EL EVANGELIO DEL DOMINGO

por Gervasio Portilla García

21.09.2014


XXV Domingo del Tiempo Ordinario (A)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (20, 1-16)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

- El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.

Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña."

Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

Palabra del Señor


COMENTARIO:

El Evangelio de este Domingo Vigésimo Quinto del Tiempo Ordinario, exige una lectura pausada y meditada.

De la lectura, se desprende que la injusticia de la que creen ser víctimas, los que llegaron primero a su trabajo, no es por no haber recibido un salario justo, sino más bien, de la ventaja concedida a otros, es decir de que el amo es bueno con otros.

Es la amargura, de quien siempre se cree justo, porque cumple normas y es escrupuloso, frente a un Dios que es amor y perdón a todos los que responden a su llamada; aunque sea en el último instante de su vida.

Es decir nuestra relación con Dios nuestro Señor, no puede expresarse en términos de justicia, sino en términos de misericordia y de gracia.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.