11.03.14

lazo

Hoy hace, exactamente, 10 años que unas manos asesinas mataron a 193 personas en la explosión de varios trenes en la capital de España.

Desde entonces, nadie ha sido capaz de demostrar quiénes fueron los autores materiales e intelectuales y estamos a la espera de que eso se haga realidad.

El caso es que los católicos que pedimos a Dios, tantas veces, por muchas intenciones, debemos agradecer a Dios que haya acogido en su seno a los que murieron de una forma tan vil y sostenida por aquellos que querían un cambio de Gobierno en España. Consiguieron su objetivo porque lo peor que puede hacerse con una sociedad enferma es hurgar en las heridas de tal enfermedad y si, además, tiene las virtudes cristianas mirando para otro lado, lo que se consigue es lo que se consiguió y lo que sigue vigente.

De todas formas, nosotros debemos ir a lo nuestro que no es otra cosa que pedir a Dios por las almas de aquellas personas y para que perdone a los asesinos y a quienes lo tramaron todo. A nosotros a lo mejor nos basta con seguir viviendo entre tanto personaje ruin y malcarado.

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nuestras pesadas cargas… llevadas por Cristo

“Únicamente quien soporta un yugo, puede hablar de él con optimismo”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (930)

Viene a ser lo mismo aceptar que soportar. Por eso cuando, con paciencia infinita soportamos a una persona que, por su forma de ser, es insistente en la exposición de su pensamiento, lo que hacemos es aceptar en nuestro corazón su presencia y su existencia. Aceptamos, pues, cuando nos dejamos dominar por el amor y controlar por el espíritu de ser discípulos de Cristo e hijos de Dios.
Sabemos, por otra parte, que el hecho mismo de ser seres humanos, creación predilecta de Dios, nos hace partícipes de la creación y de todo lo que eso supone. Y supone mucho.

En primer lugar, quiere decir que debemos tomar sobre nuestras espaldas y sobre nuestros corazones aquello que sea posible podamos cargar. Es una carga difícil de llevar porque no siempre queremos, ni estamos preparados, para responder a lo que supone se hijo de Dios que es consciente de que lo es.

Pero, en segundo lugar, aquello que, más directamente, nos toca asumir (una familia, una evangelización…) es, las más de las veces, algo que nos supera y, si no tenemos la suficiente fe como para apoyarnos en unos principios y unos valores básicamente discipulares de Cristo, lo más probable es que acabemos acallando una conciencia cristiana que nos llama a ser lo que único que podemos ser y que no es otra cosa que hijos de un tal
Padre.

Por tanto, aquello que debemos llevar a cabo porque nos corresponde llevarlo a cabo no siempre podemos asumirlo.

Sin embargo, nos salva el echo de tener a Quien nos ayuda, a Quien nos auxilia y a Quien nos da la mano. El Hijo de Dios vino al mundo, como sabemos, para quedarse, y en ese quedarse está incluido el echarnos una mano para que nuestra carga la podamos llevar sin un esfuerzo, a veces, tan inhumano.

Jesús, con su ser y su actuar, nos acompaña, va a nuestro lado, nunca nos abandona. Lo hace porque sabe que no siempre podemos con lo que debemos poder porque somos débiles de corazón y, por eso mismo, se sitúa a nuestro lado y nos lleva, por el mundo, considerándonos hermanos… porque lo somos.

Aceptamos, pues, el yugo porque sabemos que tal es la voluntad de Dios. Y lo aceptamos, también, porque no queremos que nuestra fe sea, sólo, un adorno espiritual sino, al contrario, un afán que, día a día, hacemos efectivo.

Y efectivo es lo mismo que verdadero.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Lucy

Ayer lunes, 10 de marzo de este año 2014 subió al cielo Lucy, hermana de Lolo. Lucy fue, en la vida del beato de Linares, una persona algo más que especial para el bueno de Manuel Lozano Garrido. Por eso en su libro “El sillón de ruedas” le escribió una dedicatoria que dice esto:

“A TUS MANOS, las palmas dulces, que reeditan en las fibras anquilosadas el milagro de la resurrección de la carne.

A TUS OJOS, las pupilas, hasta las que si uno se aúpa lo deslumbra la presencia de unos rasgos nazarenos.

A TU PALABRA, cicatriz, ala, gloria y esperanza.

A TU SILENCIO…

A TU CORAZÓN, fragua y manzana, que limita, de un lado, con los cielos y estrellas. De otro, con la imagen fija de un Cristo repetido.

A TODA TÍ, Lucy hermana, por quien hoy toco, veo, canto, rezo y amo; a ti, radiante, a quien ha encarnado, sobradamente, la Ternura.”

Descansa en paz y en compañía de Dios y de tu hermano Lolo.

También a ti te pedimos Lucy que ruegues por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán