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El mundo visto desde Roma
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Servicio diario -
01 de septiembre de 2005


Santa Sede
Obispos mexicanos renuevan su compromiso de fe al Papa
El Papa exhorta a cristianos y musulmanes a condenar juntos la violencia en Irak
Congreso en Roma sobre la Escritura en la vida de la Iglesia
Mensaje papal al Primer Parlamento Universitario Latinoamericano
Estatua de san Josemaría en la Basílica de San Pedro

Mundo
Beatificación de trece mártires mexicanos el 20 de noviembre
Anacleto González Flores, el «Gandhi mexicano», será beato
José Luis Sánchez del Río, mártir a los catorce años
Semana por la paz en Colombia
Rafael Navarro-Valls: Un papa post-ideológico
Solidaridad de Caritas Internationalis con las víctimas de Katrina
Llamamiento del patriarca de Bagdad a cambiar pasajes de la Constitución

Entrevista
El perdón tras el 11 de septiembre

 




 


Santa Sede



Obispos mexicanos renuevan su compromiso de fe al Papa
Al comenzar la visita «ad limina apostolorum»

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org-El Observador).- Con una misa a la que asistieron más de treinta obispos del Norte y del Occidente de México, así como cuarenta sacerdotes que estudian en el Colegio Mexicano de Roma, dio inicio oficialmente en la mañana de este jueves la visita «ad limina apostolorum» de los obispos de este país a Benedicto XVI.

La misa se celebró a primera hora de la mañana, en las Grutas Vaticanas, frente a la tumba que conserva los restos del primer Vicario de Cristo, el apóstol San Pedro, cuya capilla fue decorada bajo el pontificado de Clemente VIII.

Presidida por el arzobispo de Chihuahua, José Fernández Arteaga, quien, a su vez, coordina la visita al Papa Benedicto XVI de este primero de tres grupos que estarán a Roma durante el mes de septiembre, la Eucaristía fue ocasión propicia para que el episcopado mexicano refrendara su compromiso de trabajar «bajo Pedro» en un espíritu de colegialidad y respeto.

El obispo de Mazatlán, monseñor Mario Espinoza Contreras, en su intervención tras la lectura del Evangelio, invitó a los demás obispos ahí presentes a renovar su profesión de fe, «siguiendo la Palabra de Dios, proclamando con Pedro a Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido al mundo para salvarnos».

El prelado mexicano llamó al episcopado de este que es el segundo país con mayor número de católicos del mundo, «a renovar nuestra fe en la Iglesia, proclamando, con Jesús, que Su Santidad Benedicto XVI es Pedro y que sobre esa piedra Dios ha erigido su Iglesia».

Finalmente, pidió el obispo de Mazatlán ayuda al Señor «para vivir la colegialidad entre nosotros, los obispos, y a reconocer la supremacía de amor y de jurisdicción del Santo Padre».

Entre las intenciones de la misa, el arzobispo de Chihuahua, monseñor José Fernández Arteaga, pidió por México, por sus gobernantes, «para que, guiados por principios de fe, conduzcan al pueblo por caminos de justicia y verdad».

Finalmente, el arzobispo emérito de San Luis Potosí, monseñor Arturo Antonio Szimansky Ramírez, coordinador de la visita de los obispos mexicanos, pidió a los presentes una oración por el sacerdote Luis Estrada Jasso, del presbiterio de San Luis Potosí, quien encontrara la muerte el día de ayer, en un accidente automovilístico.

La celebración litúrgica estuvo acompañada por las largas filas de peregrinos que fluían, desde la siete de la mañana, hacia la tumba de Juan Pablo II, situada a un costado de la Capilla de San Pedro, junto a sus dos predecesores, Pablo VI y Juan Pablo I.

A lo largo de la mañana Benedicto XVI recibió en audiencias privadas y separadas a varios de los obispos que conforman este grupo, según informó la Oficina de Información de la Santa Sede. Se trata de los siguientes prelados:

--monseñor José Fernández Arteaga, arzobispo de Chihuahua;
--monseñor Renato Ascencio León, obispo de Ciudad Juárez;
--monseñor Gerardo de Jesús Rojas López, obispo de Nuevo Casas Grandes, con el obispo emérito, monseñor Hilario Chávez Joya;
--monseñor José Andrés Corral Arredondo, obispo de Parral;
--monseñor Rafael Sandoval Sandoval, obispo de Tarahumara;
--monseñor Héctor González Martínez, arzobispo de Durango con el arzobispo emérito, monseñor José Trinidad Medel Pérez;
--monseñor Benjamín Jiménez Hernández, obispo de Culiacán;
--monseñor Mario Espinosa Contreras, obispo de Mazatlán.
ZS05090120

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El Papa exhorta a cristianos y musulmanes a condenar juntos la violencia en Irak
En un telegrama de pésame enviado al nuncio apostólico

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido a cristianos y musulmanes de Irak condenar juntos la violencia tras la tragedia de este miércoles ocurrida en Bagdad en la que murieron casi mil peregrinos chiíes.

