Benedicto
XVI recuerda con emoción y gratitud a Dios su peregrinación a
Santiago de Compostela, en una carta dirigida al arzobispo Julián
Barrio Barrio, con ocasión de la clausura del Año Santo Jacobeo de
2010. El Papa exhorta a los pueblos de España y de Europa a
vigorizar sus raíces cristianas, la solidaridad y la firme defensa
de la dignidad humana e invita a los jóvenes a la Jornada Mundial
de la Juventud Madrid 2011.
En la carta hecha pública este viernes, el Papa desea unirse a la
acción de gracias a Dios por los dones que su bondad ha derramado
en estos meses, en la multitud de personas que han peregrinado a
ese lugar santo con fe viva, renovando la firme adhesión al
mensaje transmitido por los Apóstoles y viviendo con espíritu de
conversión el encuentro con la misericordia y el amor de
Jesucristo.
Al saludar con afecto a los pastores, religiosos, seminaristas y
fieles congregados en la clausura del Año Santo Compostelano,
evocando los inolvidables momentos que vivió junto a la Tumba del
Apóstol protomártir, Benedicto XVI les dirige una palabra de
aliento, para que los frutos de vida cristiana y de renovación
eclesial cosechados copiosamente en este jubileo impulsen a los
que han llegado hasta Santiago de Compostela a ser testigos de
Cristo Resucitado.
En particular, a los jóvenes con quienes tendrá la dicha de
reunirse el año próximo en Madrid, para la celebración de la
Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XV los invita a dejarse
interpelar por Cristo, entablando con Él un diálogo franco y
pausado y preguntándose también: ¿Contará el Señor conmigo para
ser su apóstol en el mundo, para ser mensajero de su amor? Que no
falte la generosidad en la respuesta, ni tampoco aquel arrojo que
llevó a Santiago a seguir al Maestro sin ahorrar sacrificios.
El Santo Padre -haciendo hincapié en que conserva en su alma el
recuerdo de su grata estancia en Compostela- pide «al Señor que el
perdón y la aspiración a la santidad que han germinado en este Año
Santo Compostelano ayuden a hacer más presente, bajo la guía de
Santiago, la Palabra redentora de Jesucristo en esa Iglesia
particular y en todos los pueblos de España, y que su luz se
perciba igualmente en Europa, como una invitación incesante a
vigorizar sus raíces cristianas y así potenciar su compromiso por
la solidaridad y la firme defensa de la dignidad del hombre.
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