Servicio diario - 25 de septiembre de 2020


 

PAPA FRANCISCO
Videomensaje del Papa en el 75º aniversario de las Naciones Unidas
Rosa Die Alcolea
“No podemos vivir sin el otro”

CIUDAD DEL VATICANO
Vaticano: Doble renuncia por sorpresa del cardenal Angelo Becciu
Anita Bourdin
Sigue siendo cardenal pero pierde sus privilegios

IGLESIA Y MUNDO
Día de la Eliminación Total de las Armas Nucleares: Reflexión del Papa
Rosa Die Alcolea
Con motivo del 75º aniversario de la ONU

PAPA FRANCISCO
Círculo de San Pedro: Llamado del Papa a identificar nuevas formas de pobreza
Rosa Die Alcolea
En una ciudad que se transforma

IGLESIA LOCAL
Veto del Código de la Salud en Ecuador: Declaraciones del arzobispo de Quito
Rosa Die Alcolea
“Sigamos construyendo la vida”

PAPA FRANCISCO
El presidente de Polonia, Andrzej Duda, recibido por el Papa
Rosa Die Alcolea
40º aniversario del sindicato Solidaridad

CIUDAD DEL VATICANO
Academia Pontificia de Ciencias: El Papa nombra nuevo miembro ordinario
Rosa Die Alcolea
Profesor alemán Jürgen Knoblich

TESTIMONIOS
Santa Teresa Couderc, 26 de septiembre
Isabel Orellana Vilches
Fundó la obra Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo


 

 

 

Videomensaje del Papa en el 75º aniversario de las Naciones Unidas

“No podemos vivir sin el otro”

septiembre 25, 2020 18:25

Papa Francisco

(zenit – 25 sept. 2020).- El Papa Francisco ha enviado un videomensaje en el 75º aniversario del nacimiento de las Naciones Unidas, este viernes, 25 de septiembre, dirigido al secretario general, António Guterres, así como a los jefes de Estado y de Gobierno participantes, y a todos aquellos que están siguiendo el debate general.

“La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro”, ha sido la idea final de su extensa reflexión, de 26 minutos. El videomensaje del Papa en el 75º aniversario de las Naciones Unidas ha sido grabado en video desde el Vaticano y difundido por el canal de YouTube del Vaticano.

Los efectos de la pandemia por COVID-19 en la humanidad, garantizar los derechos humanos, pero también unir esfuerzos ante el cambio climático y hacer frente a la cultura del descarte: estos son los principales dramas que ha enfrentado el Papa Francisco en su mensaje.

Con palabras alentadoras, el Papa indica que la crisis global provocada por la pandemia puede representar una “oportunidad real para la conversión, la transformación, para repensar nuestra forma de vida y nuestros sistemas económicos y sociales”, así como una “posibilidad para una ‘retirada defensiva’ con características individualistas y elitistas”.

 

Naciones Unidas, un puente entre pueblos

Las Naciones Unidas, recuerda el Papa argentino, “fueron creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos”.

Ante la grave crisis que amenaza al mundo tras la pandemia de COVID-19, el Santo Padre advierte que podemos elegir entre dos caminos: “el que conduce al fortalecimiento del multilateralismo, expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo” o “al que da preferencia a las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales”.

Esta es la segunda vez que el Papa Francisco se dirige a la Asamblea General. La primera vez fue en persona, hace exactamente cinco años, el 25 de septiembre de 2015. Será la sexta vez que un pontífice se dirige a la ONU, después de Pablo VI en 1964, Juan Pablo II en 1979 y 1995, y Benedicto XVI en 2008.

A continuación, reproducimos el video con el mensaje del Papa, y más abajo, ofrecemos el texto íntegro de su alocución.

 

 

***

 

Mensaje de vídeo del Santo Padre

Señor presidente,

¡La paz esté con Ustedes!

Saludo cordialmente a Usted, Señor presidente, y a todas las Delegaciones que participan en esta significativa septuagésima quinta Asamblea General de las Naciones Unidas. En particular, extiendo mis saludos al Secretario General, Sr. António Guterres, a los Jefes de Estado y de Gobierno participantes, y a todos aquellos que están siguiendo el Debate General.

El Septuagésimo quinto aniversario de la ONU es una oportunidad para reiterar el deseo de la Santa Sede de que esta Organización sea un verdadero signo e instrumento de unidad entre los Estados y de servicio a la entera familia humana.[1]

Actualmente, nuestro mundo se ve afectado por la pandemia del COVID-19, que ha llevado a la pérdida de muchas vidas. Esta crisis está cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y exponiendo nuestra fragilidad como criaturas.

La pandemia nos llama, de hecho, «a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección […]: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es».[2]Puede representar una oportunidad real para la conversión, la transformación, para repensar nuestra forma de vida y nuestros sistemas económicos y sociales, que están ampliando las distancias entre pobres y ricos, a raíz de una injusta repartición de los recursos. Pero también puede ser una posibilidad para una “retirada defensiva” con características individualistas y elitistas.

Nos enfrentamos, pues, a la elección entre uno de los dos caminos posibles: uno conduce al fortalecimiento del multilateralismo, expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo; el otro, da preferencia a las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para la entera comunidad, causando autolesiones a todos. Y esto no debe prevalecer.

La pandemia ha puesto de relieve la urgente necesidad de promover la salud pública y de realizar el derecho de toda persona a la atención médica básica.[3] Por tanto, renuevo el llamado a los responsables políticos y al sector privado a que tomen las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos. Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos.

La crisis actual también nos ha demostrado que la solidaridad no puede ser una palabra o una promesa vacía. Además, nos muestra la importancia de evitar la tentación de superar nuestros límites naturales. «La libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral».[4] También deberíamos tener en cuenta todos estos aspectos en los debates sobre el complejo tema de la inteligencia artificial (IA).

Teniendo esto presente, pienso también en los efectos sobre el trabajo, sector desestabilizado por un mercado laboral cada vez más impulsado por la incertidumbre y la “robotización” generalizada. Es particularmente necesario encontrar nuevas formas de trabajo que sean realmente capaces de satisfacer el potencial humano y que afirmen a la vez nuestra dignidad. Para garantizar un trabajo digno hay que cambiar el paradigma económico dominante que sólo busca ampliar las ganancias de las empresas. El ofrecimiento de trabajo a más personas tendría que ser uno de los principales objetivos de cada empresario, uno de los criterios de éxito de la actividad productiva. El progreso tecnológico es útil y necesario siempre que sirva para hacer que el trabajo de las personas sea más digno, más seguro, menos pesado y agobiante.

Y todo esto requiere un cambio de dirección, y para esto ya tenemos los recursos y tenemos los medios culturales, tecnológicos y tenemos la conciencia social. Sin embargo, este cambio necesita un marco ético más fuerte, capaz de superar la «tan difundida e inconscientemente consolidada “cultura del descarte”».[5]

En el origen de esta cultura del descarte existe una gran falta de respeto por la dignidad humana, una promoción ideológica con visiones reduccionistas de la persona, una negación de la universalidad de sus derechos fundamentales, y un deseo de poder y de control absolutos que domina la sociedad moderna de hoy. Digámoslo por su nombre: esto también es un atentado contra la humanidad.

De hecho, es doloroso ver cuántos derechos fundamentales continúan siendo violados con impunidad. La lista de estas violaciones es muy larga y nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo. En esta imagen, también los creyentes religiosos continúan sufriendo todo tipo de persecuciones, incluyendo el genocidio debido a sus creencias. También, entre los creyentes religiosos, somos víctimas los cristianos: cuántos sufren alrededor del mundo, a veces obligados a huir de sus tierras ancestrales, aislados de su rica historia y de su cultura.

También debemos admitir que las crisis humanitarias se han convertido en el statu quo, donde los derechos a la vida, a la libertad y a la seguridad personales no están garantizados. De hecho, los conflictos en todo el mundo muestran que el uso de armas explosivas, sobretodo en áreas pobladas, tiene un impacto humanitario dramático a largo plazo. En este sentido, las armas convencionales se están volviendo cada vez menos “convencionales” y cada vez más “armas de destrucción masiva”, arruinando ciudades, escuelas, hospitales, sitios religiosos, e infraestructuras y servicios básicos para la población.

Además, muchos se ven obligados a abandonar sus hogares. Con frecuencia, los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de origen, tránsito y destino, sufren abandonados, sin oportunidad de mejorar su situación en la vida o en la de su familia. Peor aún, miles son interceptados en el mar y devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan torturas y abusos. Muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!

Los tantos esfuerzos internacionales importantes para responder a estas crisis comienzan con una gran promesa, entre ellos los dos Pactos Mundiales sobre Refugiados y para la Migración, pero muchos carecen del apoyo político necesario para tener éxito. Otros fracasan porque los Estados individuales eluden sus responsabilidades y compromisos. Sin embargo, la crisis actual es una oportunidad: es una oportunidad para la ONU, es una oportunidad de generar una sociedad más fraterna y compasiva.

Esto incluye reconsiderar el papel de las instituciones económicas y financieras, como las de Bretton-Woods, que deben responder al rápido aumento de la desigualdad entre los súper ricos y los permanentemente pobres. Un modelo económico que promueva la subsidiariedad, respalde el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructura que beneficie a las comunidades locales, proporcionará las bases para el mismo éxito económico y a la vez, para renovación de la comunidad y la nación en general. Y aquí renuevo mi llamado para que «considerando las circunstancias […] se afronten – por parte de todos los Países – las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres».[6]

La comunidad internacional tiene que esforzarse para terminar con las injusticias económicas. «Cuando los organismos multilaterales de crédito asesoren a las diferentes naciones, resulta importante tener en cuenta los conceptos elevados de la justicia fiscal, los presupuestos públicos responsables en su endeudamiento y, sobre todo, la promoción efectiva y protagónica de los más pobres en el entramado social».[7] Tenemos la responsabilidad de proporcionar asistencia para el desarrollo a las naciones empobrecidas y alivio de la deuda para las naciones muy endeudadas.[8]

«Una nueva ética supone ser conscientes de la necesidad de que todos se comprometan a trabajar juntos para cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas».[9] Este es el tiempo propicio para renovar la arquitectura financiera internacional.[10]

 

Señor presidente,

Recuerdo la ocasión que tuve hace cinco años de dirigirme a la Asamblea General en su septuagésimo aniversario. Mi visita tuvo lugar en un período de un multilateralismo verdaderamente dinámico, un momento prometedor y de gran esperanza, inmediatamente anterior a la adopción de la Agenda 2030. Algunos meses después, también se adoptó el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.

Sin embargo, debemos admitir honestamente que, si bien se han logrado algunos progresos, la poca capacidad de la comunidad internacional para cumplir sus promesas de hace cinco años me lleva a reiterar que “hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos”.[11]

Pienso también en la peligrosa situación en la Amazonía y sus poblaciones indígenas. Ello nos recuerda que la crisis ambiental está indisolublemente ligada a una crisis social y que el cuidado del medio ambiente exige una aproximación integral para combatir la pobreza y combatir la exclusión.[12]

Ciertamente es un paso positivo que la sensibilidad ecológica integral y el deseo de acción hayan crecido. “No debemos cargar a las próximas generaciones con los problemas causados por las anteriores. […] Debemos preguntarnos seriamente si existe – entre nosotros – la voluntad política […] para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables que son las más afectadas”.[13]

La Santa Sede seguirá desempeñando su papel. Como una señal concreta de cuidar nuestra casa común, recientemente ratifiqué la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal.[14]

 

Señor presidente,

No podemos dejar de notar las devastadoras consecuencias de la crisis del Covid-19 en los niños, comprendiendo los menores migrantes y refugiados no acompañados. La violencia contra los niños, incluido el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía, también ha aumentado dramáticamente.

Además, millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición. Desafortunadamente, los países y las instituciones internacionales también están promoviendo el aborto como uno de los denominados “servicios esenciales” en la respuesta humanitaria. Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido.

Imploro, pues, a las autoridades civiles que presten especial atención a los niños a quienes se les niegan sus derechos y dignidad fundamentales, en particular, su derecho a la vida y a la educación. No puedo evitar recordar el apelo de la joven valiente Malala Yousafzai, quien hace cinco años en la Asamblea General nos recordó que “un niño, un maestro, un libro y un bolígrafo pueden cambiar el mundo”.

Los primeros educadores del niño son su mamá y su papá, la familia que la Declaración Universal de los Derechos Humanos describe como “el elemento natural y fundamental de la sociedad”.[15] Con demasiada frecuencia, la familia es víctima de colonialismos ideológicos que la hacen vulnerable y terminan por provocar en muchos de sus miembros, especialmente en los más indefensos –niños y ancianos– un sentido de desarraigo y orfandad. La desintegración de la familia se hace eco en la fragmentación social que impide el compromiso para enfrentar enemigos comunes. Es hora de reevaluar y volver a comprometernos con nuestros objetivos.

Y uno de esos objetivos es la promoción de la mujer. Este año se cumple el vigésimo quinto aniversario de la Conferencia de Beijing sobre la Mujer. En todos los niveles de la sociedad las mujeres están jugando un papel importante, con su contribución única, tomando las riendas con gran coraje en servicio del bien común. Sin embargo, muchas mujeres quedan rezagadas: víctimas de la esclavitud, la trata, la violencia, la explotación y los tratos degradantes. A ellas y a aquellas que viven separadas de sus familias, les expreso mi fraternal cercanía a la vez que reitero una mayor decisión y compromiso en la lucha contra estas prácticas perversas que denigran no sólo a las mujeres sino a toda la humanidad que, con su silencio y no actuación efectiva, se hace cómplice.

 

Señor presidente,

Debemos preguntarnos si las principales amenazas a la paz y a la seguridad como, la pobreza, las epidemias y el terrorismo, entre otras, pueden ser enfrentadas efectivamente cuando la carrera armamentista, incluyendo las armas nucleares, continúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural.

Es necesario romper el clima de desconfianza existente. Estamos presenciando una erosión del multilateralismo que resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar,[16] como son los sistemas letales de armas autónomas (LAWS), que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana.

Hay que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social. Tales lógicas sólo sirven para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y de temor entre las personas y los pueblos.

Y en particular, “la disuasión nuclear” fomenta un espíritu de miedo basado en la amenaza de la aniquilación mutua, que termina envenenando las relaciones entre los pueblos y obstruyendo el diálogo.[17] Por eso, es tan importante apoyar los principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no proliferación y prohibición. La Santa Sede espera que la próxima Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) resulte en acciones concretas conformes con nuestra intención conjunta “de lograr lo antes posible la cesación de la carrera de armamentos nucleares y de emprender medidas eficaces encaminadas al desarme nuclear”.[18]

Además, nuestro mundo en conflicto necesita que la ONU se convierta en un taller para la paz cada vez más eficaz, lo cual requiere que los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente los Permanentes, actúen con mayor unidad y determinación. En este sentido, la reciente adopción del alto al fuego global durante la presente crisis, es una medida muy noble, que exige la buena voluntad de todos para su implementación continuada. Y también reitero la importancia de disminuir las sanciones internacionales que dificultan que los Estados brinden el apoyo adecuado a sus poblaciones.

 

Señor presidente,

De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados. Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores.

La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos.

¡Y que Dios nos bendiga a todos!

Gracias Señor Presidente.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

Vaticano: Doble renuncia por sorpresa del cardenal Angelo Becciu

Sigue siendo cardenal pero pierde sus privilegios

septiembre 25, 2020 10:23

Ciudad del Vaticano

(zenit – 25 sept. 2020).- El Papa Francisco acepta la doble renuncia del cardenal Angelo Becciu a su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y “a los derechos inherentes al cardenalato”, anunció la Oficina de Prensa de la Santa Sede ayer, jueves 24 de septiembre de 2020, en una declaración en italiano publicada alrededor de las 20 horas.

Según la prensa italiana, la noticia se publicó después de una difícil audiencia concedida por el Papa al cardenal sardo en el marco habitual de la publicación de los decretos de causas de santos introducidos en Roma, y antes de la publicación, el 24 de septiembre, de un dossier de L’Espresso.

 

Un precedente en el Colegio de Cardenales

El cardenal Becciu, de 72 años, no renuncia por lo tanto al límite de edad canónico para la jubilación (75 años). Y esta doble renuncia parece ser parte de la dinámica de limpieza de las prácticas financieras del Vaticano. El cardenal Becciu se defiende: “Soy inocente y lo probaré” (Franca Giansoldati en Il Messaggero).

El cardenal Becciu sigue siendo cardenal pero pierde sus derechos, incluida la participación en el pre-conclave y el cónclave, pero también en los consistorios para las causas de los santos, por ejemplo, o la capacidad de representar al Papa en diversas circunstancias. Pero no pierde su título.

Por lo tanto, el cardenal Becciu no está excluido del Colegio de Cardenales –como el estadounidense Theodore McCarrick en 2018– pero ya no tendrá privilegios cardenalicios, como el cardenal escocés Keith O’Brien -que no participó en el cónclave de 2013, y que fue despojado de sus derechos el 20 de marzo de 2015. Murió en 2018. Sin embargo, tanto el caso de McCarrick como el de O’Brien fueron escándalos sexuales.

 

Investigación del edificio en Londres

Las razones de la doble renuncia del cardenal Becciu no se conocen aún oficialmente. Sin embargo, la prensa de Roma está informando de un vínculo entre su dimisión y la investigación sobre la adquisición en 2014 por el Vaticano de un edificio en Londres –160 millones de dólares en juego– como explicó el Vaticano en junio pasado, sin implicar al cardenal Becciu: “La investigación de la justicia vaticana, dirigida por la gendarmería, revela las modalidades de un fraude y una extorsión vinculados a la compra, en el corazón de la capital británica, del edificio de la avenida Sloane”.

La prensa italiana, por su parte, había mencionado la participación de familiares del cardenal -un antiguo secretario- en un acuerdo financiero, calificado de “bastante opaco” por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, el 29 de octubre de 2019, para la adquisición de este edificio.

Según el diario italiano L’Espresso, esta investigación revela que el cardenal Becciu también favoreció a los miembros de su familia: “El Papa pide claridad y que los culpables sean castigados”, escribe Massimiliano Coccia.

Por su parte, al igual que Il Messaggero, el diario católico Avvenire recuerda que el cardenal “rechazó firmemente” las “reconstrucciones periodísticas” afirmando su implicación. Dijo: “Mi conciencia está en orden y sé que he actuado en interés de la Santa Sede y nunca en el mío propio. Cualquiera que me conozca de cerca puede testificar esto”.

El cardenal Giovanni Angelo Becciu nació el 2 de junio de 1948 en Pattada (Cerdeña, Italia). Fue nombrado por Benedicto XVI como sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en mayo de 2011, cargo que desempeñó durante cinco años durante el pontificado del Papa Francisco, hasta el 29 de junio de 2018.

Fue creado cardenal por el Papa Francisco el 28 de junio de 2018, asumiendo sus funciones como prefecto en agosto de 2018. Ha presidido numerosas celebraciones de beatificación, entre ellas la de los diecinueve mártires de Argelia, en Orán, el 8 de diciembre de 2018, como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

 

Jueves Santo

La decisión del Papa debe haber sido aún más difícil porque el obispo Angelo Becciu es una persona allegada: en 2013, en su primer Jueves Santo en el Vaticano, día en que la Iglesia celebra la institución de la Eucaristía y el sacerdocio, el Papa almorzó con sacerdotes en Roma gracias a la hospitalidad del sustituto. Y se había convertido en una tradición: de nuevo el año pasado, el 18 de abril de 2019, el Papa Francisco almorzó en el Vaticano con unos diez sacerdotes de Roma.

El Papa también fue a Cerdeña el 22 de septiembre de 2013, guiado por el prefecto sardo: en Cagliari, celebró la misa en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, cuyo nombre en Argentina sería “Nuestra Señora de Buenos Aires”.

 

Oración por los cardenales

Al anunciar el consistorio el 20 de mayo de 2018, el Papa dijo: “Recemos por los nuevos cardenales, para que, confirmando su adhesión a Cristo, el misericordioso y fiel Sumo Sacerdote, me ayuden en mi ministerio como Obispo de Roma, para el bien de todo el fiel pueblo santo de Dios”.

El Derecho Canónico explica el papel de los cardenales de la siguiente manera: “Los cardenales de la Santa Iglesia Romana constituyen un Colegio particular al que corresponde proveer a la elección del Romano Pontífice de acuerdo con el derecho particular; los cardenales también asisten al Romano Pontífice actuando de manera colegiada cuando son convocados como un cuerpo para tratar asuntos de gran importancia, o individualmente, es decir, por los diversos oficios que desempeñan en la asistencia al Romano Pontífice, especialmente en el cuidado diario de toda la Iglesia” (Can. 349).

 

 

 

 

Día de la Eliminación Total de las Armas Nucleares: Reflexión del Papa

Con motivo del 75º aniversario de la ONU

septiembre 25, 2020 19:43

Iglesia y Mundo

(zenit – 26 sept. 2020).- Mañana, 26 de septiembre, se conmemora el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, uno de los objetivos más antiguos de la Organización de las Naciones Unidas, y unos los temas que más preocupan al Papa Francisco.

Hoy en día, tal como indica la Organización de las Naciones Unidas, todavía existen unas 13.4000 armas nucleares en el mundo. “Más de la mitad de la población mundial aún vive en países que o bien tienen este tipo de armas o son miembros de alianzas nucleares”, advierte la ONU.

Por ello, este día ofrece una “ocasión para que la comunidad mundial reafirme su compromiso con el desarme nuclear a nivel mundial como una prioridad”. También supone una oportunidad para educar al público y sus líderes acerca de los beneficios reales de la eliminación de este tipo de armas, y los costes sociales y económicos de la perpetuación de ellos.

 

“Romper el clima de desconfianza”

El Papa Francisco ha manifestado reiteradamente su preocupación por la posesión de armas nucleares y ha reflexionado públicamente en numerosas ocasiones sobre ello. Sin ir más lejos, hoy el Santo Padre, se ha pronunciado al respecto en un videomensaje grabado con motivo del 75º aniversario del nacimiento de la ONU.

“Es necesario romper el clima de desconfianza existente”, ha señalado. “Estamos presenciando una erosión del multilateralismo que resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas letales de armas autónomas (LAWS), que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana”.

Así, Francisco ha instado a “desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social”, que “sólo sirven para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y de temor entre las personas y los pueblos”.

 

Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares

El 7 de julio de 2017, la ONU adoptó el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Es el primer instrumento multilateral legalmente vinculante para el desarme nuclear que se ha negociado en 20 años.

La Santa Sede, ha señalado hoy el líder de la Iglesia Católica, “espera que la próxima Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) resulte en acciones concretas conformes con nuestra intención conjunta ‘de lograr lo antes posible la cesación de la carrera de armamentos nucleares y de emprender medidas eficaces encaminadas al desarme nuclear’”.

 

Mensaje del Papa desde Hiroshima

Los llamamientos más recientes del Pontífice en este sentido tuvieron lugar el pasado 9 de agosto, durante el rezo de Ángelus, en la 75ª conmemoración de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, o en su viaje apostólico a Japón, donde visitó el Memorial de la Paz de Hiroshima y se encontró con víctimas de la tragedia nuclear.

En aquella ocasión, el Papa aseguró que “la verdadera paz solo puede ser una paz desarmada”, “fruto de la justicia, del desarrollo, de la solidaridad, del cuidado de nuestra casa común y de la promoción del bien común, aprendiendo de las enseñanzas de la historia”.

 

Desde 2014

El Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares se celebra anualmente desde 2014. En el mismo, se alienta a los Estados Miembros, al sistema de las Naciones Unidas y a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, el mundo académico, los parlamentarios y los medios de comunicación, a conmemorar y crear conciencia pública sobre la amenaza que representan para la humanidad las armas nucleares y la necesidad de su eliminación total.

Para celebrarlo, las Naciones Unidas celebran diferentes eventos en Nueva York y Ginebra, alentando al resto de centros alrededor del mundo a crear conciencia sobre el problema de las armas nucleares.

 

 

 

 

Círculo de San Pedro: Llamado del Papa a identificar nuevas formas de pobreza

En una ciudad que se transforma

septiembre 25, 2020 13:47

Papa Francisco

(zenit – 25 sept. 2020).- “Identificar con urgencia las nuevas formas de pobreza” y “vivir la misericordia con “imaginación” son los mandatos que el Papa Francisco ha encomendado a los miembros del Círculo de San Pedro.

El Santo Padre ha recibido esta mañana, 25 de septiembre de 2020, en audiencia a las personas que entregan esta institución caritativa ligada a la figura del Papa.

“Os doy las gracias porque sois una expresión concreta de la caridad del Papa que se preocupa por la pobreza de Roma. De los pobres y de las pobrezas”, les ha dicho Francisco.

Al mismo tiempo, les ha agradecido por el Óbolo de San Pedro que los miembros del Círculo recogen todos los años en las iglesias de la ciudad de Roma y que hoy han ofrecido al Santo Padre, para destinar a las obras de caridad escogidas por él.

Fidelidad incondicional a la Iglesia y al Romano Pontífice son el signo distintivo de la antigua Asociación que resume su carisma en el lema “Oración – Acción – Sacrificio”. Dado que el año pasado, en audiencia con ellos, el Papa Francisco les habló de la oración, hoy se ha centrado en la segunda premisa del Círculo: la acción.

 

Mirar las heridas humanas

En el contexto de la pandemia, el Pontífice les ha llamado a identificar con urgencia “en la ciudad que se está transformando rápidamente, las nuevas formas de pobreza”, argumentando que “está en nosotros verlas con los ojos del corazón”. Para el Santo Padre, “hay que saber mirar las heridas humanas con el corazón para ‘preocuparse de todo corazón’ por la vida del otro”.

Y después de ver las heridas de la ciudad, el Papa les invita a vivir la misericordia con “imaginación”. Así, les ha felicitado por el trabajo realizado en esta época de pandemia, que “es mucho” y ha recordado un “pequeño gran gesto” que el grupo de jóvenes del Círculo tuvo con los miembros mayores: una ronda de llamadas telefónicas para ver si todo iba bien y hacerles compañía. “Esta es la imaginación de la misericordia”, les ha dicho.

 

¿Qué es el Círculo de San Pedro?

El Círculo de San Pedro forma parte de la historia de Roma, ha atravesado dos guerras mundiales, calamidades, pobrezas siempre nuevas, intentando en cada momento dar consuelo y ayuda a los más pobres.

Fundado en Roma en 1869, por iniciativa de un grupo de jóvenes dirigidos por el cardenal Iacobini, el Círculo fue fruto del entusiasmo de los jóvenes de la alta burguesía y de las familias nobles romanas, que querían demostrar al mundo la fidelidad al Pontífice y defenderlo de los ataques anticlericales en aquel difícil momento de la historia del Papado, informa Catholic.net.

Su actividad, organizada en varias Comisiones, se dirige a todos los sectores de la pobreza humana, intentando responder al reclamo de los necesitados.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante el encuentro, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

***

 

Discurso del Santo Padre

Queridos miembros del Círculo de San Pietro, ¡bienvenidos!

Agradezco al nuevo presidente de la Asociación, el marqués Niccolò Sacchetti, las amables palabras que me ha dirigido, y le deseo todo lo mejor para esta nueva tarea.

