Oído Cocina

 

CONTRATOS DE TRABAJO PARA JÓVENES

 

 

Miguel del Río | 23.04.2019


 

 

Si hay un activismo que deben profesar los jóvenes es reivindicar lo necesario para que les vaya bien laboralmente en el futuro. Mejor esto que abducirse de la engañosa situación actual de incremento en la contratación y descenso por lo tanto en la gigantesca lista de parados.

Las fuentes informantes deberían dejar muy clarito los malos empleos que se ofrecen, su escasa duración en horas, días, semanas o meses, y los sueldos pírricos a percibir. Quienes mejor saben de todas estas vicisitudes son precisamente los jóvenes y sus familiares, con los que aún viven, porque ganando 400 o 500 euros mensuales, ¡como para pensar en independizarte! Les exigimos una buena educación, preparación, idiomas… para luego situarles frente a un frustrante mercado laboral.

En España es casi imposible solucionar problemas agobiantes, porque aquí la abulia no es que vaya por barrios, es que resulta abrumadora. Los ciudadanos tragamos, y punto. Si alguien rechaza un trabajo que resulta un abuso en toda regla, quienes los ofertan se mantienen firmes en su propósito de explotar al próximo, porque ven que siempre van a darse casos que, por auténtica necesidad, respondan con un sí a esa demanda de empleo. Otra cuestión a la que partidos y legislación debieran de echar mano es la exigencia a jóvenes recién salidos de institutos, universidades o la formación profesional, para que demuestren en su currículum una experiencia de 3 o 5 años dentro de un puesto de trabajo similar al ofertado. Surrealista del todo. ¿Y las prácticas?; no hablemos ya de las prácticas. Quienes acceden a ellas saben que estarán un tiempo corto dentro de las empresas donde aprenden al tiempo que trabajan. Lo mínimo que se puede pedir es que se alcance experiencia laboral en relación directa con lo realmente estudiado por los becarios.

Evidentemente, somos los mayores quienes más deberíamos velar por el presente y el futuro de nuestros jóvenes, más preparados de lo que pensamos, pero que demandan un trato que antes otros quisimos en primera persona. Si se produce todo este desfase es porque hay una reforma laboral que lo permite. No resulta aceptable desde un punto de vista moral, que es el que jamás debemos perder de vista. ¿Cómo llamar pues a tener un trabajo precario, que te permite comer, y poco más?

 

Miguel del Río