Tribunas

 

Educar de cerca

 

 

Ángel Cabrero

 

 

 

 

 

 

Hace unos cuantos años se podía oír de vez en cuando, en el cole o incluso en el ambiente familiar, la frase “niño, eres un maleducado”, porque había formas de hacer incómodas, porque el niño se dejaba llevar por la pereza o porque decía una palabrota… Hoy el asunto es bastante más grave. El problema no es de pequeños detalles de comportamiento, ahora estamos con mucha frecuencia con unos vacíos de formación en cuestiones esenciales de gran calibre y, como consecuencia, unos comportamientos inmorales frecuentes y graves.

Cuando son los padres quienes no tienen principios morales y cristianos, entonces no vamos a sorprendernos de nada y sabemos lo que nos vamos a encontrar. Lo llamativo es tropezar con hijos de familias cristianas que dan la impresión de que no se han enterado de nada. El ambiente, las  compañías, los móviles, los malos ejemplos… terminan con los esfuerzos de los padres, con todo el empeño por formar hijos cristianos.

Ciertamente en esos casos habría que investigar sobre la eficacia de los medios que se han puesto. Por ejemplo, los expertos recomiendan no dejar el móvil a los hijos hasta los 16 años. Conozco a padres que están educando muy bien a sus hijos -se nota enseguida- que no les dan el móvil a sus hijos hasta los 18 años. Siempre hay la posibilidad de que papá o mamá le dejen al chico el móvil un momento para que se ponga en contacto con sus amigos o enviarles algo. Pero dejar al niño con el móvil en su cuarto es una temeridad y una falta de responsabilidad grave por parte de los padres.

¿Es eso una exageración? Desde luego a mis padres, cuando yo era un chaval, no se les ocurría dejarme una revista pornográfica en mi habitación por si me interesaba echar un vistazo. ¿Es que hay que pensar mal de los hijos sin más? No. Lo que pasa es que las curiosidades son lo que son y el niño inmaduro, el adolescente, tiende a mirar, y los mayores tenemos que formarles muy bien mientras estén a nuestro alcance.

Indudablemente esto supone que hay que estar al tanto siempre. “Mamá, me voy a casa de Fulanita”. Pues no podemos quedarnos al margen de qué se va a encontrar, y procuraremos que vayan a casa de familias que, como nosotros, tengan una preocupación por la educación cristiana. Si estamos poniendo los medios en casa para que no se encuentre con procacidades, debemos saber bien qué se puede encontrar en casa de Fulanita.

No queda más remedio que estar al tanto del planteamiento cristiano de las familias de los amigos de nuestros hijos, porque si no resulta que lo que han aprendido en casa, lo pierden en unos días en casa de… Es responsabilidad de los padres saber dónde están sus hijos. De lo contrario, resulta que estamos haciendo un esfuerzo para que nuestros hijos llevan una vida cristiana y en unos días pierden todo porque en casa de su amiga o de su amigo, se han encontrado con un ambiente totalmente distinto.

La sociedad en general hoy no ayuda nada. Los padres tienen que mantener un clima de vida cristiana en casa. Importancia de la misa del domingo, algunas oraciones en casa en familia, un empeño de generosidad y cariño entre los hermanos, una dedicación lógica para los estudios y para su formación. Un ambiente de lectura de buenos libros, adaptados a las diversas edades. Todo ello supone una preocupación constante, un ejemplo patente de los padres, cariño y vigilancia. No es tarea fácil.

 

 

Ángel Cabrero Ugarte