Tras recibir la noticia, el Papa envió un telegrama al arzobispo Fernando Filoni, nuncio apostólico en Irak, a través del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, en el que exhorta a «todos los creyentes en el único Dios a unirse para deplorar cualquier tipo de violencia y cooperar en el regreso de la concordia a la atribulada tierra iraquí».

El pontífice expresa en el mensaje «a las autoridades civiles y religiosas, así como a los familiares de las víctimas y a toda la población su más sentido pésame».

En la misiva se asegura que el Santo Padre confía a «la misericordia divina a cuantos han perecido de forma tan dramática y garantiza sus oraciones para que por fin se instaure en este país un clima de reconciliación y de confianza recíproca».

En un clima de luto nacional de tres días, decretado este miércoles, en Bagdad han comenzado los funerales por los casi mil peregrinos muertos.

La tragedia se desató poco después de que tres proyectiles de mortero cayeran sobre una muchedumbre que peregrinaba a la mezquita del Imán Musa al-Kadem, tercer santuario más importante para los chiíes de Irak.

Siete personas murieron y cerca de 40 resultaron heridas en este atentado, cuya autoría asumió una sección vinculada al grupo de Al Qaeda para la Guerra Santa en Irak.

Poco después, corrió el rumor de que había un suicida entre los peregrinos que cruzaban el puente sobre el río Tigris que comunica el oeste con el norte de Bagdad, desatándose el pánico entre los fieles, que comenzaron a correr en todas las direcciones.

Muchos quedaron atrapados por lo que el mismo puente cedió, haciendo que cayeran al río Tigris.

Las últimas cifras proporcionadas por la vicesecretaría del Ministerio de Interior establecen 965 muertos y más de 815 heridos, algunos de ellos todavía en estado de extrema gravedad.
ZS05090103

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Congreso en Roma sobre la Escritura en la vida de la Iglesia
Cuarenta años después de la publicación de la constitución conciliar «Dei Verbum»

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Más de 400 expertos de 98 países, entre ellos un centenar de obispos, se encontrarán del 14 al 18 de septiembre con motivo de un congreso bíblico internacional sobre el tema «La sagrada Escritura en la vida de la Iglesia».

El encuentro, que se celebrará en el «Aurelia Convention Center» de Roma, es organizado por la Federación Bíblica Católica y por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, cuyo presidente es el cardenal Walter Kasper.

Su objetivo es conmemorar el cuadragésimo aniversario de la promulgación de la constitución dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Revelación divina, «Dei Verbum» (18 de noviembre de 1965).

«Más que trazar una retrospectiva de los cuarenta años transcurridos, el Congreso quiere ofrecer un análisis crítico y un balance confiable de la situación actual», explica un comunicado de prensa distribuido este jueves por los organizadores.

El encuentro quiere ser también un momento de intercambio de puntos de vista para favorecer el acceso a la Biblia y al trabajo bíblico.

Entre los participantes, además de cardenales y obispos, se encuentran organizaciones, movimientos e individuos que se dedican de una u otra manera al trabajo bíblico: la pastoral, las traducciones y los estudios bíblicos. Está prevista la participación de representantes de otras iglesias y comunidades eclesiales, así como de otras religiones.

Las 18 presentaciones y grupos de discusión afrontarán cuestiones actuales de pastoral bíblica. Algunos de los temas de mayor importancia son: la exégesis, la catequesis y la liturgia; el diálogo ecuménico, las relaciones con el judaísmo y el diálogo interreligioso; el desafío que plantean nuevas denominaciones religiosas y el creciente problema del fundamentalismo; la cuestión de los valores religiosos en un contexto secularizado; y por último el tema de la justicia y de la paz en un mundo globalizado.

El programa ofrece iniciativas originales, como el seminario sobre los «Métodos creativos para proclamar la Palabra de Dios».

El congreso prevé momentos de oración en común, celebraciones litúrgicas y acontecimientos culturales, como la exposición en la que unas treinta organizaciones expondrán traducciones bíblicas y publicaciones especializadas, así como materiales para la difusión a través de Internet, radio y televisión.

Entre los relatores en el congreso, se encuentran el cardenal Walter Kasper; el cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo emérito de Milán; monseñor John Onaiyekan, arzobispo de Abuja (Nigeria) y presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar.

El momento culminante del congreso tendrá lugar con la celebración litúrgica en la Basílica de San Pedro, a la que seguirá una audiencia privada con el Papa Benedicto XVI, quien siendo un joven teólogo desempeñó un papel activo en las discusiones preparatorias de la «Dei Verbum».

La Federación Bíblica Católica (www.c-b-f.org) es una organización internacional fundada después del Concilio Vaticano II por el Papa Pablo VI. Compuesta por 300 instituciones afiliadas en 127 países, tiene por objetivo promover la pastoral bíblica católica a nivel mundial.

[Más información en italiano, inglés o alemán en www.deiverbum2005.org]
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Mensaje papal al Primer Parlamento Universitario Latinoamericano


BUENOS AIRES, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI auguró «éxito» al Primer Parlamento Universitario Latinoamericano, que del miércoles hasta el viernes se está desarrollando en la Universidad Católica Argentina (UCA), y pidió a los participantes «un espíritu de comunión y de sincera búsqueda del bien común para todo el mundo latinoamericano, a la luz de los auténticos valores humanos y del Evangelio».

En una carta enviada al rector de la UCA, monseñor Alfredo Zecca, el pontífice manifestó su «complacencia» por «la promisoria iniciativa» de esa casa de altos estudios, y felicita a los organizadores.

El Papa imparte en su menaje, publicado por la agencia católica argentina Aica, la bendición apostólica a los responsables del Parlamento y a «todos los presentes».

La iniciativa congrega a unos doscientos estudiantes universitarios de países de América Latina para dialogar sobre la problemática común de toda la región.

El Parlamento está debatiendo sobre los grandes problemas de la región: la globalización, el terrorismo, la deuda externa, la integración regional, la democracia y la participación, el rol de las ONG’s, los medios de comunicación social, la promoción de la familia, la formación de la dirigencia política y social, el desarrollo económico, la marginación y exclusión social, el tráfico de estupefacientes, la drogadicción y la promoción de la juventud.

Cuenta con el auspicio del arzobispo de Buenos Aires y Gran Canciller de la UCA, cardenal Jorge Bergoglio, y la adhesión de las comisiones episcopales de Fe y Cultura, Pastoral Social, Educación Católica, Pastoral Universitaria y Apostolado Laico.

La organización está a cargo del Programa de Evangelización de la Cultura de la UCA, que dirige el doctor Guillermo Cartasso, a través de un Comité coordinado por la licenciada María Inés Franck e integrado por estudiantes de las sedes de Buenos Aires, Rosario, Paraná y Mendoza de la UCA.

Los participantes son estudiantes provenientes de la Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Chile, Ecuador, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Perú y México.
ZS05090121

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Estatua de san Josemaría en la Basílica de San Pedro
Junto a la de otros fundadores

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- El 30 de agosto ha sido colocada en el exterior de la Basílica de San Pedro una estatua de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

La talla en mármol, de unos 5 metros de altura, se aloja en una hornacina situada en la fachada del transepto izquierdo de la Basílica, también llamado brazo de San José, muy cerca de la entrada a la Sacristía.

Las hornacinas de esta zona de la Basílica fueron destinadas por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo.

La estatua de san Josemaría se sitúa junto a otras del mismo tamaño, entre las que se encuentran las de san Gregorio, fundador de la Iglesia Armena (esculpida por el armeno Khatchik Kazandjian); de santa Teresa de los Andes, carmelita (realizada por Juan Eduardo Fernández Cox, chileno); de san Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas (del artista Jorge Jiménez Deredia, costarricense).

La imagen de San Josemaría es obra del escultor italiano Romano Cosci, que ha trabajado sobre un solo bloque de mármol, durante más de un año. En 2002, Cosci realizó otra escultura para la fachada de la basílica vaticana: la de la santa española Josefa del Corazón de Jesús, que se encuentra en la entrada de las grutas vaticanas.

En el Vaticano existen más de 150 esculturas de santos, incluyendo las del Colonnato. El sentido de esa serie de estatuas es recordar que la Iglesia se embellece con la vida de los santos, que son modelo y estímulo para los cristianos.

En el proceso de elaboración de la escultura de San Josemaría, Romano Cosci se ha inspirado en unas palabras Jesús, recogidas en los Evangelios, frecuentemente meditadas por el fundador del Opus Dei: «si exaltatus fuero a terra, omnes traham ad meipsum» («Cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí», Juan 12, 32).

La creación de Cosci representa a san Josemaría revestido de los ornamentos sacerdotales para celebrar la misa, con los brazos ligeramente abiertos. En la parte inferior están tallados los escudos papales de Juan Pablo II y Benedicto XVI, con quienes se comenzó y acabó respectivamente el trabajo. A los pies del santo, dos ángeles (el Opus Dei fue fundado en la festividad de los Santos Ángeles Custodios): uno de ellos presenta a san Josemaría un libro abierto, con el versículo antes mencionado.
ZS05090102

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Mundo



Beatificación de trece mártires mexicanos el 20 de noviembre
Entre ellos, Anacleto González Flores y el muchacho José Sánchez del Río

GUADALAJARA, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org-El Observador).- El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, ha anunciado que el 20 de noviembre se celebrará en esta misma arquidiócesis la beatificación de trece mártires mexicanos que fallecieron durante la persecución religiosa que tuvo lugar en ese país durante los años veinte del siglo pasado.

