ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 01 de noviembre de 2014

La frase del sábado 1

Las Bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano.
El papa Francisco 

 


El papa Francisco

Ángelus, texto completo: Los santos 'últimos para el mundo, 'primeros' para Dios
El Papa invita a rezar por Jerusalén la ciudad santa, para que sea signo de la paz de Dios para toda la familia humana

Texto de la homilía del Papa en la fiesta de Todos los Santos
Las beatitudes como brújula delante de una cultura de la devastación y del descarte

Iglesia y Religión

La Santa Sede aprueba las Constituciones de los Legionarios de Cristo
El decreto fue firmado el 16 de octubre de 2014. Las constituciones aprobadas contienen las normas fundamentales para custodiar y promover el carisma de la congregación

Encuentro de movimientos populares: la ideología quedó en segundo plano
Entrevista a dos obispos participantes, José Vera López y Luis Infanti della Mora

Rome Reports

FaithCounts.net: Un lugar original para compartir tu fe (Vídeo)
La campaña incluye diversos grupos religiosos, como mormones, católicos y protestantes

Documental conmemora los 60 años de Comunión y Liberación (Vídeo)
"La strada bella" muestra la vida cotidiana de los miembros de este movimiento

Comunicación

Periodista de TiME: desconfiar de lo que escriben sobre el Vaticano
Los medios transforman en novedad cosas que la Iglesia siempre ha afirmado

Espiritualidad

Beato Pío Campidelli - 2 Noviembre
«Joven pasionista italiano, devoto de Cristo crucificado y de María, un muchacho sensible y generoso que murió a los 21 años, ofreciendo su vida por la Iglesia, el papa y su orden, así como por los pecadores y su propia tierra»


El papa Francisco


Ángelus, texto completo: Los santos 'últimos para el mundo, 'primeros' para Dios
El Papa invita a rezar por Jerusalén la ciudad santa, para que sea signo de la paz de Dios para toda la familia humana

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco rezó hoy el ángelus desde la ventana de su estudio que da hacia la Plaza de San Pedro, ante una multitud que le esperaba, en el día de todos los santos.

"Queridos hermanos y hermanas

Los dos primeros días del mes de noviembre constituyen para todos nosotros un momento intenso de fe, de oración y de reflexión sobre 'las cosas últimas' de la vida. Al celebrar de hecho a todos los Santos y al recordar a todos los fieles difuntos, la Iglesia peregrina en la tierra vive y expresa en la liturgia el vínculo espiritual que la une a la Iglesia del Cielo. Hoy damos alabanza a Dios por las filas innumerables de santos y santas de todos los tiempos: hombres y mujeres comunes, simples y a veces 'últimos' para el mundo, pero 'primeros' para Dios.

Al mismo tiempo recordamos también a nuestros queridos difuntos cuando visitamos los cementerios: es motivo de gran consolación pensar que estos están en compañía de la Virgen María, de los apóstoles, de los mártires y de todos los santos y santas del paraíso.

La solemnidad de hoy nos ayuda a considerar una verdad fundamental de la fe cristiana, que profesamos en el Credo: la comunión de los santos. ¿Qué significa esto?: la comunión de los santos. Es la unión común que nace de la fe y une a todos los que pertenecen a Cristo gracias al bautismo. Se trata de una unión espiritual, todos estamos unidos, que no es rota por la muerte, pero sigue en la otra vida.

De hecho subsiste una relación indestructible entre nosotros los vivientes en este mundo y quienes han pasado el límite de la muerte. Nosotros aquí abajo en la tierra junto a quienes han entrado en la eternidad, formamos una sola y gran familia.

Se mantiene esta familiaridad, esta esta maravillosa comunión, maravillosa unión común, entre el cielo y la tierra se realiza de la manera más alta e intensa en la liturgia, y sobretodo en la celebración de la eucaristía, que expresa y realiza la más profunda unión entre los miembros de la Iglesia. En la Eucaristía, de hecho nosotros encontramos a Jesús vivo y su fuerza, y a través de Él entramos en comunión con nuestros hermanos en la fe: aquellos que viven con nosotros aquí en la tierra y aquellos que nos antecedieron en la otra vida, la vida sin final.

Esta realidad de la comunión nos colma de alegría: es hermoso tener a tantos hermanos en la fe que caminan junto con nosotros, nos apoyan con su ayuda y junto a nosotros hacen el mismo recorrido y el mismo camino hacia el cielo, nos esperan y rezan por nosotros, para que juntos podamos contemplar eternamente el rostro glorioso y misericordioso del Padre.

En la gran asamblea de los santos, Dios ha querido reservar el primer lugar a la Madre de Jesús. María está en el centro de la comunión de los santos, como particular custodia del vínculo de la Iglesia universal con Cristo, del vínculo de la familia Ella es nuestra madre, nuestra madre.

Para quien quiere seguir a Jesús en el camino del Evangelio, ella es la guía segura, porque es la primera discípula, la madre cariñosa y atenta, a quien confiar cada deseo y dificultad.

Rezamos junto a la Reina de Todos los Santos, para que nos ayude a responder con generosidad y fidelidad a Dios, que nos llama a ser santos como Él es santo".

Angelus Domini...

Después de la oración del ángelus el Santo Padre dirigió las siguientes palabras:

"La liturgia de hoy habla de la gloria de Jerusalén Celeste. Invito a todos a rezar para que la Ciudad Santa, querida para los judíos, crisitanos y musulmanes, que en estos días ha sido testimonio de diversas tensiones, pueda ser cada vez más signo y anticipación de la paz que Dios desea para toda la familia humana.

Queridos hermanos y hermanas. Hoy en Victoria, España, es proclamado beato el mártir Pietro Asúa Mandía. Sacerdote humilde y austero que predicó el evangelio con santidad de vida, la catequesis y la dedicación hacia los pobres y necesitados. Arrestado, torturado y asesinado por haber manifestado su voluntad de permanecer fiel al Señor en la Iglesia, representa para nosotros un admirable ejemplo de fortaleza en la fe y testimonio de caridad.

Saludo a todos los peregrinos que provienen desde Italia y desde tantos países. En particular saludo a los participantes de la 'Corsa dei Santi' y de la 'Marcia dei santi', promovidas respectivamente por la Fundación Don Bosco en el mundo y por la Asociación Familia Pequeña Iglesia. Me alegro por estas iniciativas que unen el deporte, el testimonio cristiano y el empeño humanitario. Saludo también a los jóvenes de Modena, que han recibido la Confirmación, junto a los papás y catequistas, y también a los voluntarios de la ciudad de Sciacca y al grupo deportivo de la parroquia de Castegnato (Brescia, Italia).

Hoy por la tarde iré al cementerio de El Verano y celebraré la santa misa en sufragio de los difuntos. Visitando al principal cementerio de Roma, me uno espiritualmente a quienes se dirigen en estos días a las tumbas de sus muertos en los cementerios del mundo entero.

Les deseo a todos una hermosa fiesta, en la alegría de ser parte de la gran familia de los santos. Y no se olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo' y 'arrivederci'".

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Texto de la homilía del Papa en la fiesta de Todos los Santos
Las beatitudes como brújula delante de una cultura de la devastación y del descarte

Por Redacción

ROMA, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco celebró en el cementerio romano de 'Il Verano', la misa en la festividad de Todos los Santos. El Pontífice ha comentado la Lectura del apocalípsis y el Evangelio de las beatitudes, relacionándolas con la destrucción de lo creado, la cultura del descarte y la persecución que tantos sufren por ser cristianos. 

A continuación las palabras del Santo Padre.

"Cuando en la primera lectura he escuchado al ángel que gritó a gran voz, a los cuatro ángeles a los cuales le había sido concedido devastar la tierra y el mar, de destruir todo. 'No devasten la tierra, el mar ni las plantas' y a mi me vino a la mente una frase que no está aquí pero que está en el corazón de todos nosotros: Los hombres son capaces de hacerlo mejor, somos capaces de devastar la tierra, mejor que los ángeles y esto lo estamos haciendo, esto lo hacemos, devastar lo creado, devastar la vida, devastar las culturas, devastar los valores, devastar la esperanza. Y cuanta necesidad tenemos de la fuerza del Señor, para que nos selle con su amor con su fuerza para detener esta loca carrera de destrucción.

Destrucción de lo que Él nos ha donado, de las cosas más hermosas que hizo para nosotros, para que nosotros las lleváramos adelante, las hiciéramos crecer, dar sus frutos. Cuando estando en la sacristía miraba las fotos de hace tantos años atrás, (el bombardeo de Roma en la segunda Guerra Mundial, en el barrio del cementerio, ndr.), he pensado: esto que ha sido tan grave y doloroso, esto es nada en comparación con lo que hoy sucede.

El hombre se apropia de todo, se cree Dios, se cree el rey. Y las guerras, las guerras que siguen no para sembrar grano de vida pero para destruir. Es la industria de la destrucción, es un sistema de vida en el cual cuando las cosas no se logran arreglar se descartan. Se descartan: se descartan a los niños se descartan a los ancianos, se descartan a los jóvenes, sin trabajo. Hace esto la cultura del descarte, se descartan los pueblos.

Esta es la primera imagen que me vino cuando sentí esta Lectura.

La segunda imagen en la misma lectura, es esta multitud inmensa que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas.

Los pueblos, la gente, ahora comienza el frío. Estos pobres que tienen que huir para salvar la vida, de sus casas, de sus pueblos al desierto y viven en carpas y sienten en frío, sin medicinas, hambrientos. Porque el 'dios hombre' se ha apropiado de lo creado, de todo lo bonito que Dios hizo para nosotros.

¿Pero quién paga la fiesta? Los pequeños, los pobres. Los que de personas acabaron en descarte. Y esto no es historia antigua, sucede hoy. ¡Pero padre esto es lejos! También aquí, sucede hoy.

Y diré aún más, parece que esta gente, que estos niños hambrientos, enfermos, parece que no cuenten, que sean de otra especie, no sean humanos. Esta multitud está delante de Dios y pide: Por favor, salvación; por favor, paz; por favor, pan; por favor trabajo; por favor hijos y abuelos; por favor jóvenes con la dignidad de poder trabajar.

Pero los perseguidos entre ellos, los perseguidos por la fe. 'Uno de los ancianos se dirigió a mi: Quienes son estos vestidos de blanco, quiénes son, de dónde vienen? Son aquellos que vienen de la gran tribulación y que lavaron sus vestiduras volviéndolas cándidas en la sangre del Cordero'.

Y hoy sin exagerar, hoy en el día de Todos los Santos querría que todos pensáramos a todos ellos, los santos desconocidos, pecadores como nosotros, peor que nosotros, destruidos. A esta multitud de gente que viene de la gran tribulación, la mayor parte del mundo está en tribulación. El Señor santifica a este pueblo pecador como nosotros, lo santifica con la tribulación.

Y al final hay una tercera imagen, Dios. La primera la devastación; segunda las víctimas y tercera Dios.

Dios, nosotros desde ahora somos hijos de Dios, lo hemos escuchado en la Segunda lectura, pero lo que seremos aún no ha sido revelado. Pero sabemos que cuando Él se habrá manifestado nosotros seremos similares a Él, porque lo veremos como Él es, o sea la esperanza. Y esta es la bendición del Señor que aún tenemos: la esperanza, la esperanza que tenga piedad de su pueblo, que tenga piedad de éstos que están en la gran tribulación, y también que tenga piedad de los destructores para que se conviertan.

Y así la santidad de la Iglesia va adelante, con esta gente, con nosotros, que veremos a Dios como Él es. Y cuál tienen que ser nuestra actitud si queremos entrar en este pueblo, nuestro, si queremos entrar en ese pueblo y caminar hacia el Padre, en este mundo de devastación, de guerras, de tribulación.

Nuestra actitud la hemos escuchado en el Evangelio, es la actitud de las beatitudes. Solamente ese camino nos llevará al encuentro con Dios. Solamente ese camino nos salvara de la destrucción de la devastación de la tierra, de lo creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo.

Solamente ese es camino. Nos hará pasar cosas feas, nos traerá problemas y pasar persecuciones. Pero solamente ese camino nos llevará hacia adelante. Y así este pueblo que tanto sufre hoy por el egoísmo de los devastadores, de nuestros hermanos devastadores, ese pueblo va adelante con las beatitudes, con la esperanza de encontrar a Dios, de ver cara a cara al Señor. Con la esperanza de volvernos santos en ese momento del encuentro definitivo con Él.

