Biblia

 

Los Hechos de los Apóstoles o el libro de las conversiones

 

La narración de los Hechos de los Apóstoles cuenta la historia de las primeras comunidades cristianas y muestra la acción del Espíritu Santo.

 

 

 

12 ene 2022, 14:00 | Jean-Pierre Rosa, La Croix


 

 

 

 

 

Los "Hechos de los Apóstoles" informan regularmente del crecimiento de los que se adhieren a la fe en Jesucristo. Hay 12 justo antes de Pentecostés, luego 3000 después del primer discurso de Pedro, 5000 después del segundo. Luego Lucas menciona "una multitud" o "grandes multitudes". Pero el crecimiento, siempre cuidadosamente mencionado, nunca es solo numérico, también es espiritual.

Los primeros beneficiarios de la efusión del Espíritu son los propios Doce. Fueron los primeros conversos. Eran discípulos, atrincherados a la sombra del Cenáculo, y aquí son apóstoles, al aire libre, dispuestos a dar testimonio en la lengua materna de cada uno. Pedro va al encuentro de la multitud y les habla largamente de la fe que tienen. ¡Transformación!

Lo mismo ocurre con el encuentro entre Pedro y Cornelio. Por supuesto, es el centurión Cornelio el que se bautiza, pero es Pedro el que centra la atención, es él el que debe "convertirse", "darse la vuelta". Incluso necesita dos milagros para aceptar, por fin, meter a un pagano en la Iglesia. En primer lugar, está el sueño en el que el Señor le ordena tres veces "inmolar y comer", lo que le deja perplejo. Luego, inmediatamente después, durante el encuentro con Cornelio, el descenso de un nuevo Pentecostés que fuerza su resistencia. Y aquí está, en una frase, contándonos todo el viaje interior que acaba de realizar: "¿Podemos negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?".

Pero el converso más famoso es Saulo, el judío devoto. Lucas tiene cuidado de mostrar que la transformación de Saulo no se debe a nadie más, sino a "Jesús a quien persigues".

Porque todas estas conversiones, la de Pedro, la de Pablo, la de los discípulos y la de todos los demás, son iniciativa de Dios y solo de Dios. Esta es la gran lección de este libro que, a pesar de su título, no habla de las acciones de los apóstoles sino de Dios.