El purpurado hizo el anuncio después de haber recibido la indicación oficial de parte del Papa Benedicto XVI para proceder a la preparación de las beatificaciones en esa fecha.

La celebración será presidida por el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, reveló el purpurado mexicano.

El anuncio tiene lugar después de que la Santa Sede publicara en presencia de Juan Pablo II, el 22 de junio de 2004, los decretos por los que se reconoce el martirio de los trece mexicanos.

En esa celebración, al referirse al «testimonio heroico» de los numerosos mártires que derramaron su sangre en aquellos años en tierras mexicanas, el cardenal Saraiva Martins consideró este reconocimiento como un «motivo de consuelo y de estimulo para esas comunidades eclesiales».

«Su glorificación en la tierra aumentará ciertamente la eficacia de su ejemplo y la confianza en el poder de su intercesión ante Dios», añadió entonces el purpurado portugués.

Entre los futuros beatos se encuentra el sacerdote José Trinidad Rangel Montaño, nacido el 4 de junio de 1887 en Dolores Hidalgo (diócesis de León, México); el sacerdote Andrés Sola Molist, misionero claretiano, nacido el 7 de octubre de 1895 en Taradell (España); y el laico y célibe Leonardo Pérez Larios, nacido el 28 de noviembre de 1883 en Lagos Moreno (México).

Los tres fueron asesinados «por odio a la fe» el 25 de abril de 1927 en Rancho de San Joaquín.

Otro de los mártires es el sacerdote de la diócesis de Veracruz, Dario Acosta Zurita, nacido el 20 de diciembre de 1908 en Naolinco (México), y asesinado en Veracruz el 25 de julio de 1931, «tres meses después de su ordenación sacerdotal», según recordó el cardenal Saraiva Martins.

En la lista aparece también el mártir laico, abogado y padre de familia Anacleto González Flores, nacido en 1888 en Tepatitlán (Jalisco) y de otros siete compañeros mártires. Todos ellos fueron asesinados entre 1928 y 1928. Tres de ellos, al igual que Anacleto, pertenecían a la Acción Católica de la Juventud Mexicana.

El último decreto reconoce el martirio de un adolescente de catorce años, José Luis Sánchez del Río, nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo (Michoacán, México) y asesinado «por odio a la fe» el 10 de febrero de 1928.

«A estos Siervos de Dios, y especialmente a los mártires, que fueron víctimas de la intolerancia religiosa y del odio contra la Iglesia, encomendamos la paz del mundo», dijo el cardenal Saraiva al reconocerse su martirio.
ZS05090109

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Anacleto González Flores, el «Gandhi mexicano», será beato
Según ha anunciado el cardenal arzobispo de Guadalajara

GUADALAJARA, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org-El Observador).- Entre los trece mártires mexicanos que serán beatificados el 20 de noviembre, según ha anunciado el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, se encuentra Anacleto González Flores, fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) en esta ciudad.

Este mártir de la persecución religiosa mexicana, también el creador de la Unión Popular, más conocida como la «U», movimiento obrero, femenino, campesino y popular que dedicaba sus tareas a fomentar la catequesis y a oponerse, activamente, primero al gobierno local y, más tarde, al federal en contra de las medidas de supresión de libertades religiosas.

Anacelto González Flores, conocido popularmente como «el maestro Cleto» fue un líder laico muy reconocido entre 1915 y 1927, año de su martirio a manos del ejército federal, entonces perseguidor acérrimo de los católicos de México, al mando del presidente de la República, Plutarco Elías Calles.

Por su apuesta a favor del pacifismo y la no violencia, en tiempos en que México enfrentaba un conflicto armado --conocido como la Guerra Cristera (1926-1929)--, Anacleto González Flores era conocido como el «Gandhi mexicano».

Casado y padre de dos hijos, Anacleto González Flores había nacido en Tepatitlán, Jalisco, en julio de 1888. Sus orígenes son humildísimos. Hijo de un tejedor de rebozos alcohólico, desempeñó los más diversos oficios hasta titularse como abogado en 1921, a los 33 años de edad. Antes había sido seminarista y postulante en el seminario de San Juan de los Lagos y en el de Guadalajara.

Su proceso de beatificación fue abierto de manera oficial y solemne el 15 de octubre de 1994, en el Santuario de Guadalupe, de Guadalajara, en cuya esquina norponiente de la intersección de la nave central, descansan sus restos mortales.

Lugar al que acuden muchos fieles que, por tradición, han venerado la memoria de este mártir de la fe católica en México.

En el año de 1925 «el maestro Cleto» recibió del Papa Pío XI la Cruz «Ecclesia et Pontifice» por su labor de evangelización a los más necesitados y defensa de la religiosidad del pueblo fiel de México.

Anacleto González Flores se resistió hasta el último momento a vincular a la Unión Popular con la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa que había declarado la guerra al gobierno de Calles en 1926.

