“Ciudad 30” en país fabricante de coches que no compraremos

 

 

Miguel del Río | 23.05.2021


 

 

 

 

 

Acorralar cada vez más la venta y circulación de vehículos en un país que es segundo fabricante europeo y noveno del mundo, no parece a priori una idea inteligente. Choca de igual manera que cada vez haya más restricciones a moverse en coche, y al tiempo un país como el nuestro utilice la venta de los mismos como la mejor prueba de que la economía va bien o se recupera. Dentro de poco, se puede convertir en milagroso que alguien compre y use coche, sino se puede casi rodarlo y menos aparcar.

 

España es uno de los grandes fabricantes mundiales de vehículos, algo que demuestran sus muchas fábricas: Ford (Almussafes, Valencia, más de 6.000 trabajadores), Iveco-Pegaso (Madrid y Valladolid, más de 1.000 trabajadores), Mercedes-Benz (Álava, más de 3.000 trabajadores), Nissan (Barcelona, Ávila y Cantabria, alrededor de 2.000 trabajadores, tras su cierre de la fábrica barcelonesa), Opel (Figueruelas, Zaragoza, 1.500 trabajadores), Peugeot y Citroën( Madrid y Vigo, 6.000 trabajadores), Renault (Valladolid, Palencia y Sevilla, más de 7.000 trabajadores), Seat (Martorell, Barcelona, más de 14.000 trabajadores), y Wolkswagen (Pamplona, alrededor de 5.000 empleos). Esto en cuanto a coches y camiones, porque si vamos a las fábricas de motos podemos encontrar hasta diez grandes marcas.

La web del Ministerio de Industria de España no deja lugar a dudas sobre nuestro potencial dentro del mundo de la automoción. Estos son algunos datos que lo demuestran. Cerca de 2 millones de empleos están ligados a esta industria, de los cuales 300.000 son directos. Ocupamos el segundo puesto dentro de Europa en la fabricación de vehículos y el noveno mundial. La automoción representa un 10 por ciento del PIB nacional y el 18 por ciento del total de nuestras exportaciones (mandamos coches a más de 100 países).

Son datos demoledores, como para tener bien apuntalada esta industria, aunque en España no dejamos de tomar medidas que ahuyentan cada vez más a los usuarios de la decisión de comprar coche, ya que a la hora de circular todo son inconvenientes, prohibiciones, limitaciones, impuestos y multas.

 

“Ocupamos el segundo puesto de Europa en fabricación de vehículos, aunque no dejamos de ahuyentar a los usuarios de comprar coche”

 

La modificación del Reglamento General de Circulación lleva aparejado desde ya limitaciones de velocidad en las ciudades, a 30, 40 y 50, dependiendo del tipo de vía. Con esto pasará como las rotondas, que llevan años existiendo, pero un gran número de conductores aún no sabe cómo hay que circular por ellas. Lo que está claro es que las multas se van a convertir en el pan nuestro de cada día. Por un lado, hay ciudadanos que lo ven bien, si siguen al pie de la letra lo que ambicionan las “Ciudades 30”: reducir la siniestralidad, rebajar sensiblemente las muertes por atropello, mejorar el medio ambiente al reducirse la contaminación acústica y las emisiones de gases de efecto invernadero. Es también una nueva medida para fomentar el uso de la bicicleta en los desplazamientos.

Todo suena muy bien, pero el día a día de las ciudades es el transporte urbano y autónomo (taxis). La logística es la gran industria de este siglo, y eso supone hacer el reparto a tiempo. Las ciudades tienen supermercados, talleres, tiendas, bares y restaurantes, y no pocos despachos profesionales. Habrá que ver cómo empiezan y se desarrollan estos cambios, y lo que dirán los diferentes sectores productivos que más se vean afectados, si es que se produce algún pronunciamiento al respecto.

Las carreteras urbanas han ido estrechándose en estos años, y circular despacio es consustancial a los cambios urbanísticos que se han acometido. Pero está el asunto de la venta de coches en un país que produce tantos y tan buenos. Volvemos así a la duda de lo que van a ser las ventas a medio plazo, si en las ciudades lo que se busca es que realmente no circulen, y se queden aparcados en las calles o garajes donde viven sus dueños. Es una gran contradicción, y un panorama que llena de dudas el futuro industrial de la automoción española, tan fuerte y robusta en la actualidad, a pesar incluso de la pandemia y la crisis que acarrea. Si en las ciudades solo se quieren bicicletas y patinetes, no es escenario halagüeño para la circulación de vehículos en general, incluso si son eléctricos como se adaptan ahora a este cambio las fábricas españolas de vehículos. El esfuerzo puede terminar siendo inútil.

 

“Todo suena muy bien, pero el día a día de las ciudades es el transporte urbano y autónomo (taxis). La logística es la gran industria de este siglo”

 

 

Miguel del Río