El Señor nos ayude, nos de la gracia de esta esperanza, y también la gracia del coraje de salir de todo lo que es destrucción, devastación, relativismo de vida, exclusión de los otros, exclusión de los valores, exclusión de todo lo que el Señor nos ha dado, exclusión de la paz. Nos libre de ésto y nos dé la gracia de caminar con la esperanza de encontrarnos y cara a cara con Él y esta esperanza, hermanos y hermanas, no desilusiona.  

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Iglesia y Religión


La Santa Sede aprueba las Constituciones de los Legionarios de Cristo
El decreto fue firmado el 16 de octubre de 2014. Las constituciones aprobadas contienen las normas fundamentales para custodiar y promover el carisma de la congregación

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) -  El director general de los Legionarios de Cristo, padre Eduardo Robles-Gil, comunicó con una carta fechada este sábado, solemnidad de todos los santos, que la Santa Sede ha aprobado las nuevas constituciones de la Legión. La aprobación fue firmada el 16 de octubre por el Mons. José Rodríguez Carballo, O.F.M y el P. Sebastiano Paciolla, O.Cist., secretario y subsecretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica respectivamente. Las nuevas constituciones están ya en vigor.

Con este paso se cumple el objetivo principal del proceso de renovación iniciado en 2010 por mandato de Benedicto XVI y continuado por Francisco a través de un Delegado Pontificio, el Card. Velasio De Paolis. El texto es resultado de un trabajo de consulta y reflexión que duró prácticamente tres años y en la que todos los legionarios tuvieron oportunidad de participar y aportar y que culminó con la celebración del Capítulo General Extraordinario en enero y febrero de 2014.

Entre los cometidos principales del proceso de renovación estaban la clarificación del carisma, la simplificación y reducción de las normas, asegurar un ejercicio de la autoridad más participativo y conforme al Derecho Canónico, y la formación de los legionarios, con especial atención a la responsabilidad de cada uno de hacer su propio discernimiento vocacional y garantizar la distinción entre el fuero interno y el fuero externo.

El P. Robles-Gil afirma en su carta: «Tenemos ahora en nuestras manos el texto de nuestras Constituciones que describe para cada uno de nosotros el modo específico de vivir la vida religiosa en la Legión, siendo así el camino que nos guía hacia la santidad y la fecundidad apostólica al servicio de la Iglesia y de los hombres».

Las constituciones de una congregación religiosa contienen las normas fundamentales que custodian y promueven la vivencia y desarrollo del propio carisma. En ellas se contienen las normas esenciales sobre la identidad y misión de la congregación, su gobierno y disciplina; la incorporación y formación de los miembros; el objeto de los vínculos sagrados. En ellas se deben armonizar los elementos espirituales y jurídicos, sin multiplicar las normas innecesariamente. Las aprueba la autoridad eclesiástica competente. En el caso de la Legión de Cristo, que es una congregación de derecho pontificio, la aprobación corresponde a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

El texto de las Constituciones está disponible para consulta en internet.

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Encuentro de movimientos populares: la ideología quedó en segundo plano
Entrevista a dos obispos participantes, José Vera López y Luis Infanti della Mora

Por H. Sergio Mora

ROMA, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - A pesar de las diferencias de ideas, naciones y credos, se registró signo muy fuerte de la presencia misteriosa de Dios en medio de los pobres, lo que Jesús dijo en el capítulo 25 de Mateo. Lo indicó Mons. José Raúl Vera López, O.P., Vescovo di Saltillo (Messico), quien participó en los tres días del Encuentro Mundial Movimientos Populares y que fue recibido el jueves por el papa Francisco.

El Encuentro fue organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, y se realizó del lunes 27 al miércoles 29 de octubre. Entre los participantes estuvo el presidente de Bolivia, Evo Morales, a título no de presidente sino de líder campesino.

El día principal del Encuentro fue el martes, cuando el papa Francisco recibió a los participantes en el Vaticano, en el Aula vieja del sínodo y les dirigió sus palabras.

El día del cierre del encuentro, en el Salesianum, poco antes de la declaración final, Mons. José Vera López conversó con ZENIT.

“Asumimos en este encuentro de grupos, que no necesariamente todos son cristianos o católicos. Es un grupo plural pero hay coincidencia sobre la problemática de la tierra, de la vivienda y del trabajo, porque hay un entrecruce existencial” indicó.