Sin embargo, llevado por la vorágine de los acontecimientos, tuvo que aceptar el que su organización pasara a la fase de la lucha armada, lo que le costó su arresto el jueves 31 de marzo de 1927 y su martirio y muerte al día siguiente, viernes 1 de abril. Tenía al morir 38 años.

Sus verdugos le colgaron de los dedos pulgares y después, a punta de bayoneta, le fueron haciendo heridas para que delatara dónde se encontraba escondido el arzobispo de Guadalajara, monseñor Francisco Orozco y Jiménez, y otros líderes de la revolución cristera.

Finalmente, la hoja de acero penetró el corazón y cayó muerto. Al mismo tiempo, sus compañeros de lucha y de martirio eran fusilados en el patio de la misma prisión.
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José Luis Sánchez del Río, mártir a los catorce años
Será beatificado el 20 de noviembre en Guadalajara

GUADALAJARA, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org-El Observador).- Mártir con catorce años. Así se resume la vida de José Luis Sánchez del Río, quien según ha anunciado el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, será beatificado junto a otros doce mártires en esa ciudad el próximo 20 de noviembre por disposición de Benedicto XVI.

Nacido en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913, hijo de Macario Sánchez y de María del Río, José Luis fue asesinado el 10 de febrero de 1928, durante la persecución religiosa de México por pertenecer a «los cristeros», grupo numeroso de católicos mexicanos levantados en contra la opresión del régimen de Plutarco Elías Calles.

Un año antes de su martirio, José Luis se había unido a las fuerzas «cristeras» del general Prudencio Mendoza, enclavadas en el pueblo de Cotija, Michoacán.

El martirio fue presenciado por dos niños, uno de siete años y el otro de nueve años, que después se convertirían en fundadores de congregaciones religiosas.

Uno de ellos es el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, nacido en Cotija, quien en el libro entrevista «Mi Vida es Cristo» revela el papel decisivo que tendría para su vocación el testimonio de José Luis, de quien era amigo.

«Fue capturado por las fuerzas del gobierno, que quisieron dar a la población civil que apoyaba a los cristeros un castigo ejemplar», recuerda el fundador que entonces tenía siete años.

«Le pidieron que renegara de su fe en Cristo, so pena de muerte. José no aceptó la apostasía. Su madre estaba traspasada por la pena y la angustia, pero animaba a su hijo», añade.

«Entonces le cortaron la piel de las plantas de los pies y le obligaron a caminar por el pueblo, rumbo al cementerio --recuerda--. Él lloraba y gemía de dolor, pero no cedía. De vez en cuando se detenían y decían: "Si gritas 'Muera Cristo Rey'" te perdonamos la vida. "Di 'Muera Cristo Rey'". Pero él respondía: "Viva Cristo Rey"».

«Ya en el cementerio, antes de disparar sobre él, le pidieron por última vez si quería renegar de su fe. No lo hizo y lo mataron ahí mismo. Murió gritando como muchos otros mártires mexicanos "¡Viva Cristo Rey!"».

«Estas son imágenes imborrables de mi memoria y de la memoria del pueblo mexicano, aunque no se hable muchas veces de ellas en la historia oficial», concluye el padre Maciel.

Otro testigo de los hechos fue el niño de nueve años Enrique Amezcua Medina, fundador de la Confraternidad Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo, con casas de formación tanto en México como en España y presencia en varios países del mundo.

En la biografía de la Confraternidad que él mismo fundara, el padre Amezcua narra su encuentro --que siempre consideró providencial-- con José Luis.

Según comenta en ese testimonial, haberse cruzado con el niño mártir de Sahuayo --a quien le pidió seguirlo en su camino, pero que, viéndolo tan pequeño le dijo: «Tú harás cosas que yo no podré llegar a hacer»--, determinó su entrada al sacerdocio.

Más tarde, al seminario de formación de los Operarios en Salvatierra, Guanajuato lo bautizó como Seminario de Cristo Rey y su internado se llamó «José Luis», en honor a la memoria de este futuro beato mexicano.

Los restos mortales de José Luis descansan en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en su pueblo natal.
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Semana por la paz en Colombia
«Si quieres paz, trabaja por la justicia»

BOGOTÁ, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Del 4 al 11 de septiembre la Iglesia en Colombia celebra la «Semana por la Paz», «una propuesta de sensibilización, formación y movilización ciudadana que busca acrecentar y fortalecer el compromiso de los hombres y mujeres del país en la construcción de la reconciliación con justicia social.

Según explica la Conferencia Episcopal del país latinoamericano, «el objetivo de esta semana es desarrollar acciones que involucren a los diferentes sectores de la sociedad colombiana, en la reflexión de las graves consecuencias que generan los altos índices de exclusión y pobreza que vive la mayoría de la población colombiana, a través de iniciativas de desarrollo e inclusión a nivel local, regional y nacional».

