Servicio diario - 27 de septiembre de 2017


Audiencia: “Es la esperanza la que sostiene la vida”
Sergio Mora

Francisco bendice la iniciativa de Cáritas: “Compartiendo el viaje”
Redacción

El Papa saluda a las personas de Oriente Medio en la Audiencia general
Rosa Die Alcolea

Puerto Rico: Francisco reza por las víctimas del huracán María
Rosa Die Alcolea

El Papa muestra a los jóvenes el “ejemplo de caridad” de San Vicente de Paul
Rosa Die Alcolea

El Papa felicita a la Familia Vicenciana por los 400 años de su carisma
Redacción

El cardenal Tagle explica la campaña “Compartiendo el viaje”
Sergio Mora

Mons. Gallagher ante la ONU: “Lo primero son las personas, especialmente quienes sufren”
Rosa Die Alcolea

San Simón de Rojas, 28 de septiembre
Isabel Orellana Vilches

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia del 27 de septiembre de 2017
Redacción


 

27/09/2017-08:22
Sergio Mora

Audiencia: “Es la esperanza la que sostiene la vida”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 Sept. 2017).- En un miércoles soleado de inicio de otoño, el papa Francisco realizó la audiencia general a la cual llegó en el jeep abierto. En la plaza de San Pedro le esperaban hoy unos 30 mil peregrinos agitando pañuelos y manifestado con gritos y cantos su alegría. El Santo Padre, hizo detener varias veces el vehículo para saludar y bendecir a ancianos y niños.

“Queridos hermanos y hermanas: «Mientras hay vida hay esperanza», es una frase que solemos escuchar, pero yo creo que es más bien al contrario, es la esperanza la que sostiene, protege y hace crecer la vida”, dijo el Pontífice al resumir en idioma español su catequesis.

“Pero esta virtud tan importante tiene también importantes enemigos” dijo. Y precisó: “Pensemos en un joven acostumbrado a recibir todo inmediatamente, a quien no se le ha enseñado la virtud de la espera y la paciencia, su alma se va vaciando de anhelos e ilusiones y esto es un obstáculo para la esperanza”.

Señaló que “otro enemigo es la apatía, que nos hace ver los días como monótonos y aburridos”, e invitó a “luchar contra esto, pues Dios nos ha creado para la felicidad y no para que perdamos el tiempo en pensamientos melancólicos”.

“La esperanza es la virtud del pobre, del campesino, del trabajador y del emigrante que se pone en camino buscando un futuro mejor, así como también la de quien está abierto a la acogida, al diálogo y al conocimiento mutuo; es la virtud que empuja a todos a «compartir el viaje» de la vida, por eso no tengamos miedo a compartir el viaje, no tengamos miedo a compartir la esperanza”.

Por ello invito: “Ante las tentaciones, acudamos a Jesús, Él nunca nos abandona, y repitamos con confianza: «Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy pecador»”.

Concluyó sus palabras en español, saludando “cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España y Latinoamérica”.

“Deseo que hoy tengamos un recuerdo en la oración -concluyó el Papa- por las víctimas y damnificados que deja tras de sí el huracán que en estos días ha azotado el Caribe, y en modo particular Puerto Rico. Que Dios los bendiga”.

 

 

27/09/2017-09:37
Redacción

Francisco bendice la iniciativa de Cáritas: “Compartiendo el viaje”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 Sep. 2017).- En este miércoles en el cual la Cáritas Internacional da inicio a la campaña “Compartiendo el viaje” en favor de los migrantes, el Papa en la audiencia general que se realizó en la plaza de San Pedro, se sumó públicamente a la iniciativa.

“Tengo la alegría de recibir a los representantes de Cáritas, que han venido aquí para dar inicio oficial a la campaña ‘Compartiendo el viaje’, que he querido coincidiera con esta audiencia”, dijo.

El Pontífice dio “la bienvenida a los migrantes, a quienes solicitan asilo y a los refugiados” y también “a los operadores de la Cáritas italiana y a otras organizaciones católicas” y recordó que ellos son “signo de una Iglesia que quiere ser abierta, inclusiva y acogedora”.

“Gracias a todos ustedes -expresó el sucesor de Pedro- por vuestro incansable servicio”. Y dirigiéndose a los miles de peregrinos presentes en la plaza dijo: “¡Se merecen un gran aplauso!”, desencadenando una ovación.

“Vuestro empeño cotidiano nos hace recordar que el mismo Cristo nos pide acoger a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados con los brazos bien abiertos”. Y reiteró: “Justamente así, con los brazos bien abiertos, prontos a un abrazo sincero, afectuoso, envolvedor, un poco como esta columnata de san Pedro, que representa a la Iglesia madre que abraza a todos al compartir el viaje común”.

“Doy la bienvenida -añadió el Santo Padre refiriéndose en particular a los italianos- a los representantes de tantas organizaciones de la sociedad civil empeñadas en la asistencia a los migrantes y refugiados que, junto a Cáritas, han dado su apoyo a la recolección de firmas en favor de una nueva ley migratoria que se adapte mejor al contexto actual”.

 

 

27/09/2017-10:01
Rosa Die Alcolea

El Papa saluda a las personas de Oriente Medio en la Audiencia general

(ZENIT – 27 Sept. 2017).- Como cada miércoles en la Audiencia general, el Santo Padre ha dirigido un saludo a los peregrinos de lengua árabe que participaban en la Audiencia general, y en concreto a las personas procedentes de Oriente Medio.

“Dios nos ha creado para la alegría y la felicidad, y no para crucificarnos en pensamientos melancólicos” les ha dicho el Papa, y les ha animado a invocar a Jesús “donde nuestras fuerzas salieron a la luz, y la batalla contra la angustia es particularmente dura”, diciendo: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí pecador”.

 

 

27/09/2017-14:53
Rosa Die Alcolea

Puerto Rico: Francisco reza por las víctimas del huracán María

(ZENIT – 27 Sept. 2017).- El papa Francisco ha expresado esta mañana su “deseo” de que “nos acordemos en la oración” por las víctimas y damnificados que deja tras de sí el huracán María en el Caribe, y en modo particular en Puerto Rico.

Así lo ha manifestado el Santo Padre al final de su catequesis en español en la Audiencia general celebrada esta mañana, 27 de septiembre, en la plaza de san Pedro.

El huracán María, informa la BBC, ha causado al menos 16 muertes y que actualmente hay millones de personas en la isla del Caribe sin electricidad. Los efectos del huracán, según las autoridades locales, están llevando a sus habitantes a una “crisis humanitaria”.

El huracán María golpeó a Puerto Rico el pasado miércoles con categoría 4, y también llegó en Dominica con categoría 5. Con vientos de hasta 250 kilómetros por hora, el huracán María ha sido la tormenta más fuerte que ha tenido el territorio de EE.UU. en 85 años.

 

 

27/09/2017-10:32
Rosa Die Alcolea

El Papa muestra a los jóvenes el “ejemplo de caridad” de San Vicente de Paul

(ZENIT – 27 Sept. 2017).- El papa Francisco ha saludado a los jóvenes, enfermos y recién casados presentes esta mañana en la Audiencia general, celebrada en la plaza de san Pedro.

El Santo Padre les ha enseñado el “ejemplo de la caridad” de San Vicente de Paul, que hoy es patrono de las asociaciones de caridad, y les ha indicado que este ejemplo “les lleva” a los jóvenes “a ejecutar los proyectos de su futuro con un servicio alegre y desinteresado a los más necesitados”.

“A ustedes, queridos enfermos, les ayuda a afrontar el sufrimiento con fe y oblación”, ha afirmado el Papa, y “a ustedes, queridos nuevos novios, les insto a construir una familia siempre abierta a los deberes de la hospitalidad y el don de la vida”.

 

 

27/09/2017-16:21
Redacción

El Papa felicita a la Familia Vicenciana por los 400 años de su carisma

El papa Francisco envió un mensaje a la Familia Vicenciana con ocasión del 400º aniversario del carisma (1617-2017). El 27 de septiembre, fiesta de San Vicente de Paúl, las diversas ramas de la amplia Familia Vicenciana preparan de muchas formas y maneras la celebración de esta efeméride. A continuación el mensaje del Santo Padre.

 

Mensaje del Papa

«Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión del 4º centenario del carisma que dio nacimiento a su Familia, me gustaría unirme a ustedes con unas palabras de agradecimiento y de ánimo y poner de relieve el valor y la actualidad de san Vicente de Paul.

San Vicente estuvo siempre en camino, abierto a la búsqueda de Dios y de sí mismo. A esta búsqueda constante se añadió la acción de la gracia: como pastor, tuvo un encuentro fulgurante con Jesús, el Buen Pastor, en la persona de los pobres. Lo que se comprobó especialmente cuando se conmovió ante la mirada de un hombre sediento de misericordia y la situación de una familia que carecía de todo lo necesario. En ese momento, descubrió la mirada de Jesús que le emocionó, invitándole a vivir, no ya para sí mismo, sino para servirle sin reserva en los pobres a los que Vicente de Paul llamaría más tarde “nuestros señores y nuestros amos” (Correspondencia, conferencias, documentos, Coste XI-3, p. 273). Su vida se transformó entonces en un servicio constante hasta su último suspiro. Una Palabra de la Escritura le había dado el sentido de su misión: “El Señor me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva” (cf. Lc 4, 18).

Con el deseo ardiente de dar a conocer a Jesús a los pobres, se consagró intensamente al anuncio, sobre todo por medio de las misiones populares, y especialmente prestando atención a la formación de los sacerdotes (del clero). Utilizaba de manera natural un «método sencillo »: hablar, en primer lugar con su propia vida y después, con una gran sencillez, de forma familiar y directa. El Espíritu hizo de él un instrumento que suscitó un impulso de generosidad en la Iglesia. Inspirado por los primeros cristianos que tenían “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32), san Vicente fundó las “Caridades” con el fin de atender a los más necesitados, viviendo en comunión y poniendo a disposición de todos sus propios bienes, con alegría, con la certeza de que Jesús y los pobres son los tesoros más valiosos y que, como a él le gustaba repetir, “cuando tú vas hacia el pobre, encuentras a Jesús”.

