COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

ME ALIMENTO DE LOS RECUERDOS, PERO ME SACIO DE DIOS

 

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor | 20.12.2014


Sobre el campo celeste, las olas del viento me hablan
del tiempo y de su armónico conjugar de verbos.
Los días me sorprenden con su abecedario
de recuerdos y su aromático lenguaje de silencios.
También la noche me atrapa sin lágrimas,
después de tanto desconsuelo clavado en el alma.
Intento reencontrarme y encender el ánimo,
mientras el mensajero aire me acaricia por dentro.
                Qué duros momentos los vividos sin amor,
                reviviendo en mi retiro tu ausencia.

A veces he querido preguntarte por tus promesas,
pero tú me intimidas con tus amenazas,
con la mirada más cruel y la hazaña más ruin,
y retorno pensativo a mis soledades,
con las que convivo esclavo de mi pensamiento.
Qué locura más tormento
enamorarse de un corazón de roca.
Qué locura más loca
tejer y entretejerme a un cuerpo que jamás me amó.
Estoy triste y aún no sé por qué espero tu voz.
                Quisiera saberlo y sólo sé que estoy muy solo.
                He querido ser río, pero tú nos has querido ser mar. 

Al final me alimento de los recuerdos,
pero me sacio de Dios, que está ahí abrazándome,
viviéndome y reviviéndome como hijo suyo,
no necesito nada, estoy bien, lo tengo todo,
porque su amor es tan hondo que estoy vivo
por dentro, aunque por fuera agonice desolado.
Satisfecho por haber vivido,
salgo de mi mismo, voy hacia los demás.
                Como el incienso que se quema cada día,
                yo quiero perfumar la vida, ¡el Señor está vivo!

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
20 de diciembre de 201
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