Generación Z, Millennials, la próxima, y los culpables

 

 

Miguel del Río | 25.01.2022


 

 

 

 

 

Es un hecho que los listillos se dedican más a pontificar generaciones, que si la X, la Z o la Y, que ayudarlas, como ocurre actualmente. Está ciego quien no quiera ver el divorcio existente entre buenos vaticinios y juventud. Los mayores no dejamos de hablar del penoso futuro que tienen, que implica no vivir como antes lo han hecho sus padres. Cero apoyo les ofrecemos, principalmente los Gobiernos (todos), si además de no propiciarles empleo y con ello acceso a vivienda, solo hacemos que restarles méritos y prosperidad. Lamentable.

El historiador norteamericano Neil Howe es conocido tanto por haber escrito el libro Generations (Generaciones), como por ser junto a William Strauss los creadores del término Millennials. Del primero es también la advertencia de que nadie sabe quién o cómo se denominará la próxima generación. Sea como fuere, a quien más, quien menos, nos suena oír hablar de las generaciones Baby Boomers, X, la mencionada Millennial, la Z o la Alfa (la primera totalmente digital). También sabemos que estas definiciones tienen mucho que ver con calificar a los jóvenes de cada momento de manea sobresaliente, muy deficiente, o directamente darles por perdidos.

A pie de calle, esto de los calificativos se queda muchas veces en utilizar el término nini, para querer decir que alguien ni estudia ni trabaja. Para mi gusto, poco nos quedamos en las culpas y los impulsores de las mismas, que van desde los malos planes de estudio, a reformas laborales que cada vez ponen peor las cosas, o que tanta tecnología y digitalización está acabando con muchas profesiones, así como demanda de mano de obra. Solo hay que ver noticias de ahora mismo que arrojan datos como los que expongo seguidamente. España es uno de los países de la UE donde los jóvenes se emancipan mayormente a los 29 años, frente a los 26 de la media europea y no digamos los 19 de Suecia. También, en comparación con nuestros socios, damos pésima nota en lo de jóvenes y alquileres. Aquí se sitúa el precio medio de un alquiler en 980 euros mensuales, lo que conlleva invertir, solo en esto, el 51,5% de los ingresos brutos al mes de los arrendatarios. Lo que queda para vivir, tal y como están de altísimos los precios de todo, especialmente los alimentos, la luz, el gas o la gasolina te permite vivir, sí, pero tieso de dinero. Y nadie dice o hace nada.

Ni lo duden, del Covid y todo lo que acarrea, surgirá otra generación, está más bien perdida, porque los mayores lo hemos hecho tan rematadamente mal que les estamos dejando sin futuro. Lo asumimos además con total conformismo, sin reclamar a los poderes, principalmente a los Gobiernos, que no dejen de hacer nunca sus deberes en riqueza, progreso y empleo.

Son muchos los asuntos que nos preocupan en la actualidad. Pero si en algo debemos centrar los esfuerzos es en la juventud y en abrirles los caminos y las posibilidades que merecen. Tienen todo el derecho a vivir como antes lo han hecho sus padres o abuelos. Hoy en día, parece que se les quisiera negar el derecho a percibir algún día pensiones, porque hay sectores interesados en machacar con este mensaje pesimista, que va más allá del derrotismo, como queriendo preparar el terreno de lo que los de menor edad pueden esperar cuando lleguen a mayores.

Hacia los jóvenes y sus lícitas pretensiones, sí que hay un negacionismo declarado que no ceja en frenar las aspiraciones de quienes quieren estudiar, prepararse, para luego trabajar. Llegamos así a sus sueldos. Es absolutamente indecente lo que cobra, por ejemplo, un joven ingeniero en España. Volvemos a lo de antes: en nada se parece al resto de países europeos, principalmente los del norte, y por eso el talento español emigra, se marcha. Más tarde, desde muchos Gobiernos, se vende el humo de recuperar todo ese potencial de jóvenes promesas perdidas, mediante programas que no se cumplen, y solo sirven para crear titulares vacíos en periódicos y televisiones. Como de costumbre, los medios no hacen un seguimiento de estos anuncios, lo que genera que muy pocos trabajadores, por no decir casi ninguno, regresa a sus regiones de origen.

En el ahora, tan solo estamos a la espera de que alguien bautice con otro nombrecito chorras a una nueva generación. Porque no hay una verdadera voluntad de más. Los monotemas son los que son (virus esencialmente), y se habla más de la juventud para criticarla que para ayudarla. Nos fijamos mayormente en los malos ejemplos, que en los muchos más y buenos que hay. Y nos dedicamos a describir un futuro nada halagüeño para los que vienen detrás, mientras nosotros, como mayores, parece que lo tenemos ya todo asegurado. Pensándolo mejor, a lo largo de las diferentes civilizaciones, siempre hemos tenido un similar comportamiento hacia los menores, y en cambio han salido adelante por sus propios méritos. Tan cierto es lo que digo que ya Sócrates, en la Atenas del Partenón soltó por su boca que los jóvenes de aquella época eran unos tiranos, porque contradecían a sus padres, devoraban su comida, y le faltaban al respeto a sus maestros. ¿Les suena la música?

 

 

Miguel del Río