Este “granito de mostaza”, sembrado en 1617, hizo germinar la Congregación de la Misión y la Compañía de las Hijas de la Caridad, se ramificó en otros Institutos y Asociaciones y se ha convertido en un gran árbol (cf. Mc 4, 31-32): su Familia. Pero todo comenzó con este granito de mostaza: san Vicente no quiso nunca ser un protagonista o un líder, sino “un granito”. Estaba convencido de que la humildad, la mansedumbre y la sencillez son condiciones esenciales para encarnar la ley de la semilla que da vida muriendo (cf. Jn 12, 20-26), esta ley que hace fecunda la vida cristiana, esta ley por la que se recibe dando, se encuentra perdiendo y se irradia ocultándose. San Vicente estaba igualmente convencido de que no era posible hacerlo todo él solo, sino juntos, como Iglesia y Pueblo de Dios. A este respecto, me gusta recordar su intuición profética de valorar las cualidades excepcionales femeninas que se manifestaron en la delicadeza espiritual y la sensibilidad humana de santa Luisa de Marillac.

“Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40), dice el Señor. La búsqueda de los más pobres y abandonados” está en el núcleo central de la Familia vicenciana, con la conciencia profunda de ser “indignos de rendirles nuestros pequeños servicios”.

(Correspondencia, conferencias, documentos, Coste XI-3, p. 273). Deseo que este año de acción de gracias al Señor y de profundización del carisma sea la ocasión de beber en el manantial, de refrescarse en la fuente del espíritu de los orígenes. No olviden que las fuentes de gracia en las que ustedes beben, brotaron de corazones sólidos y firmes en el amor, “modelos insignes de caridad” (Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est, 40). Ustedes aportan el mismo frescor, solamente levantando la mirada hacia la roca de donde brota. La roca es Jesús pobre, que pide que se le reconozca en aquel que es pobre, que no tiene voz. Pues Él está ahí. Y ustedes, a su vez, cuando encuentran existencias frágiles, rotas por pasados difíciles, están llamados a ser rocas. No a parecer duros e inquebrantables, ni a mostrarse insensibles a los sufrimientos, sino a ser puntos de apoyo, sólidos frente a los avatares del tiempo, resistentes en las adversidades, porque ustedes “reparan en la peña de donde fueron tallados, y en la cavidad del pozo de donde fueron excavados” (cf. Is 51,1). Así, están llamados a ir a las periferias de la condición humana y a llevar, no sus capacidades, sino el Espíritu del Señor, “Padre de los pobres”. El los esparce por el mundo, ampliamente, como a granos que crecen en una tierra árida, como un bálsamo de consuelo para el que está herido, como un fuego de caridad para calentar tantos corazones fríos por el abandono y endurecidos por el rechazo.

En verdad, todos nosotros estamos llamados a beber de la roca que es el Señor y a apagar la sed del mundo con la caridad que viene de él. La caridad está en el corazón de la Iglesia, es la razón de su acción, el alma de su misión. “La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley” (Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in veritate, 2). Es la vía que tenemos que seguir para que la que Iglesia sea cada vez más madre y maestra de caridad, con un amor cada vez más intenso y desbordante entre ustedes y para con todos los hombres (cf, 1 Ts 3, 12). Concordia y comunión en el interior de la Iglesia, apertura y acogida en el exterior, con el valor de reconocer lo que puede ser una ventaja a fin de imitar en todo a su Señor y de encontrarse plenamente a sí mismos, haciendo de la aparente debilidad de la caridad la única razón de su orgullo (cf. 1Co 12, 19).

Resuenan en nosotros las palabras del Concilio, de una gran actualidad : “Cristo Jesús [...] se hizo pobre, siendo rico. Así también la Iglesia, aunque necesite de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su propio ejemplo. Cristo fue enviado por el Padre a «evangelizar a los pobres... así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 8).

San Vicente realizó esto a lo largo de su vida y nos habla, aún hoy, a cada uno de nosotros, como Iglesia. Su testimonio nos invita a estar siempre en camino, dispuestos a dejarnos sorprender por la mirada del Señor y por su Palabra. Nos pide la pobreza de corazón, una disponibilidad total y una humildad dócil. Nos impulsa a la comunión fraterna entre nosotros y a la misión valiente en el mundo. Nos pide liberarnos de lenguajes complicados, de discursos egocéntricos, centrados en nosotros mismos y de apego a los bienes materiales, que pueden tranquilizarnos en lo inmediato pero que no nos dan la paz de Dios y a menudo son incluso un obstáculo para la misión. Nos exhorta a invertir en la creatividad del amor, con la autenticidad de un “corazón que ve” (cf. Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est, 31). De hecho, la caridad no se contenta con buenas costumbres del pasado, sino que sabe transformar el presente.