Añadió que el encuentro “la parte ideológica queda diluida porque ellos han aceptado el mensaje del Papa dado el martes. El tema es la vida, tener tierra soporta la vida, tener una familia soporta la vida, tener un salario soporta la vida. No hubieron fricciones, las única es que no hubo tiempo para que todos dieran su testimonio. Porque todas son personas que están trabajando”.

El obispo mexicano precisó que “el otro aspecto que nos unió mucho, es que todos nos sentimos muy responsables del futuro de la tierra y de la humanidad”.

“En realidad -consideró el obispo- creo que hubo un signo muy fuerte de la presencia misteriosa de Dios en medio de los pobres, lo que Jesús dijo en el capítulo 25 de Mateo. Él no hizo distinción: cuando ven al pobre es a mí a quien ayudan o a quien desprecian. No puso credos ni condiciones. Lo que aquí se vivió fue sumamente fraterno”.

“El aspecto cristiano -prosiguió Mons. Vera- fue muy patente, aunque probablemente entre esta gente haya personas que fueron cristianas y que no han vuelto a la fe. Pero ha sido un signo muy fuerte de la presencia del Reino entre los pobres. Es un signo del profetismo de Francisco y de que Francisco se deja guiar por el Espíritu. Me considero afortunado de haber participado y además hay una presencia de México. Yo trabajo con muchos movimientos populares. En ese sentido ha sido una bocanada de aire fresco. Todos sintieron su cercanía, el Papa le dio la mano a todos, a pesar de que venía con prisa”.

Mons. José Vera consideró que “a nosotros los obispos el Papa nos ha dejado un compromiso fuertísimo y un punto de referencia en nuestro comportamiento. Porque de ahora en adelante tenemos que ser referentes para los pobres, todos aquellos que están luchando por su tierra, por su sobrevivencia, su vivienda, por la paz, por su vida, muchos son perseguidos”.

Por su parte el obispo, vicario apostólico, Luis Infanti della Mora, Osm, conversando con ZENIT el día final del encuentro indicó: “Hemos planteado que los movimientos sociales son una voz de los pobres y en ella se ve reflejada la voz de Dios. Por lo tanto no es sólo un planteamiento político, social, humano, sino también un grito espiritual, un grito de Dios, un grito de la tierra, un grito de los hombres”.

En el vicariato apostólico en donde Mons. Infanti opera, indicó que “el problema nuestro es esencialmente el medio ambiente y la propiedad de agua, en una región de las que tienen más agua dulce del mundo.

“La respuesta de la Iglesia -añadió el obispo- es que los gozos, las esperanzas, los sueños, los sufrimientos, las ansiedades de los seres humanos, son también de la Iglesia”.

Añadió que “la fe fundamental del pueblo de Israel era que la tierra es de Dios. Y nosotros somos cuidadores, administradores de esta tierra”.

Por ello criticó el modo de operar de las empresas multinacionales “que se creen dueños como si fueran dioses y privan de sus bienes naturales a poblaciones enteras. Como Iglesia deberíamos profundizar más esa frase profética del Papa Pablo VI en Puebla cuando dijo sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social”.

Leer también: Encuentro de mov. populares en el Vaticano. Los periodistas preguntan

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Rome Reports


FaithCounts.net: Un lugar original para compartir tu fe (Vídeo)
La campaña incluye diversos grupos religiosos, como mormones, católicos y protestantes

Por Redacción

ROMA, 01 de noviembre de 2014 (Rome Reports) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Documental conmemora los 60 años de Comunión y Liberación (Vídeo)
"La strada bella" muestra la vida cotidiana de los miembros de este movimiento

Por Redacción

ROMA, 01 de noviembre de 2014 (Rome Reports) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Comunicación


Periodista de TiME: desconfiar de lo que escriben sobre el Vaticano
Los medios transforman en novedad cosas que la Iglesia siempre ha afirmado

Por Jorge Enrique Mujica

ROMA, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Que el papado vive una especie de luna de miel con los medios de comunicación es un hecho que cualquiera puede advertir hojeando periódicos, escuchando la radio o viendo la televisión. Juan Pablo II fue también un papa bastante mediático pero nunca le faltaron los críticos. La crítica, en el caso de Benedicto XVI, fue más bien la tendencia general que acompañó sus ocho años de pontificado.