El lema para este año de la Semana por la Paz es «Detrás de la paz, está tu voz y con tu voz la defensa de una vida digna».

Desde el año 1987 la Conferencia Episcopal de Colombia en alianza con instituciones eclesiales, ecuménicas y organismos de la sociedad civil, viene realizando anualmente la Semana Nacional por la Paz con el propósito de habilitar un tiempo y un espacio concreto para reflexionar en torno a temas como: derechos humanos y reconciliación.

En esta ocasión el Secretariado Nacional de Pastoral Social ha diseñado un subsidio, que servirá como material pedagógico, en el que brinda elementos sencillos y prácticos que buscan contextualizar en diferentes realidades y sectores los temas centrales del Tercer Congreso Nacional de Reconciliación.

«Hoy más que nunca Colombia exige el respeto al derecho a la vida, pero a una vida plena, con calidad --afirma la Conferencia Episcopal--. Se necesita la voz y el trabajo de todas las fuerzas sociales para promover una cultura de los derechos humanos que repercuta en las conciencias, en la formación de la opinión pública y, en consecuencia, en la orientación de los comportamientos ciudadanos».

En el conflicto de cuatro décadas que azota Colombia, se calcula que mueren unas 4.000 personas al año.

En la obra evangelizadora y de negociación de la Iglesia, en los últimos diez años, al menos 60 representantes católicos, entre obispos, sacerdotes, religiosas, y seminaristas, han sido asesinados.
ZS05090107

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Rafael Navarro-Valls: Un papa post-ideológico


MADRID, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, «un Papa post-ideológico». Esta es la conclusión a la que llega un análisis publicado por Rafael Navarro-Valls, catedrático de Derecho constitucional, sobre la repercusión de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

El artículo puede consultarse en el link «Análisis» de la página web de la agencia «Veritas» (www.agenciaveritas.com).
ZS05090108

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Solidaridad de Caritas Internationalis con las víctimas de Katrina


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Caritas Internationalis ofreció este jueves una misa especial por las víctimas del huracán Katrina en su sede central, en la Ciudad del Vaticano, mientras que su presidente ha enviado un mensaje de solidaridad al «pueblo estadounidense», que afronta uno de los desastres naturales más trágicos de la historia de los Estados Unidos.

En una carta del 31 de agosto a las tres organizaciones estadounidenses que pertenecen a Caritas --Catholic Charities USA, Catholic Relief Services y Catholic Campaign for Human Development-- el presidente de Caritas Internationalis, Denis Viénot, afirmó que «al igual que en todo desastre, los pobres que no tenían la posibilidad de huir fueron quienes sufrieron las mayores pérdidas humanas».

«Sabemos que "Catholic Charities USA" y sus estructuras diocesanas están asistiendo a la gente y lo harán en el futuro», afirma la carta.

Catholic Charities, gracias a una campaña lanzada por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, está recogiendo donaciones para financiar la ingente tarea de la reconstrucción.

«Cáritas Internationalis» (www.caritas.org) es una confederación de 162 organizaciones católicas de asistencia, desarrollo y servicio social, con presencia en más de 200 países y territorios.
ZS05090106

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Llamamiento del patriarca de Bagdad a cambiar pasajes de la Constitución
En particular, el artículo que establece la ley islámica como fuente del derecho

BAGDAD, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- El patriarca caldeo de Bagdad, Emmanuel III Delly, ha pedido a los países extranjeros presionar para que sea alterado el borrador de la Constitución iraquí, en el que se adopta la ley islámica como fuente principal del derecho.

«No estamos muy contentos, aunque representa un paso adelante para el país», afirma el líder de la Iglesia más numerosa del país (representa al 70% de los 800.000 cristianos), en referencia al proyecto constitucional que deberá ser sometido a referéndum.

«A causa de algún artículo presente en el borrador aprobado tendremos dificultades», ha afirmado en declaraciones concedidas este jueves al Servicio Información Religiosa (SIR) de la Conferencia Episcopal Italiana.

El texto establece que el «Islam es la religión oficial del Estado. Es la fuente básica de legislación. Está prohibido aprobar una ley que contradiga sus reglas establecidas».

«Nuestra esperanza es que las presiones de las potencias extranjeras puedan hacer cambiar el texto», confiesa el patriarca.

Podría suceder que «a quien quiera abrir una tienda de bebidas alcohólicas se le niegue el permiso por ir contra la ley musulmana. Y, ¿quién podrá decir que esto va contra el Islam?», pregunta.

«Sólo un juez musulmán --responde--. Las leyes están hechas por los hombres y pueden cambiar según las circunstancias».