Y esto es aún más necesario hoy día, ante la complejidad cambiante de nuestra sociedad globalizada donde ciertas formas de limosna y de ayuda, aunque justificadas por intenciones generosas, corren el riesgo de alimentar formas de explotación y de desigualdad y de no producir progresos reales y duraderos. Por esta razón, imaginar la caridad, organizar la cercanía e invertir en la formación son las enseñanzas actuales que nos vienen de san Vicente. Pero, al mismo tiempo, su ejemplo nos anima a dar espacio y tiempo a los pobres, a los numerosos pobres de nuestro tiempo, a los demasiado numerosos pobres de hoy, a hacer nuestros sus pensamientos y dificultades. El cristianismo sin contacto con el que sufre, es un cristianismo desencarnado, incapaz de tocar la carne de Cristo. Encontrar a los pobres, preferir a los pobres, dar la voz a los pobres con el fin de que su presencia no sea reducida al silencio por la cultura de lo efímero. Espero vivamente (con fuerza) que la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres del próximo 19 de noviembre nos ayude en nuestra “vocación a seguir a Jesús pobre”, convirtiéndonos “cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados y reaccionando ante la cultura del descarte y del derroche” (Mensaje para la primera Jornada Mundial de los Pobres “No amemos de palabra sino con obras”, 13 de junio de 2017).

Pido para la Iglesia y para todos ustedes la gracia de encontrar al Señor Jesús en el hermano hambriento, sediento, extranjero, despojado de su ropa y de su dignidad, enfermo y prisionero o indeciso, ignorante, obstinado en el pecado, afligido, grosero, desconfiado y molesto. Y de encontrar en las llagas gloriosas de Jesús, la fuerza de la caridad, la felicidad del grano que, al morir, da vida, la fecundidad de la roca de donde brota el agua, la alegría de salir de sí mismos y de ir por el mundo, sin nostalgia del pasado sino con la confianza en Dios, creativos frente a los desafíos de hoy y de mañana porque, como decía san Vicente, “el amor es inventivo hasta el infinito”.

Del Vaticano, 27 de septiembre de 2017.

Memoria de San Vicente de Paúl. Francisco»

 

 

27/09/2017-16:59
Sergio Mora

El cardenal Tagle explica la campaña “Compartiendo el viaje”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 Sep. 2017).- Dar apoyo a los inmigrantes y a las familias que están obligadas huir, desde el momento en que parten, en los lugares por donde pasan y cuando llegan a su destino. Este es el objetivo de la campaña “Compartiendo el viaje” que fue presentada este miércoles en la Sala de prensa de la Santa Sede, por el cardenal Luis Antonio Tagle, presidente de Cáritas Internacional, junto a exponentes de la institución.

Además de sensibilizar a la opinión pública sobre el tema de la migración, en un momento en que soplan vientos contrarios, porque “si cerramos las puertas de nuestros países encerramos también a nuestra sociedad”, indicó el cardenal filipino.

La campaña fue anunciada oficialmente esta mañana por el papa Francisco en la audiencia general en la plaza de San Pedro y en la conferencia de prensa se precisaron algunos particulares.

De acuerdo a los datos de las instituciones internacionales, al menos el tres por ciento de la población mundial, 244 millones de personas son migrantes y por lo tanto necesitan de ser acogidas, protegidas y respetadas en su dignidad.
Respondiendo a ZENIT sobre la posibilidad de que crezca el apoyo de las parroquias también para alojar a los inmigrantes, el cardenal señaló: “Espero que sí”. Añadió que esta campaña tiene en vista “hacer un llamado a los obispos, a los religiosos y a toda la comunidad cristiana”.

Añadió que “se añade la pregunta de cómo compartimos el viaje y el viaje es largo”. Cuando los emigrantes llegan a un país, “esto solo es el principio de un largo viaje”, así que nosotros “compartimos el viaje”, dijo.

Por su parte la hermana Norman Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle de Río Grande, en Brownsville (Estados Unidos), señaló que “Sí, definitivamente creo que las familias tienen que ser bienvenidas y las parroquias son un buen medio para que sean acogidas”.

La religiosa narró su experiencia: “Hemos iniciado llevando a los emigrantes a un centro, que es pequeño porque estamos tratando de construir otro nuevo. Entonces le dije al obispo: necesito poner a los refugiados que no caben en mi centro en algún otro sitio. Así llamamos a la parroquia en donde que dijeron ¡Sí! La comunidad entera vino y nos ofrecieron comida, agua y fue precioso. Esto significa compartir las oportunidades, abrir las parroquias. Creo que es un bonito ejemplo para todo el mundo”.

El responsable de la Oficina migraciones de Caritas Italia, Olivero Forti, subrayó en particular el alto valor simbólico de atender a los necesitados y a los migrantes.” Ya lo hacemos diariamente en el mundo, escuelas, parroquias, comunidades, y ahora lo haremos aún más”.

Indicó que “en Italia, las familias y parroquias con la iniciativa ‘Refugiado en mi casa’, ( Rifugiato a casa mia), “darán un testimonio de lo que pueden hacer las comunidades”. En particular sabiendo que llegarán más personas y familias “gracias a los corredores humanitarios, realizados con la Comunidad de San Egidio”.