Francisco es un Papa que lo que toca lo convierte en titular. Ese aire de «reformador» y «progresista» que han construido no pocos gracias a su personalidad ciertamente particular le ha ganado la simpatía de la grande, mediana y pequeña prensa.

Pero el entusiasmo acrítico nutrido por tantos lleva a no pocos periodista a presentar como novedoso, incluso como innovador y en ruptura con papas precedentes, lo que en realidad no lo es. Ha pasado con el discurso que Papa Francisco dio a los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias (véase en este enlace) donde les dice que la teoría del big-bang no es incompatible con la fe católica.

La cantidad de titulares en torno a esa afirmación y la presentación de las palabras del Papa como algo inaudito para la Iglesia dejan pasmados. Una de esas personas sorprendidas ha sido Elizabeth Dias quien en la revista TIME, que no puede decirse que sea una publicación friendly con la Iglesia, lo pone de manifiesto (cf. «Sorry, But Media Coverage of Pope Francis is Papal Bull», 29.10.2014).

«Cualquiera que sepa algo de historia sobre la Iglesia católica sabe que una declaración como esa no es algo nuevo. Pío XII escribió una encíclica en 1950, la Humani Generis, afirmando que no había conflicto entre la evolución y la fe católica. Juan Pablo II lo reafirmó e hizo hincapié en 1996 en que la evolución era más que una hipótesis. El Papa Benedicto XVI organizó una conferencia sobre los matices de la creación y de la evolución en 2006», escribe Dias. Y añade: «Nada de eso parece importar a los medios de comunicación».

Elisabeth Dias señala también que este tipo de narrativa «se repite una y otra vez en la cobertura del Papa Francisco». Pone como ejemplo otro caso: la oposición del Papa a la pena de muerte que, en realidad, es parte del pensamiento de la Iglesia desde hace mucho tiempo. O la supuesta apertura a los gays del sínodo sobre la familia (el Catecismo de la Iglesia católica expresa desde hace muchos años ese sentido de acogida y respeto hacia las personas homosexuales).

Esto es peligroso –dice la periodista en TIME– sobre todo porque ese furor puede llevar a que otros temas realmente relevantes (cita el caso de los estudiantes mexicanos secuestrados y de los que también habló el Papa Francisco) no consigan la misma visibilidad. Y concluye: «Moraleja de esta historia: no crea la mayor parte de los que lee sobre el Vaticano».

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Espiritualidad


Beato Pío Campidelli - 2 Noviembre
«Joven pasionista italiano, devoto de Cristo crucificado y de María, un muchacho sensible y generoso que murió a los 21 años, ofreciendo su vida por la Iglesia, el papa y su orden, así como por los pecadores y su propia tierra»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 01 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - En esta conmemoración de Todos los Fieles difuntos, nuevamente nos encontramos frente a una vida breve, de intensa entrega a Cristo, que transcurrió sin notoriedad y se consumó sobrenaturalizando lo ordinario. Luigi, que ese fue el nombre que le impusieron en bautismo a este pasionista, fue el cuarto de los seis hijos habidos en el matrimonio de agricultores compuesto por Giuseppe y Filomena, que vieron partir de este mundo prematuramente a dos de ellos. Luigi nació en la localidad italiana de Trebbio perteneciente a Poggio Berni (diócesis de Rimini), región de Emilia-Romagna el 29 de abril de 1868. Su madre le educó en la fe cristiana, como sin duda hizo con el resto de sus hijos.

Giuseppe murió a consecuencia del tifus cuando el beato tenía 4 años. No le dio tiempo a conocer las cualidades de este hijo estudioso, sensible, lleno de bondad, en el que fueron calando las enseñanzas que recibía en el hogar. Como sucedía entonces en tantas localidades, muchas veces eran los sacerdotes los que tomaban la iniciativa de acoger a los niños para proporcionarles adecuada formación. Luigi acudía el centro que había abierto el padre Angelo Bertozzi, con el que aprendió latín antes de ir a la escuela pública. Además, prestaba una ayuda inestimable a los suyos trabajando en el campo. Sufría al oír las blasfemias proferidas por un tío suyo, Bertoldo, que convivía con la familia, al que tuvo especialmente presente en sus oraciones, y no descansó en sus peticiones hasta que siendo ya religioso tuvo noticias de que había abandonado tan pésima y grave costumbre.