«Pido a los líderes de las potencias extranjeras y a la Santa Sede que hagan presión para enmendar estos artículos, para garantizar los derechos de todos», concluye.
ZS05090104

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Entrevista



El perdón tras el 11 de septiembre
Habla el padre Aguilar, quien fue capellán de la Cruz Roja entre familiares de las víctimas

ROMA, jueves, 1 septiembre 2005 (ZENIT.org).- ¿Qué se le puede decir a una mujer que ha perdido a su marido y al padre de sus hijos en un atentado terrorista como el del 11 de septiembre. Esta es la inevitable pregunta que se planteó el padre Alfonso Aguilar, legionario de Cristo, quien fue uno de los capellanes de la Cruz Roja que atendió a los familiares de las víctimas tras esos atentados.

En esta entrevista concedida a Zenit el padre Aguilar, actualmente profesor de filosofía en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, nos revela lo que pudo ver en aquellas horas dramáticas y que las cámaras de televisión no pudieron mostrar.

– ¿Podría describirnos un poco a los familiares de las víctimas?

– Padre Aguilar: Por lo que ve a su confesión religiosa, la mayor parte eran cristianos, de los cuales, según mi impresión, más de la mitad eran católicos. Prácticamente con todos se podía rezar el padrenuestro y leer algún pasaje del evangelio.

Por lo que respecta a la edad, había adultos de todas las edades, aunque predominaban las mujeres jóvenes de treinta y cuarenta años. Conocí a varios padres que habían perdido a uno de sus hijos y a novios, como Elizabeth, una chica de 28 años que, tras cinco años de noviazgo, se iba a casar en tres meses. Conocí a un mayor número de jóvenes esposas, como Linda Thorpe, que mecía a su primer bebé recién nacido, y a sus dos amigas, que apenas habían tenido tiempo de empezar la propia familia. Las tres mujeres estaban orgullosas de las virtudes y dedicación a obras sociales de sus cónyuges. En la foto que me enseñaron aparecían los tres hombres, brindando alegres en un restaurante. ¿Quién iba a pensar que en pocas semanas los tres se presentarían juntos al Creador?

– ¿Qué dice y hace un capellán a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido en una tragedia masiva?

--Padre Aguilar: En estas tragedias el capellán no debe hacer ni decir mucho. Consuela y da esperanza más con su compañía y solidaridad que con sus palabras. El sacerdote pregunta a cada familia si desea algo, les dirige unas pocas palabras de consuelo y les invita a rezar una oración sencilla como el padrenuestro. Lógicamente, debido a su estado emocional, las personas no se hallan preparadas para sermones o para largos ratos de oración vocal. Como pude constatar, a la mayor parte de la gente, creyentes o no, les conforta inmensamente la presencia de un sacerdote en estos momentos. Nunca se sabe el impacto psicológico y espiritual que su acción produce, junto con la gracia divina, en el interior de las almas dolientes. Días más tarde, las autoridades de la Cruz Roja me enviaron una carta y un diploma de reconocimiento, pues habían notado el impacto de la presencia sacerdotal.

--¿Cómo reaccionaron los familiares de las víctimas ante los atentados? ¿Se quejaban de Dios y de los terroristas? ¿Tenían esperanza o estaban desesperados?

– Padre Aguilar: Me acerqué a la gente con cierta aprehensión. Pensaba que muchos rechazarían la ayuda espiritual y que algunos despotricarían contra Dios y los asesinos. Afortunadamente, no fue así. La mayoría acogía al capellán con buen ánimo y nunca escuché una queja contra nadie. La gente aceptaba su terrible sufrimiento con una resignación fuera de lo común. Estoy convencido de que había una gracia especial de Dios que les permitía sufrir con paciencia y sin amarguras. Supongo que el Señor concede esta gracia en casos tan desesperantes como éste. Por otra parte, toda la gente guardaba la esperanza de que sus familiares o amigos pudieran encontrarse aún con vida. El día anterior se había rescatado a cinco personas vivas de los escombros. Desgraciadamente, no se encontraría a nadie más vivo. Allí aprendí, con todo, que el amor profundo a una persona no deja fácilmente apagar la llama de la esperanza: se cree que hasta lo imposible puede convertirse en realidad.

--Los terroristas musulmanes de los atentados en Estados Unidos, Madrid, Israel e Irak, por mencionar los casos más dramáticos, matan y causan sufrimientos inenarrables sin mostrar compasión ni remordimientos. ¿Cómo deberíamos buscar justicia sin caer en el odio? ¿Cuál debería ser la actitud de un cristiano que sufre a causa de los terroristas?

--Padre Aguilar: La misma actitud de Cristo. Jesús fue injustamente condenado, torturado y crucificado por unos hombres que, conscientes de su inocencia, se ensañaban contra él. ¿Cómo reaccionó el Señor? En su interior, él estaba dispuesto a perdonarles todo. Por eso rogaba: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). Ahora bien, el perdón ofrecido gratuita e incondicionalmente por Cristo no podía beneficiar al alma del injusto hasta que éste no reconociera su pecado, se arrepintiera de él y buscara repararlo. Nótese que en su petición de perdón incondicional Jesús no se dirige a quienes le ejecutan sino a su Padre. En cambio, cuando al buen ladrón cumple las condiciones de ser perdonado, confesando y rechazando sus pecados, Jesús le promete los beneficios del perdón: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43).