Indicó que se vuelve necesario modificar la actual normativa italiana sobe la inmigración y que “esta campaña no nace de casualidad”, sino ante “el crecimiento de un sentimiento hostil a los hermanos migrantes”. Precisó entretanto que “no se ha querido hacer una campaña contra nadie, sino para compartir un viaje, un mensaje con quien hoy vive en situación de malestar”.

Indicó además que “vivimos un fenómeno histórico que no deben escaparse de las manos”, en un momento en que Europa necesita personas que cubran lugares de trabajo.

Por su parte, Alfonso Apicella, referente italiano de la campaña de Caritas Internationalis, señaló que el “el objetivo de la campaña podría parecer banal, en cambio es muy importante”. Porque se trata de “crear oportunidades con las comunidades parroquiales, en donde los refugiados y migrantes puedan tener un momento de encuentro. En las escuelas, parroquias, familias, con servicios de asistencia”. Señaló por ejemplo la importancia de “poder dar las informaciones que les sirven”. En una palabra, concluyó: “se trata de ponerse en camino”.

Pincha aquí para ver el gráfico de migración

 

 

27/09/2017-17:47
Rosa Die Alcolea

Mons. Gallagher ante la ONU: “Lo primero son las personas, especialmente quienes sufren”

(ZENIT, 27 Sept. 2017).- El responsable de la delegación de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, intervino el 25 de septiembre pasado en la 72ª reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se realizó en en Nueva York, sobre el tema: “Centrarse en las personas: luchar por la paz y la vida decente en un planeta sostenible”.

Mons. Gallagher abordó diferentes temas que preocupan a la Santa Sede: la agenda 2030 para el desarrollo sostenible, la guerra y conflictos humanitarios en diferentes lugares del mundo, el cuidado de la creación y la protección del medio ambiente, el tráfico de personas y el desarme, concretamente de municiones nucleares.

Mons. Gallagher aseguró que “Situar a la gente en primer lugar significa proteger, en todas sus fases y en toda circunstancia la dignidad de la persona y sus derechos humanos y libertades fundamentales. De forma específica, los derechos a la vida y a la libertad religiosa, así como todos los demás derechos inherentes los cuales son los pilares fundacionales de la paz, la seguridad y el desarrollo humano integral”.

En este sentido, el Secretario aseguró que “el Papa Francisco nunca se cansa de insistir en que lo primero son las personas, especialmente los que sufren, los excluidos, los marginados y abandonados”.

 

Agenda 20130 para el Desarrollo Sostenible

Con la Agenda para el Desarrollo Sostenible de 2030 y el Acuerdo de París sobre el Clima Cambio, la comunidad internacional se comprometió a tomar medidas efectivas para erradicar las causas de varios males e indecencias que muchas personas en el mundo de hoy están enfrentando. Por ello, el Papa Francisco definió esta Agenda como un “importante signo de esperanza”, y una de las razones es la resolución común de “no dejar a nadie atrás” que articula el núcleo de este enfoque en las personas, explicó Mons. Gallagher en Nueva York.

 

Cuidado de la Casa Común

Mons. Paul Gallagher recordó que las iglesias cristianas, en particular las iglesias ortodoxa y católica, celebran juntos el 1 de septiembre la ‘Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación’, para aumentar la conciencia responsabilidad compartida de cuidar nuestro hogar común y contribuir a revertir la degradación.

“Todo daño hecho contra el medioambiente es un daño realizado a la humanidad, hoy y mañana”, advirtió el secretario de la Santa Sede, y añadió que “el mal uso y la destrucción del medioambiente siempre van acompañados por un implacable proceso de exclusión, ya que el deterioro del planeta afecta, principalmente, a miles de millones de prisioneros de la pobreza que viven en todo el mundo en condiciones de gran estrés medioambiental”.

“Esta dramática realidad de exclusión y de desigualdad, –señaló Mons. Gallagher– debe llevarnos a hacer un balance de nuestras responsabilidades comunes e individuales. El urgente llamado a cuidar la creación, invita a toda la humanidad a trabajar sin vacilación hacia el desarrollo sostenible e integral”.

 

Diplomacia Preventiva y Responsabilidad de Proteger

Mons. Gallagher expresó preocupación por la “catástrofe humanitaria de proporciones apocalípticas” que está causando la guerra en Yemen y por la tragedia de la guerra en Siria, “que continúa creciendo día a día”.

El Arzobispo recomendó que “Las partes involucradas deben sentarse en la ONU para negociar con la única condición previa de respetar el derecho y los principios de derechos humanos permitiendo el acceso y la asistencia humanitaria”.

Asimismo, el diplomático del Vaticano señaló que la Santa Sede se encuentra “especialmente preocupada por las divisiones políticas e inestabilidades en Venezuela debido a su crisis humanitaria”, y continuó: “También las complejas tensiones políticas y diplomáticas en la Península Arábiga y la violencia, junto con diversas situaciones humanitarias, en Oriente Medio deben ser gestionadas adecuadamente por la comunidad internacional”.

