incluso diría que hay una gran parte de contemporáneos nuestros que sobre todo no quieren hacer preguntas y por lo tanto se niegan a mirarlas a la cara cuando surgen! Por lo tanto, podemos vivir sin hacernos preguntas. En compensación, una persona en particular puede necesitar hacerse preguntas en un momento dado. Esto es lo que hace que el interrogarse sea tan interesante. Debemos volver a lo extraordinario de las preguntas. Preguntar es una aventura espiritual que viene de dentro cuando tiene que venir. Es una postura fundamentalmente auténtica, lo que la hace accesible a todos. Sería absurdo obligar a la gente a hacerse preguntas, entonces caeríamos en el totalitarismo. No se puede causar un estado de conciencia de manera artificial. 

 

¿Cómo nacen las primeras preguntas?

Martin Heidegger escribió en la Introducción a la metafísica (1935): "¿Por qué es el ente y no más bien la nada? (?) Todos nos sentimos rozados por el oculto poder de esta pregunta (?) Por ejemplo, en momentos de gran desesperación (?) en los súbitos júbilos del corazón (?) también en el tedio". Nos hacemos preguntas cuando un hecho o quienes nos rodean nos hacen reflexionar. Por desgracia, las grandes preguntas surgen muchas veces de las experiencias negativas, el sufrimiento, el fracaso o el conflicto. Algunas preguntas incluso son gritos de auxilio, gritos de angustia. Este interrogarse precede al despertar. Por eso a los profesores nos gusta que nuestros alumnos hagan preguntas. El verdadero filósofo te ayuda a poner en orden tus pensamientos y a encontrar "tu" respuesta. Todo esto sucede en lo más profundo de nuestro ser.

 

¿Deberíamos hacer preguntas también a aquellos con los que nos encontramos?

Históricamente en Sócrates hay algo de burla al hacer una pregunta. Burlarse es una manera de superar la ira. En lugar de decir: "¡Eres un completo imbécil!", podemos decir: "Cuando te escucho, yo me pregunto". A veces también nos alertamos cuando alguno de nuestros compañeros parece estar equivocado. Así pues, preguntar es una invitación a una responsabilidad superior puesto que pertenecemos a una comunidad universal. Me parece fundamental hacer preguntas para que el debate progrese, por el bien de todos. Pero para que esto realmente tenga sentido, no es necesario que el despertar se haga de manera fraterna, ¡es devastador!

 

¿Las preguntas se agotan con la edad?

Muchas veces sucede que con la madurez llega la fatiga, un cierto cansancio de la vida. Otras veces también es porque has estado huyendo toda tu vida y te niegas totalmente a hacerte preguntas por miedo a sentirte en peligro. Entonces es como si la persona pusiera el piloto automático, y eso lleva a una vejez infeliz. Se necesita mucha energía para hacerse preguntas en la madurez porque el peso de la muerte empieza a sentirse: "Me piden que cambie, pero ¿para que sirve si voy a morir pronto?" ¡Pero también puede suceder, aunque sea raro, que las preguntas aumenten con la edad! Entonces se produce algo extraordinario. La persona experimenta una segunda juventud: sigue creciendo. Las personas que tienen esta fuerza en su interior conquistan una gran libertad en la vida que otros nunca tendrán. Se hicieron preguntas sobre su forma de entender la vida, el envejecimiento y la muerte. Estas personas han experimentado una especie de liberación, porque han aceptado que su vida terminará algún día. De hecho, han pasado al otro lado: ¡están empezando a "vivir la resurrección"! Recuerda las palabras de Cristo: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos". La muerte no existe para los vivos: demasiadas veces nos quedamos bloqueados en el paso de la vida exterior a la vida interior y espiritual, como un niño que no consigue crecer. Pero hay que estar de acuerdo para pasar a otra etapa y en algún momento algo te da la iluminación. Comprender esto es haber ido a las profundidades de la vida; es convertirse en lo que se llama un liberado viviente, ¡un bodhisattva! [término budista que significa "despertar". N.d.T]

 

¿Las preguntas sobre Dios siguen siendo relevantes?

Antes la vida espiritual estaba en el centro de la sociedad. Hoy en día muchas personas se niegan a oír hablar de Dios. Por tanto, vivimos en un mundo puramente humano y pensamos que la pregunta está desactualizada. Hasta el día en que Dios ya no sea "una" pregunta sobre Dios, sino "mi" pregunta sobre Dios. En este preciso momento, ya no puedo prescindir de Dios. La pregunta sobre Dios se convierte en una pregunta de vida o muerte. Para mí, preguntarse sobre Dios es lo más importante de la vida, pero también lo más íntima. Sólo puede venir desde el interior y en su momento.

 

¿Vamos hacia una sociedad cada vez más abierta a las preguntas?

Actualmente nuestra sociedad "posmoderna" atraviesa una etapa decisiva. Sin duda existe una verdadera sed de sabiduría entre nuestros contemporáneos, pero la técnica ejerce una importancia cada vez más predominante. Hoy tendemos a la perfección, pero la incertidumbre, lo inacabado, lo inesperado, lo impredecible son prerrogativas de la humanidad. Como enseñó Michel Serres a principios de la década de 1970, cuando la tecnología reinaba sobre los valores de toda una sociedad empezó a machacar todo lo que la rodeaba. La perfección señala el final del hombre: dejaremos de hacernos preguntas. Pues ese mundo ya está aquí, como explico en "La tentation de l'homme-Dieu" ["La tentación del hombre-Dios"] (Le Passeur). De ahí la extrema necesidad de replantear el problema de los fines tanto como los de lo importante. Porque ¿de qué sirve aumentar nuestros medios hasta el infinito, si su poder nos esclaviza? Queremos ir hacia el Hombre, pero estamos entrando en una total deshumanización. La mayor ceguera toca a quienes, en el apogeo de la noche, se creen que están en la luz. Porque ya no se hacen preguntas... ¡y se creen Dios!