De duda en duda, la siguiente es el después al toque de queda

 

 

Miguel del Río | 02.05.2021


 

 

 

 

 

Antes de nada, cabe esperar a si verdaderamente se va a cumplir en España lo del levantamiento inminente del toque de queda. Lo señalo porque el Gobierno lo quiere pero, muchas comunidades autónomas, no. Pongamos que es así. Tendremos que andar con ojo para no echar por la borda lo mucho que se ha conseguido en la larga batalla contra el coronavirus. Y lo digo porque en este país pasamos en instantes de la precaución al jolgorio.

 

Como mejor se vive es sin toque de queda. En sí mismo, el término genera mal rollo, además de chocar frontalmente con lo que supone vivir en total libertad. Tras sufrirlo – porque las cosas no van bien, en este caso derivado de una pandemia por un virus nuevo -, no creo que nadie lo quiera volver a experimentar. En España estamos a punto de terminar con un larguísimo estado de alarma, aunque no son pocas las dudas que genera la decisión, ante todo porque el Covid sigue muy presente entre nosotros, y solo lo ahuyenta una vacunación que avanza con lentitud.

En el día después, auguro una convivencia entre tres sociedades muy distintas. La primera, preocupada mucho aún por el posible contagio, de ahí que continúe practicando a rajatabla dos recomendaciones tan importantes como son el uso de la mascarilla y la distancia social a la hora de los contactos. La segunda será la que cree que con la vacunación, sea una dosis o las dos, ya ha terminado todo, y actúe en la calle acorde a este sentir. Y la tercera corriente será la del desmadre general, protagonizado por la gente que quiera hacer ahora (todo de una vez), aquello que no pudo llevar a cabo durante el 2020 y la primera parte de este 2021.

De producirse en este iniciado mayo el levantamiento de un estricto horario nocturno que obliga a recogerse en casa, podemos asistir a una auténtica cascada de decisiones en las diferentes autonomías, que a mi modesto entender se verán huérfanas y abandonadas, ante medidas que puedan llegar a tomar y que a continuación sean tumbadas por los tribunales.

 

“Auguro una convivencia entre tres sociedades distintas, la preocupada, la que cree que con la vacunación ha terminado todo, y la del desmadre”

 

Y es que llega el verano y hay que abrir la economía. Pese a los intentos de desvalorizarlo, España es una potencia de primera magnitud en turismo, viajes, hoteles y hostelería. Es la primera industria nacional y el dinero tiene que entrar, sí o sí,  en las arcas nacionales, regionales, municipales y los negocios montados en todas estas actividades profesionales. Pero no son pocas las incertidumbres que nos van a acompañar en este camino, sin marcha atrás, de volver a abrir el país de par en par.

 Nuestro comportamiento va a marcar esta nueva etapa, de inicio real del post-covid, aunque las imágenes que llegan de la India pongan a cualquiera los pelos de punta. Lo ideal serian las aperturas controladas, y que supiéramos cómo hay que actuar. Al parecer, es mucho pedir, por lo que no albergo esperanza de que, bien pronto, retomaremos la conversación sobre las multitudes, las fiestas, botellones, barbacoas, reuniones y eventos innecesarios, que cada vez se justifican más porque, evidentemente, la gente está harta de todo lo que no permite hacer el Covid-19. No obstante, nos guste o no,  hay que dar más tiempo a la ciencia, hasta que llegue a poner las cosas en su sitio.

Vamos mejorando, eso no se puede negar, ante todo porque hay muchos tipos de vacunas. Decir esto no es incompatible con que vamos a tener un verano y un otoño que nos va a recordar bastante a lo que ya hemos visto. Deberíamos blindar todo el esfuerzo de una larga cuarentena, de unas nuevas reglas sociales sanitarias, y de un toque de queda al que ahora queremos dar carpetazo. Sí, también todas estas prevenciones nos han colocado en el precipicio económico en que estamos. Pero al tiempo me atrevo a decir que ya sabemos lo que podemos hacer para combatir los repuntes de coronavirus. Démonos un tiempo prudencial para ver las consecuencias de retirar aquí el estado de alarma, algo que no se hace en el resto de Europa. De todas formas, hay cuestiones que no cambian en el desarrollo de esta pandemia mundial, y la más lamentable es que cada país sigue a lo suyo, por libre. Trabajar en común ha sido y es un escenario raro de ver. Defender el tejido productivo y económico de España es deber de todos. Actuar de mutuo acuerdo en las decisiones que se adoptan parece ser algo que se ha llevado por delante el virus. Un claro ejemplo sería que se retirara el toque de queda con el beneplácito del Gobierno y de todas las comunidades autónomas. Pero no es el caso, y por eso la decisión augura críticas seguras.

 

“Retomaremos la conversación sobre multitudes, fiestas, botellones, barbacoas y eventos. Nos guste o no, hay que dar tiempo a la ciencia”

 

 

Miguel del Río