Vuestro lema es: «Oración – Acción – Sacrificio». Estas palabras representan los tres principios cardinales en los que se basa la vida de la Asociación. En nuestro encuentro del año pasado centré mi reflexión en el primero: la oración (cf. Discurso a los miembros del Círculo de San Pietro, 19 de febrero de 2019). Este año, en cambio, me gustaría centrarme en la acción.

La pandemia, con la necesidad de un distanciamiento interpersonal, os ha llamado a repensar las modalidades concretas de las obras de caridad que habitualmente realizáis en favor de los pobres de Roma. A las necesidades de las personas a las que servís habitualmente se ha añadido la necesidad de responder a las necesidades urgentes de tantas familias, que se han encontrado de la noche a la mañana en apuros económicos. Y no hay que asustarse: habrá cada vez más porque las repercusiones de la pandemia serán terribles.

A una situación excepcional no se puede dar una respuesta habitual, sino que se requiere una respuesta nueva y diferente. Para ello es necesario tener un corazón que sepa «ver» las heridas de la sociedad y manos creativas en la caridad activa. Un corazón que vea y unas manos que hagan. Estos dos elementos son importantes para que una acción caritativa siempre sea fecunda.

En primer lugar, es urgente identificar, en la ciudad que se está transformando rápidamente, las nuevas formas de pobreza. La pobreza, habitualmente, es pudorosa, tiene pudor: hace falta ir a descubrir donde está…Las nuevas formas de pobreza, vosotros bien lo sabéis, son tantas: pobreza material, pobreza humana, pobreza social. Está en nosotros verlas con los ojos del corazón. Hay que saber mirar las heridas humanas con el corazón para «preocuparse de todo corazón» por la vida del otro. As,í  ya no es sólo un extraño necesitado de ayuda, sino, antes que nada, un hermano, un hermano que pide amor. Y sólo cuando nos preocupamos de todo corazón por alguien podemos responder a esta expectativa. Es la experiencia de la misericordia: miseri-cor-dare, misericordia, dar misericordia a los míseros, dar el corazón a los míseros.

Nuestro mundo, como observó San Juan Pablo II hace cuarenta años, «parece no dejar espacio a la misericordia» (Enc. Dives in Misericordia, 2). Cada uno de nosotros está llamado a cambiar el curso. Y es posible si nos dejamos tocar en primera persona por el poder de la misericordia de Dios. Un lugar privilegiado para experimentarlo es el sacramento de la Reconciliación. Cuando presentamos nuestras miserias al Señor, nos envuelve la misericordia del Padre. Y es esta misericordia la que estamos llamados a vivir y a dar. Siempre Dios, nosotros y los demás.

Después de ver las heridas de la ciudad en la que vivimos, la misericordia nos invita a tener «imaginación» en nuestras manos. Y lo que habéis hecho en esta época de pandemia es mucho: una vez aceptado el reto de responder a una situación concreta, habéis sabido adaptar vuestro servicio a las nuevas necesidades impuestas por el virus. También me gusta recordar un pequeño gran gesto que el grupo de jóvenes del Círculo tuvo con los miembros mayores: una ronda de llamadas telefónicas para ver si todo iba bien y hacerles compañía. Esta es la imaginación de la misericordia.

Os animo a continuar con empeño y alegría vuestras obras de caridad, siempre atentos y dispuestos a responder con valentía a las necesidades de los pobres. No os canséis de pedir esta gracia al Espíritu Santo en la oración personal y comunitaria.

Os doy las gracias porque sois una expresión concreta de la caridad del Papa que se preocupa por la pobreza de Roma. De los pobres y de las pobrezas. Y os agradezco el Óbolo de San Pedro que recogéis todos los años en las iglesias de la ciudad y que hoy me ofrecéis.

Os encomiendo, así como a los miembros de vuestras familias y a todas las personas que atendéis diariamente, a María, Salus Populi Romani, y a la intercesión de los santos patrones de Roma, Pedro y Pablo. Y os pido que sigáis rezando por mí. Gracias.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

Veto del Código de la Salud en Ecuador: Declaraciones del arzobispo de Quito

“Sigamos construyendo la vida”

septiembre 25, 2020 20:10

Iglesia Local

(zenit – 25 sept. 2020).- Tras conocerse la noticia este 25 de septiembre sobre el veto del Código de la Salud, el arzobispo de Quito y primado del Ecuador, Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, en un audio difundido a través de las redes sociales aseguró que “Ecuador es un país que sigue creyendo en la vida”.

Este viernes 25 de septiembre del 2020, el presidente de la República, Lenín Moreno, objetó totalmente el proyecto de Ley de Código de la Salud (COS), que le remitiera la Asamblea el 27 de agosto, por lo que recién podría ser tramitado otra vez por el Legislativo en un año.

Las emergencias obstétricas, la entrega de métodos anticonceptivos y planificación familiar, el uso medicinal del cannabis y la maternidad subrogada son algunos puntos que se recogen en el texto y han causado gran polémica entre la sociedad ecuatoriana.

 

No a un código de muerte

Según informa la Oficina de Prensa de la arquidiócesis, el prelado agradeció a las autoridades quienes “han sido sensibles al clamor de un pueblo, por decir ‘No’ a un código de muerte”.

Recordó que tras conocerse la aprobación del nuevo Código de la Salud aprobado por la Asamblea Nacional el pasado 25 de agosto, ha denunciado por reiteradas ocasiones que el Proyecto de Ley era “un código de muerte”, que atentaba “contra la vida, contra la dignidad de la mujer, contra el derecho de los padres a educar a sus hijos en la sexualidad y contra la objeción de conciencia de los médicos”, (declaraciones anteriores de Mons. Espinoza).

