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¿Por qué el arte contemporáneo es transgresor?

 

En el arte contemporáneo, la transgresión se ha convertido en la norma, fomentada por las instituciones.

 

 

 

21 ene 2022, 21:00 | La Croix


Édouard Manet, Le Déjeuner sur l'Herbe, 1863,
museo de Orsay, París.

 

 

 

 

 

Évelyne Montigny entrevista a Nathalie Heinich, socióloga y autora de Le Paradigme de l'art contemporain. Structures d'une révolution artistique.

 

 

¿La transgresión en el arte apareció con el arte contemporáneo?

Ya con el arte moderno la obra transgrede las reglas del arte clásico, expresando la interioridad del artista. Con Le Déjeuner sur l'herbe (1863), Édouard Manet transgredió en cuanto a la forma por la manera de pintar y en cuanto al contenido por tener la indecencia de pintar a una mujer desnuda mirando al público en presencia de hombres vestidos. Pero se mantiene dentro de las convenciones clásicas, porque es un lienzo que se puede colgar en la pared, lo que se ha roto por completo con el arte contemporáneo. El mejor ejemplo es el Urinario (1917) de Marcel Duchamp. Una obra así va mucho más allá de una transgresión de los códigos de la figuración: desafía la propia definición del arte tal y como era comúnmente aceptada.

 

¿De dónde viene esta necesidad de transgresión?

A lo largo del siglo XIX, con el Romanticismo, el arte entró en lo que yo llamo un "régimen de singularidad", es decir, un mundo en el que se valora todo lo que se sale de lo común, lo único, lo extraño, en lugar de lo compartido, lo convencional, como ocurría con el arte clásico. A partir de ahí, se valoran todas las innovaciones. Con el arte contemporáneo, este régimen de singularidad se ha descontrolado, señalando el fin del arte tal y como lo deseaban las personas apegadas a las convenciones del arte clásico o moderno -y todavía hay muchas-. Lo que explica que la polémica siga vigente.

 

¿Qué opina de la protesta por la obra de Anish Kapoor en los jardines del castillo de Versalles, que algunos han rebautizado como "La vagina de la reina"?

Forma parte del repertorio de los artistas contemporáneos atacar los tabúes, tanto sexuales como religiosos, y a menudo ambos se mezclan, dando lugar a una transgresión especialmente eficaz. Los intermediarios que gestionan el castillo de Versalles invitan a un artista que saben que hará una propuesta que rompe con la estética del lugar. Lo que está en juego ya no está al nivel del público en general; así demuestran a sus pares que han integrado las reglas del juego del arte contemporáneo, es decir, la exigencia de experimentar los límites.

 

¿Significa esto el fin de los tabúes?

Por el contrario, las transgresiones ponen de manifiesto los tabúes. Mientras haya indignación, es porque hay un valor opuesto a esta transgresión. Recordamos la ola de indignación que provocó el Piss Christ (1987) del artista estadounidense Andrés Serrano. Cualquier artista puede querer afirmarse en contra de los códigos establecidos, pero ocurre que hoy en día las instituciones aceptan esta evolución y animan implícitamente a los artistas a ir más allá en su transgresión.