Hay otros puntos de conflicto que mencionó Gallagher: “La continua violencia y la tensión política extrema en la República Democrática del Congo exige un compromiso urgente y eficiente asumido por todas las partes con la finalidad de lograr una solución a la actual crisis constitucional. Asimismo, existe la necesidad de promover una concienciación pública auténtica de buscar una salida a las constantes situaciones de conflicto con la vista puesta en la búsqueda de soluciones pacíficas y negociadas, especialmente en Ucrania, Sudán del Sur o República Centroafricana, entre otros”.

 

Migrantes forzados y refugiados

El Secretario para las Relaciones con los Estados abogó por la paz: “La completa protección de las personas sólo es posible por medio de una paz duradera. En este sentido, la protección de la población civil debe estar asegurada también durante los conflictos bélicos. Los recientes y gangrenados conflictos debilitan el orden internacional, al mismo tiempo que lo debilitan, y son causa de inexplicables sufrimientos, desplazamientos masivos, flagrantes violaciones de los derechos humanos universales y fundamentales, y de la pobreza extrema”.

Mons. Gallagher explicó que son los conflictos los que “impulsan a la gente a emigrar, o a convertirse en refugiados. Engendran atrocidades en masa y crímenes contra la humanidad. La lamentable situación de cientos de miles de migrantes y refugiados debido a las guerras, persecuciones, desastres naturales y pobreza extrema, especialmente en Nigeria, Myanmar, Somalia y otros países de la región sub sahariana, entre otros, es una gran responsabilidad para todos sin excepción”.

En este contexto, Mons. Gallagher expresó su propuesta: “La Santa Sede insta a la comunidad internacional a superar el actual estancamiento político y a superar los sentimientos negativos a los que nos enfrentamos, a abrir caminos seguros, ordenados y regulados para la migración”.

 

Tráfico de personas

El tráfico de personas es “otro de los grandes retos que la comunidad internacional debe combatir”. Mons. Paul Gallagher analizó el problema de raíz: “En la raíz de esta otra forma de esclavitud contemporánea están las guerras, conflictos, la pobreza extrema, el subdesarrollo y la exclusión, la falta de educación, la falta de oportunidades laborales y los desastres medioambientales”.

De este modo, el sacerdote propuso: “El Papa Francisco llama a todos, en particular a las autoridades competentes, a enfrentar este execrable crimen con instrumentos jurídicos eficientes, que permitan condenar esta clase de actividades y que permita ayudar e integrar a las víctimas, así como erradicar las raíces que se encuentran en el origen de este mal”.

 

Desarme, nuclear en particular

El Secretario de la Santa Sede afirmó que “la proliferación de armas, incluidas las armas de destrucción masiva, entre grupos terroristas y otros actores no estatales, se ha convertido en un problema real” y recordó que el Vaticano ha firmado el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares.

 

 

27/09/2017-07:00
Isabel Orellana Vilches

San Simón de Rojas, 28 de septiembre

«Religioso trinitario. Excelso apóstol del rosario, conocido como el padre Avemaría, fundador de la Congregación de Esclavos del Dulce Nombre de María. Una figura notable en el Madrid de los Austrias»

Nació en Valladolid, España, el 28 de octubre de 1552. Sus padres se habían afincado allí y regentaban una carnicería. Era el tercero de cinco hermanos. Heredó de Constanza, su madre, el amor a la Virgen. Tanto es así que los cronistas aseguran que «Ave María» fueron las primeras palabras que pronunció cuando tenía catorce meses. Fueron también las que escoltaron su entrada en el cielo, puesto que ellas sellaron sus labios al final de su vida. Siendo un adolescente, y obviando la oposición familiar, solicitó el ingreso en la Orden trinitaria. Cumplió este sueño en 1566. Más adelante, tras cuatro años de noviciado, profesó en 1572.

Fue tartamudo hasta esta época de su vida, ya que antes de llegar a Salamanca para continuar su formación se detuvo en Paradinas de San Juan y en el desaparecido santuario-convento se veneraba a la Virgen de las Virtudes; le dedicó una novena y se curó de manera instantánea. Fue el lugar que eligió para oficiar su primera misa. Después partió a Toledo porque el capítulo provincial le había encomendado impartir las materias de filosofía y teología como lector de artes del convento. Ejerció la docencia hasta 1587, simultaneando esta actividad con la de formador; uno de los novicios era san Juan Bautista de la Concepción. También desempeñó el oficio de visitador apostólico en Castilla y en Andalucía de manera edificante, aceptando por obediencia estas misiones ya que por tendencia natural hubiera declinado las que revestían alta responsabilidad.

