Tener un horario lectivo u otro no es algo inocuo. La
jornada continua, hoy el modelo mayoritario de los colegios públicos
de Infantil y Primaria, es, sin embargo, la elección más negativa,
según desvela un estudio realizado por los expertos en política
educativa de Esade.
Es una opción, aseguran, que perjudica a los
escolares y a sus familias y que solo beneficia a los profesores,
quienes más lo impulsan. La tarde sin clases mejora su calidad de
vida y su conciliación. El aviso tiene cierto tono de urgencia
porque, dicen, el formato recibió un último empujón con las
limitaciones de la pandemia y el debate en miles de centros apunta a
que puede pasar de mayoritario a hegemónico.
Este horario, con clases casi sin descanso desde las
9:00 horas hasta las 14:00, lo que implica también un almuerzo
tardío, es «negativo», concluyen, para el aprendizaje y para la
salud física y mental de los niños y preadolescentes, lastra los
ingresos de las familias (sobre todo de las más pobres) y es un
retroceso en la batalla por reducir la brecha de género en el
mercado laboral.
Los expertos, por contra, defienden la bondad de la
jornada a tiempo completo, que coincide con el cada vez más
minoritario horario partido, con almuerzo temprano (12:30 o 13:00) y
al menos una hora de siesta o descanso (según las edades) entre
bloque y bloque de clases. De hecho, recuerdan, es la regla general
entre nuestros socios europeos
El estudio de Esade calcula que los ingresos perdidos
por las familias con el horario continuo, que limita su capacidad de
empleo, al menos de trabajo vespertino, asciende a 8.048 millones
anuales y tiene dos claros perjudicados. Las madres, cuidadoras
habituales en un país machista, que son las que se dejan dos de cada
tres euros de los ingresos perdidos. Y los hogares más pobres, donde
más empleo quita el horario matinal. No pueden pagar ni comedores,
ni cuidadores, ni extraescolares para alargar la jornada y llevan a
sus hijos a los centros públicos que más usan horario matinal (en
los concertados aún predomina el partido).
El segundo «perdedor» del horario continuado, según
Esade, es el aprovechamiento académico y el bienestar de los niños.
Un horario amplio en la escuela, con actividad lectiva y social,
mejora sus notas y reduce el fracaso escolar, sobre todo entre los
de menos recursos. Lo mismo ocurre con el almuerzo temprano y la
pausa del horario partido. Encaja mejor con sus biorritmos –su
atención aumenta por la mañana, disminuye al mediodía y vuelve a
mejorar por la tarde–, la comida temprana previene la diabetes y el
sobrepeso infantil y favorece su socialización y autonomía, la
siesta mejora el aprendizaje infantil, y la entrada a clase más
tardía aumenta el éxito académico de los preadolescentes.
Una solución sin coste
El análisis de los expertos concluye que «los
beneficios en niños de 3 a 12 años de la jornada completa superan
con creces los costes de mantener este horario». De hecho,
consideran que la solución es poner en marcha un plan de medidas
para recuperar la jornada a tiempo completo sin que nadie pierda y
todos ganen.
Su plan, que valoran en una inversión educativa
adicional de 1.140 millones al año, tendría coste cero para las
arcas públicas porque el dinero saldría de la mejora de recaudación
por IRPF que provocaría el aumento de los ingresos familiares.
Habría que ampliar la cuantía y número de las becas comedor hasta
llegar a 270 euros y el 40% de alumnos; construir comedores en el
27% de colegios que faltan; y habría que compensar a los profesores
por la hora diaria adicional de permanencia en el centro que
añadirían con un extra de unos 2.000 euros anuales.
La mitad de alumnos pobres carece
de beca comedor
Save the Children presentó ayer un
estudio complementario al de Esade. Otro de los
factores que contribuye al avance de la jornada
matinal es la incapacidad de muchas familias para
pagar el comedor escolar. Detrás está la raquítica
política de becas de casi todas las autonomías.
Más de la mitad de los escolares de familias
pobres, más de un millón de niños, carece de beca
comedor. La situación es dramática en Murcia,
Extremadura o Madrid, con subvenciones ridículas.
El modelo a seguir, según la ONG, es Euskadi. La
mayoría de colegios mantiene el horario partido y
todos los alumnos pobres tienen comedor gratis.