Por tanto, de corazón debemos perdonar a todos incondicionalmente, si bien exteriormente sólo pueden ser perdonados quienes se arrepienten y cambian de conducta. La justicia, con todo, no debe contraponerse al perdón, como demuestra también el caso del buen ladrón. Aún después de perdonarle, Jesús no le libera de la cruz, es decir, del castigo que el malhechor mismo consideraba «justo». De este modo, debemos perdonar a todos en nuestro interior mientras exigimos que se haga justicia.

--¿Qué significó para usted emocionalmente conocer a tantas personas sufriendo la pérdida de un ser querido?

--Padre Aguilar: Una cosa es ver las Torres Gemelas derrumbarse a lo lejos o por televisión, otra bien distinta es ver los rostros de las víctimas en fotos y de sus familiares en carne y hueso. En el segundo caso la tragedia se personaliza. Deja de ser un número matemático de víctimas y se convierte en una serie de biografías y de hermosas historias de amor tronchadas brusca, injustamente e irremisiblemente.

Resulta muy difícil expresar la multitud de sentimientos contradictorios que borbotaban en esa ocasión. Primero predominaban los sentimientos de profundo dolor, de compasión, de incomprensión, de impotencia. Luego surgían los de rabia contra tamaña injusticia y maldad. La pena se acuciaba al descubrir que tantas vidas buenas y prometedoras quedaban sesgadas en la plenitud de su vivir, dejando heridas profundas en seres queridos inocentes: esposas recién casadas o novias a punto de casarse, bebés y niños pequeños incapaces de comprender lo que sucedía, padres, hermanos y amigos que no volverán a ver a quien habían engendrado o con quien habían convivido por tanto tiempo.

Recuerdo que a las tres horas de estar con los familiares quedé exhausto psíquica y físicamente, como si mis huesos se hubieran vuelto pesados de repente o hubiese estado varios días sin dormir. Entonces comprendí por primera vez lo que dice el evangelista Lucas de los apóstoles en Getsemaní: «[Jesús] los encontró dormidos, pues estaban rendidos por la tristeza» (Lc 22, 45). Es verdad que la tristeza llega a extenuar a una persona.

--Supongo que el contacto con una realidad tan trágica provoca muchas reflexiones. ¿Qué lecciones sacó usted de su experiencia?

--Padre Aguilar: Saqué varias. La tragedia del 11 de septiembre se convirtió para mí en un símbolo de la lucha titánica y sempiterna entre el bien y el mal: entre el mal diabólico y alocado que mataba y destruía sin sentido y el bien que se imponía a base de amor, entrega, compasión, solidaridad. Ahí vimos lo mejor y lo peor de lo que es capaz el ser humano. Y constatamos que lo mejor triunfa sobre lo peor.

Como segunda lección destacaría la contingencia de la vida humana y de los caminos inescrutables de la Providencia. Una chica americana me dijo que había perdido al jefe de su empresa, un alemán de 30 años llamado Kraus. Él había volado de Alemania a Nueva York el lunes 10 para dirigir una reunión el martes en la mañana, justo a la hora de los ataques. La joven americana debía haber asistido a tal reunión, pero ese día había perdido el primer ferry de New Jersey a Manhattan. Mientras tomaba el segundo, las torres se derrumbaban. ¿Por qué un joven viene de Alemania a Estados Unidos para morir y una joven americana pierde la cita en que hubiera muerto? Sólo Dios lo sabe.

Me impresionó, en tercer lugar, cómo una persona puede aceptar una tragedia con heroica resignación y aceptación de la voluntad divina. Nunca olvidaré a Patty, una mujer con dos niños pequeños, a quien su marido le había llamado por teléfono desde el piso 103 de una de las torres para decirle: «Cariño, te amo. Cuida de los niños». Patty me lo decía entre sollozos: «Mi marido me hablaba despacio, con serenidad, ponderando sus palabras». Yo me preguntaba: y si yo me enfrentara a una muerte segura, ¿la aceptaría con tanta serenidad como ese joven esposo y padre de familia?

Por último, el 11 de septiembre nos demostró que el amor es capaz de trascender todo dolor, incluso la separación física que causa un atentado brutal. Entre los centenares de mensajes que los familiares de las víctimas escribieron en la plataforma de madera que se improvisó en la Zona Cero, me llamó la atención uno escrito por una niña de corta edad en un inglés pobre, incorrecto, pero preñado de emoción. Decía: «Querido papacito, te echo tanto de menos y es tan difícil sin ti alrededor. Yo sé que en el cielo deberán estar todos los héroes. Por eso yo perdí a mi héroe, a mi corazón, a mi papacito. ¡Te quiero tanto! Con amor, tu niña pequeña».
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