La inocencia evangélica del santo, figura señera en la corte de los Austrias, conmovió al monarca español Felipe III –quien lo escogió como consejero y preceptor de sus hijos–, y a su esposa Margarita de Austria. Ambos tomaron contacto con él a través de la condesa de Altamira que conoció a Simón cuando pasó por el convento trinitario madrileño en 1601. El juicio personal del rey, después de haberlo observado en las distancias cortas, era sin duda esclarecedor; sintetizaba la admirable virtud que había apreciado en él: «No he visto hombre que menos sepa a mundo». Que su devoción a la Virgen fue proverbial lo prueban las numerosas obras que emprendió en su honor. Entre otras cosas, logró que el «Ave María» fuese esculpida en el frontispicio del Palacio Real de Madrid. Por esta jaculatoria que continuamente brotaba de sus labios fue denominado «Padre Avemaría». Este saludo lo plasmó en la multitud de estampas que repartió dentro y fuera de España. Fiel observante del santo rosario, tuvo a la Virgen como modelo para su vida, y transmitió por doquier su anhelo de ser esclavo suyo considerando que todos los que se abrazasen a Ella podrían unirse más estrechamente con la Santísima Trinidad.

En 1612, con el beneplácito del rey Felipe III, fundó la Congregación de Esclavos del Dulcísimo Nombre de María que aglutinaba personas de todas condiciones, incluidos los miembros de la realeza y nobleza; éstos, que fueron los primeros afiliados, en nombre de la Virgen asistían a los pobres. «Si a Dios, que pide en el pobre, no le das, no recibirás», decía. En este afán de transmitir su devoción por la Madre de Dios, escribió un oficio para la festividad del Santo Nombre de María destinado a su Orden, que fue aprobado por la Santa Sede. Inocencio XI lo hizo extensivo después a toda la Iglesia. A Simón se debe también el rosario de 72 cuentas blancas y cordón azul en honor de la Inmaculada Concepción que realizaba con sus propias manos y repartía a diestro y siniestro. Con el número de cuentas significaba los años que pudo vivir la Virgen.

Además de su incansable tarea de difundir el amor a María y a la confesión, se ocupó de los cautivos a los que enviaba las cantidades que recaudaba para ellos. Se sentía profundamente conmovido por la muerte a manos de violentos berberiscos de tres hermanos religiosos que habían emprendido viaje para la redención de estos prisioneros. Los enfermos, los pobres, los presos de la cárcel de Madrid, los condenados, los niños abandonados para los que fundó una casa de acogida y, en general, los marginados por cualquier causa, estaban en su orden de preferencia; ejercitaba con todos su acción caritativa y misericordiosa. Fue un gran confesor y maestro de la oración. A ella le dedicaba expresamente varias horas diarias, aunque vivía en una constante presencia de Dios. Por eso se ha dicho que «todo cuanto predicaba, todo lo alcanzaba en la oración». Ensambló maravillosamente contemplación y acción apostólica.

Felipe IV, que subió al trono en 1621, lo nombró confesor de su esposa, la reina Isabel de Borbón, y de su hermana Ana María Mauricia; ésta contraería matrimonio más tarde con Luís XIII de Francia. Simón se comprometió con el monarca a cumplir el compromiso, siempre y cuando no contraviniese los que conllevaba su condición religiosa, ni cercenar su acción apostólica con los pobres y esclavos. Además, no quiso ser tratado con deferencias, ni ser remunerado por ello.

En julio de 1624 fue testigo de un hecho deleznable, sacrílego, que sucedió en un templo donde se profanó una Sagrada Forma. El inmenso dolor que le produjo pudo ser el detonante de su imparable declive. Hasta que se produjo su deceso, acaecido el 29 de septiembre de ese año, mantuvo una intensa actividad. Dos días antes de quedar postrado con carácter irreversible, los religiosos le vieron en el coro orando unos instantes ante un cuadro de la Virgen de los Desamparados. Ya se había despedido de todos ellos. Clemente XIII lo beatificó el 19 de mayo de 1766. Juan Pablo II lo canonizó el 3 de julio de 1988, Año Mariano.

 

 

27/09/2017-12:52
Redacción

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia del 27 de septiembre de 2017

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 Sept. 2017).- El papa Francisco en la audiencia de este miércoles retomó la catequesis sobre el tema de la esperanza cristiana, exhortando a no dejársela robar, porque la esperanza mantiene en pié la vida.

 

A continuación el texto completo de la catequesis:

«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En este tiempo nosotros estamos hablando de la esperanza; pero hoy quisiera reflexionar con ustedes sobre los enemigos de la esperanza, porque la esperanza tiene sus enemigos. Como cada bien en este mundo, tiene sus enemigos.

Y me ha venido a la mente el antiguo mito del vaso de Pandora: la apertura del vaso desencadena tantas desgracias para la historia del mundo. Pocos, pero, recordando la última parte de la historia, que abre una rendija de luz: después de que todos los males han salido de la boca del vaso, un minúsculo don parece tomarse la revancha ante todo ese mal que se difunde. Pandora, la mujer que tenía en custodia el vaso, lo entrevé al final: los griegos lo llaman elpìs, que quiere decir esperanza.

Este mito nos narra porque es tan importante para la humanidad la esperanza. No es verdad que ‘hasta que hay vida, hay esperanza’, como se suele decir. Más bien es lo contrario: es la esperanza que tiene en pie la vida, la protege, la custodia y la hace crecer. Si los hombres no hubieran cultivado la esperanza, si no se hubieran sostenido en esta virtud, no habrían salido jamás de las cavernas,y no habrían dejado huellas en la historia del mundo. Es lo que más divino pueda existir en el corazón del hombre.