“Sigamos construyendo la vida, sigamos construyendo la familia, sigamos creyendo en las generaciones jóvenes que deben ser educadas en principios y en valores, sigamos apostando por la vida y por los verdaderos derechos de las personas y los valores humanos. Dios los bendiga a todos, hoy es un día histórico porque la vida ha triunfado”, concluyó.

 

Aprobado por la Asamblea Nacional

Efectivamente, la Asamblea Nacional del país aprobó con 79 votos, en un segundo y definitivo debate, el COS, descrito en 405 artículos relacionados con el sistema nacional de salud, el cuidado integral de salud y el régimen del control y sanción.

Tras este hecho, el pasado 26 de agosto, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana publicó un comunicado en el que expresaron su “enorme preocupación” por la “afectación de los derechos humanos, consignados en la Constitución” que el código supone. Según los prelados, esta legislación “contradice o desconoce la cultura, costumbres y principios de nuestro pueblo que ama la vida y la defiende siempre”.

 

 

 

 

El presidente de Polonia, Andrzej Duda, recibido por el Papa

40º aniversario del sindicato Solidaridad

septiembre 25, 2020 14:53

Papa Francisco

(zenit – 25 sept. 2020).- El presidente de Polonia, Andrzej Duda, ha sido recibido por el Papa Francisco en audiencia esta mañana, 25 de septiembre de 2020, en la Biblioteca del Palacio Apostólico.

El presidente de la República de Polonia se reunió sucesivamente el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, acompañado por monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.

 

Centenario de Juan Pablo II

Si bien el Santo Padre se reunió con el presidente Duda en 2018, por el 40º aniversario de la elección de San Juan Pablo II como papa, hoy el encuentro ha tenido lugar en conmemoración de los 40 años de la fundación del sindicato autónomo independiente Solidarność (Solidaridad) y del centenario del nacimiento de san Juan Pablo II.

Según el comunicado emitido por la Oficina de Prensa vaticana, los jefes de estado “trataron algunos temas de interés mutuo relacionados con la misión de la Iglesia, entre ellos la promoción de la familia y la educación de los jóvenes”.

Y por último, “se examinaron algunas cuestiones internacionales, como la actual emergencia sanitaria, la situación regional y la seguridad”.

 

Sindicato Solidaridad

El sindicato Solidaridad, de raíces cristinas, fue fundada en septiembre de 1980 y dirigida por Lech Wałęsa. Nació de las luchas obreras y campesinas por la libertad sindical, entendiendo esta como el poder constituir organizaciones independientes al Partido Obrero Unificado Polaco, que gobernaba el país, y en contra del gobierno comunista.

Desde 1967, Wałesa trabajó como electricista en el Astillero Lenin, en Gdansk. Las huelgas allí comenzaron a mediados de agosto de 1980, pero en julio ya hubo pequeñas protestas en fábricas de otras partes de Polonia.

El Papa Juan Pablo II también fue en esos momentos fuente de inspiración. Durante una misa en Varsovia en 1979, este pronunció su famosa frase “no tengan miedo”, que se convirtió en todo un lema de vida para millones de polacos.

 

 

 

 

Academia Pontificia de Ciencias: El Papa nombra nuevo miembro ordinario

Profesor alemán Jürgen Knoblich

septiembre 25, 2020 14:24

Ciudad del Vaticano

(zenit – 25 sept. 2020).- El Santo Padre ha nombrado miembro ordinario de la Academia Pontificia de Ciencias al profesor Jürgen Knoblich, director científico del Instituto de Biotecnología Molecular (IMBA) de Viena (Austria), según ha informado esta mañana la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Director del Instituto de Biotecnología Molecular

El profesor Jürgen Knoblich nació el 24 de octubre de 1963 en Memmingen (Alemania). Estudió Bioquímica en la Universidad de Tubinga y Biología Molecular en el University College London.

Tiene un doctorado del Instituto Max Plank de Biología del Desarrollo en Tubinga. Ha trabajado en varios institutos de investigación, centrándose en los mecanismos moleculares del desarrollo del cerebro humano y algunas enfermedades relacionadas.

Desde 2018 es director científico del Instituto de Biotecnología Molecular (IMBA) de la Academia Austriaca de Ciencias. Ha recibido varios premios en el campo científico.

 

Academia Pontificia de las Ciencias

La Academia tiene por objeto honrar la ciencia pura, asegurar su libertad y favorecer la investigación. La Pontificia Academia de las Ciencias es de alcance internacional, multirracial en su composición, y no sectaria en la elección de sus miembros.

El trabajo de la Academia incluye seis grandes áreas: ciencias básicas, ciencias y tecnología de los problemas globales, ciencia de los problemas del mundo en desarrollo, política científica, bioética, epistemología.

 

 

 

 

Santa Teresa Couderc, 26 de septiembre

Fundó la obra Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo

septiembre 25, 2020 09:00

Testimonios

 

“Fundó la obra Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo en medio de pruebas e incomprensiones, sufriendo humillaciones acogidas con tanto amor a Cristo, que le abrieron las puertas del cielo”

En esta festividad de san Cosme y san Damián se celebra también a esta heroína de la obediencia por amor a Cristo. Escribió con su vida otra de las páginas edificantes que solo saben plasmar los santos. Nació el 1 de febrero de 1805 en la localidad francesa de Mas de Sablières. De los diez hermanos ella era una de los mayores. Le dieron el nombre de María Victoria, y su victoria fue poner virtud donde no existía tal, resistir y confesar a Cristo desde el silencio y la humildad frente a la injusticia y la ceguera, hacer de la caridad heroica su religioso blasón.

