Glosario

 

Ruanda: ¿cómo volver a vivir?

 

El cantante Corneille, superviviente del genocidio ruandés, da su testimonio.

 

 

 

27 ene 2022, 21:00 | Evelyne Montigny, La Croix


 

 

 

 

 

Aprendí a aferrarme a la vida cuando me di cuenta de que podías morir de la noche a la mañana. Vivíamos en Ruanda cuando estalló el genocidio en 1994. Mi madre era hutu y mi padre tutsi. Fueron ejecutados con mis hermanos y hermanas en nuestra casa. Yo tenía 16 años. Todavía no sé cómo tuve el reflejo de tirarme detrás de un sofá cuando llegaron los soldados. No me vieron. Me quedé en shock, pero vivo. Nunca me he considerado un cristiano practicante, pero tengo la convicción de que algo más fuerte, más grande que yo, me ha acompañado siempre: ¡la muerte no tenía la última palabra! Sin embargo, he conocido la desesperación y el odio ha estado dentro de mí. Hoy estoy convencido de que lo que ha impedido que me hunda es el amor de mi familia. Yo era el hijo mayor y todos los domingos por la tarde mi padre me llevaba aparte para hacerme escuchar todo tipo de música. Cuando mi vida cambió, no me quedaba nada, excepto la certeza de que yo había sido importante para él y de que tenía un lugar en este gran universo. Este amor de mis padres me dio la fuerza para elegir la vida en lugar de dejarme tragar por el odio. Huí de Kigali y me fui al extranjero.

Cuando llegó el éxito a principios de la década de 2000, esperaba que este nuevo estatus fuera una forma de salvación, pero no funcionó. No fue suficiente para llenar el vacío. En el fondo, estaba muerto. Fue el amor, una vez más, lo que me salvó. Sofía, mi mujer, me animó a hacer las paces con mi doloroso pasado. Hacer este trabajo terapéutico me dio una fuerza vital increíble. Desde entonces, mi condición de víctima se ha ido desvaneciendo cada vez más y ha nacido nuestro hijo. Gracias a él, por fin he dejado atrás la fatalidad y el dolor, aunque todavía tengo miedo de que los que quiero desaparezcan de repente.

Me asombra la capacidad de la vida para ser interrumpida y luego renacer a través de otros seres. Mi hijo de tres años se parece increíblemente a mi padre. También me recuerda a mis hermanos pequeños perdidos. ¡Un niño es el triunfo de la vida!