Un profeta francés -Charles Péguy- nos ha dejado páginas estupendas sobre la esperanza (Cfr. El pórtico del misterio de la segunda virtud). Él dice poéticamente que Dios no se maravilla tanto por la fe de los seres humanos y mucho menos por su caridad; en cambilo lo que verdaderamente lo llena de maravilla y emoción es la esperanza de la gente. ‘Que esos pobres hijos -escribe- vean como van las cosas y que crean que irá mejor mañana’. La imagen del poeta evoca los rostros de tanta gente que ha transitado por este mundo -campesinos, pobres obreros, emigrantes en busca de un futuro mejor- que han luchado tenazmente no obstante la amargura de un hoy difícil, colmado de tantas pruebas, animado pero por la confianza que los hijos tendrían una vida más justa y más serena. Luchaban por sus hijos, luchaban en la esperanza.

La esperanza es el impulso en el corazón de quien parte dejando la casa, la tierra, a veces familiares y parientes -pienso en los migrantes- para buscar una vida mejor, más digna para sí y para sus seres queridos. Y es también el impulso en el corazón de quien los acoge: el deseo de encontrarse, de conocerse, de dialogar...

La esperanza es el impulso a ‘compartir el viaje’, porque el viaje se hace de a dos: los que vienen a nuestra tierra, y nosotros que vamos hacia sus corazones, para entenderlos, para entender su cultura, su lengua. Es un viaje de a dos, pero sin esperanza ese viaje no se puede hacer. La esperanza es el impulso a compartir el viaje de la vida, como nos recuerda la Campaña de Caritas que hoy inauguramos. (Aplausos: sí para la Cáritas) ¡Hermanos, no tengamos miedo de compartir el viaje! ¡No tengamos miedo! ¡No tengamos miedo de compartir la esperanza!

La esperanza no es una virtud para gente con el estómago lleno. Por esto desde siempre, los pobres son los primeros portadores de la esperanza. Y en este sentido podemos decir que los pobres, también los mendigos, son los protagonistas de la Historia.

Para entrar en el mundo, Dios ha necesitado de ellos: de José y de María, de los pastores de Belén. En la noche de la primera Navidad había un mundo que dormía, recostado en tantas certezas adquiridas. Pero los humildes preparaban escondidamente la revolución de la bondad. Eran pobres de todo, alguno emergía un poco sobre el umbral de la supervivencia, pero eran ricos del bien más precioso que existe en el mundo, es decir, el deseo del cambio.

A veces, haber tenido todo de la vida es una desgracia. Piensen en un joven al cual no le han enseñado la virtud de la espera y de la paciencia, que no ha tenido que sudar para nada, que ha quemado las etapas y a veinte años ya sabe cómo va el mundo; la ha sido destinada la peor condena: aquella de no desear más nada. Es esta la peor condena: cerrar la puerta a los deseos, a los sueños. Parece un joven, en cambio ha bajado el otoño sobre su corazón. Son los jóvenes del otoño.

Tener un alma vacía es el peor obstáculo a la esperanza. Es un riesgo al cual nadie puede estar excluido; porque ser tentados contra la esperanza puede suceder también cuando se recorre el camino de la vida cristiana.

Los monjes de la antigüedad habían denunciado uno de los peores enemigos del fervor. Decían así: ese ‘demonio del mediodía’ que va juntarse a una vida de empeño, justamente cuando en lo alto arde el sol. Esta tentación nos sorprende cuando menos lo esperamos: las jornadas se vuelven monótonas y aburridas, ningún valor más parece merecer la fatiga. Esta actitud se llama desidia y corroe la vida desde dentro hasta dejarla como un contenedor vacío.
Cuando esto sucede, el cristiano sabe que esa condición debe ser combatida, jamás aceptada pasivamente. Dios nos ha creado para la alegría y para la felicidad, y no para complacernos en pensamientos melancólicos. Es por esto que es importante cuidar el propio corazón, oponiéndonos a las tentaciones de infelicidad, que seguramente no provienen de Dios.

Y allí donde nuestras fuerzas parecieran débiles y la batalla contra la angustia particularmente dura, podemos siempre recurrir al nombre de Jesús. Podemos repetir esa oración simple, de la cual encontramos huellas también en los Evangelios y que se ha convertido en el fundamento de tantas tradiciones espirituales cristianas: “¡Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mi pecador!”. ¡Bella oración! “¡Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mi pecador!”. Esta es una oración de esperanza, porque me dirijo a Aquel que puede abrir de par en par las puertas y resolver los problemas y hacerme ver el horizonte, el horizonte de la esperanza.

Entretanto hermanos y hermanas, no estamos solos a combatir contra la desesperación. Si Jesús ha vencido al mundo, es capaz de vencer en nosotros todo lo que se opone al bien. Si Dios está con nosotros, nadie nos robará esa virtud de la cual tenemos absolutamente necesidad para vivir. Nadie nos robará la esperanza. ¡Vayamos adelante!».