Su madre, como la gran parte del pueblo, además del párroco padre Filippo, sabía que el muchacho estaba en el buen camino y admiraba su excelente conducta. Ella había acudido al sacerdote para intercambiar impresiones sobre este hijo que la tenía admirada con su comportamiento, y en el que veía las trazas de un chico que apuntaba directo al cielo. Entonces Filippo le había dicho que Dios estaba trabajando en el corazón del pequeño quien le estaba respondiendo admirablemente. La madrina de Luigi, como otras personas cercanas, no dudaba de la gracia que resplandecía en él. Así lo dejaba entrever en sus comentarios, diciendo que parecía haber nacido para el paraíso. Y sí, era realmente un ángel, como iba a comprobarse.

La formación espiritual que recibía en el seno familiar se convirtió en la base sobre la que se asentó su temprana vocación. Y es que sus ensoñaciones se dispararon en 1880 al escuchar a los pasionistas del santuario de la Madonna di Casale, ubicado en las cercanías de Sant’Arcángelo que predicaban las misiones por la región. Ya estaba acostumbrado a las prácticas de piedad. Solía acudir a misa diariamente recorriendo a pie cinco kilómetros, tenía presente en su oración a personas a las que estimaba, como su abuelo que había fallecido seis años antes, impartía catequesis, y pasaba por encima de las habladurías de algunos vecinos que calificaban su conducta como propia de un santurrón.

No hay edad para el amor a Dios y el caso de Luigi es otra prueba de ello, ya que en ese momento tenía 12 años. Sin embargo, aunque era casi un niño, interpretó perfectamente el llamamiento interior que sintió para seguir a Cristo a través de ese carisma: «Te quiero pasionista». Habló de ello con el superior de Casale di Vito, pero se vio obligado a vivir en un compás de espera contando los días que le faltaban para cumplir los 14, edad en la que iba a ser admitido. El 2 de mayo de 1882 ingresó en el convento. Su madre y hermanos se quedaron llorando. Él los consoló diciendo: «Por mí no debéis llorar; yo soy verdaderamente feliz». Quería ser sacerdote, un gran misionero, y, sobre todo, ser santo. El 27 de ese mismo mes tomó el hábito y el nombre de Pío. En 1883 inició el noviciado en san Eutizio de Soriano. Luego regresó a Casale donde profesó el 30 de abril de 1884.

Mientras se formaba en los estudios eclesiásticos, que le hubieran llevado al sacerdocio, probaba fehacientemente su vocación con una vida de entrega y fidelidad en lo cotidiano. Alegre, estudioso, caritativo, modesto, obediente, generoso, dando muestras de saber estar en todo momento. Llamaba la atención su devoción por la Eucaristía, por Cristo crucificado y por la Virgen María. Tenía como insignes modelos para su vida a san Luís Gonzaga y a san Gabriel de la Dolorosa. Si su familia pensó alguna vez que podría sentirse defraudado en la forma de vida y lugar elegido para entregarla, habrían errado. Su hermana Teresa siempre que fue a visitarlo constató en su rostro el gozo que le envolvía. Una vez su madre le preguntó que si quería volver a casa, y su respuesta fue rotunda, inequívoca: «¡Ni por todo el oro del mundo!».

Su constitución física era frágil. Y a Dios Padre debía urgirle tenerlo junto a Él. Así, aunque recibió las órdenes menores, ni siquiera pudo convertirse en subdiácono porque la temible tuberculosis se cebó en él en 1888. Acogió serenamente la funesta enfermedad, y cuando su madre fue a verle la animó diciéndole que fuese fuerte, vaticinándole que se reunirían de nuevo en el cielo. Murió el 2 de noviembre de 1889 a sus 21 años, arrebatado por el amor divino, comunicando a los que le acompañaban en esos postreros instantes que la Virgen venía por él. Según sus propias palabras, ofrecía su vida «por la Iglesia, el papa, la congregación, para la conversión de los pecadores, y sobre todo por el bien de mi querida Romagna». Sus restos se veneran en el santuario de Casale desde 1923. Juan Pablo II lo beatificó el 17 de noviembre de 1985.

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