A menudo se cruzan en la vida personas de bien, hombres y mujeres de Dios. Ella lo encontró en la primavera de 1825 en su localidad natal en la persona del padre Juan Pedro Esteban Terme, un sacerdote al que le abrió su corazón confiándole su anhelo de consagrarse. Lo conoció en una misión impartida por él y dos misioneros, a la que acudió con toda su familia. A tal fin su padre la sacó del internado donde se hallaba estudiando desde los 17 años.

El P. Terme era fundador de las Hermanas de San Francisco Régis, cuya misión era prestar asistencia y formación a los niños pobres, y el ojo avizor de un fundador o fundadora es ciertamente singular, inspirado. Contempla a quienes le rodean desde Cristo, y encarnado en Él los sueña y así les habla. De modo que María Victoria tuvo la vía abierta y recibió formación en el noviciado de Aps, regido por el P. Terme, y en 1826 tomó los hábitos y el nombre de Teresa. El buen sacerdote quería poner en marcha una casa-albergue destinada a las peregrinas que visitaban la tumba de San Francisco de Régis, algo inexistente que juzgaba necesario y prudente pensando en el bien de ellas. Fue el germen de la Congregación de Nuestra Señora del Cenáculo que creó en Lalouvesc. Llamó entonces a Teresa y otras dos hermanas de esta localidad para que se hicieran cargo de la misma. Cuando el P. Terme tuvo que partir a otra misión, Teresa fue elegida superiora; no había cumplido 23 años. Las primeras religiosas tenían dos vías de acción apostólicas: la enseñanza y la atención de las peregrinas.

Seguían la espiritualidad ignaciana que el P. Terme les marcó hasta su muerte acaecida en 1834 cuando se hallaba en misión y pensaba ingresar con los jesuitas. En su testamento había confiado todo a Teresa. Ella pidió al obispo que el provincial de los jesuitas en Francia, P. Renault, se hiciera cargo de la comunidad. No hubo contratiempo alguno hasta 1837. Pero a partir de entonces las religiosas se bifurcaron. Las dedicadas a la enseñanza bajo el amparo de San Régis y las que se ocupaban de los retiros aglutinadas posteriormente en lo que se denominó “Cenáculo”, algo que fue doloroso. Por enfermedad Teresa se vio obligada a descansar y al regreso serios problemas financieros la señalaban a ella como responsable.

En 1838 estando por medio un informe capcioso de Renault contra la santa, a instancias del jesuita el prelado de Viviers la depuso poniendo en su lugar para dirigir la comunidad a una recién llegada con título nobiliario, Madame de Lavilleurnoy, al que añadió otro: el de “superiora fundadora”. Un craso error. Tal desaguisado creó que Renault, aunque pensó restituir a Teresa, propició la elección de Charlotte Contenet en 1839, y ésta se ocupó inicialmente de que no le faltaran las tribulaciones, abriéndole con ellas las vías para su santificación.

Fueron momentos duros, de gran prueba, y a veces tuvo que hacer esfuerzos para vencer la resistencia interior, pero se decía: “Cuando Nuestro Señor desea servirse de un alma para su gloria, la hace pasar primero por la prueba de la contradicción, por la humillación y el sufrimiento; no se puede ser un instrumento útil sin esto». Y rogaba fervientemente, sin desanimarse: “Concededme la gracia de que me guste ser despreciada, para parecerme a vos un poco”. Esta actitud de donación le procuraba ese indescriptible gozo espiritual que alienta a seguir el camino que conduce a la santidad. Al fraguarse la fundación de Lyon, Teresa y otra hermana fueron para adecentar el lugar y al ver la santa que no era conveniente tuvo el acierto de proponer la adquisición de un terreno en Fourvière gestionándolo todo. Contenet iba apreciando su valía y en 1844 le encomendó la comunidad de Nuestra Señora del Cenáculo en Fourvière. Paulatinamente asumió la responsabilidad de nuevas casas, como la de París, en la que en 1855 supo apaciguar ánimos que estaban encrespados.

Pasó por Tournon y Montpellier en las que ejerció misiones de gobierno. Una locución divina le advirtió: “Serás víctima de holocausto”. Se había curtido en las pruebas que superó con la gracia de Cristo y tras intensa y constante oración. No sin temblor, seguía fiel y dispuesta a cumplir su santa voluntad. En 1867 regresó a Lyon, puesto que la fundación de Montpellier se había cerrado. Experimentó la “noche oscura” y supo lo que era verse privada de la presencia divina siendo proyectada al abismo de la culpa. Exclamaba: “¡Dios mío, ten piedad de mí!”. Entre experiencias místicas extraordinarias, con las que fue agraciada durante muchos años, y los trabajos que podía efectuar con auténtico espíritu observante se fue debilitando. En la última etapa de su vida había asumido tareas como lencería, enfermería…, sin dejar la formación catequética con adolescentes y adultos. En 1877 la superiora general quiso que toda la comunidad la reconociera como lo que fue: cofundadora con el P. Terme. Al inicio de 1885, siendo ya octogenaria, sufrió un síncope y mientras sus facultades quedaban suspendidas unas horas le fue dado contemplar el purgatorio. El 26 de septiembre de ese mismo año entregó su alma a Dios en Fourvière. Fue beatificada por Pío XII el 4 de noviembre de 1951, y canonizada por Pablo VI el 10 de mayo de 1970. Su cuerpo se conserva incorrupto.