Tribunas

Los papas y la pregunta por el misterio

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

 

Los lectores, bueno, y las lectoras, de Religión Confidencial tendrán en breve noticia del libro coordinado por Giovanni Maria Vian, que fuera director de L´Osservatore Romano, sobre la vida y muerte de Juan Pablo I.

Ese libro es algo más que un libro sobre el papa de los treinta y tres días. Es un libro de historia de la Iglesia y, como no podía ser menos, de historia del papado contemporáneo.

Hablando de la repentina muerte de Juan Pablo I, recuerda Vian que el 30 de septiembre de 1978, el periodista Alberto Cavallari, que había conocido a Luciani en Venecia, escribió en la primera página del Corriere Della Sera del 30 de septiembre de 1978:

“¿Cómo es que el Espíritu Santo ha cambiado de parecer en tan solo treinta días? ¿Cómo es posible rehacer una elección sin contradicciones? ¿Cómo volver a empezar desde el principio? No hay que olvidar la pregunta de los laicos. ¿Por qué? ¿Por qué la muerte ha aplastado a un papa que “apenas había empezado a sonreír”? En definitiva, la pregunta de un hombre cualquiera que ha visto pasar el meteorito de un papado: ¿Quién era Juan Pablo I? ¿Qué podía haber sido para la humanidad?”.

Y añade Vian, que al periodista le interesaba poner de relieve “la perplejidad de una sociedad laica, secularizada, desacostumbrada a razonar sobre el misterio, que de golpe se encuentra  a vueltas con lo inexplicable y de repente advierte hasta qué punto se hace el misterio presente en la historia (no solo en la Providencia)”.

En esa clave de relación entre el testimonio del ejercicio del ministerio de Pedro y la pregunta por el misterio de Dios, que tarde o temprano se hace la mente laica, hay que preguntarse cómo la marcha de la propia historia del papado está dando forma al interrogante sobre es misterio de Dios que también representa.

Una vía de respuesta sería la de la santidad. Juan Pablo I será el quinto papa del siglo XX elevado a los altares, una novedad en la historia de la Iglesia. El primero fue Pío X, fallecido en 1914 y proclamado santo en 1945; después Juan XXIII y Juan Pablo II, fallecidos en 1963 y 2005, declarados en 2014; y en 2018 fue canonizado Pablo VI, fallecido en 1978.

Un siglo de pontífices santos, dado que solo Benedicto XV y Pío XI no tienen abiertos procesos de canonización. Pío XII fue declarado venerable en 2009. Un siglo de pontífices santos en un siglo de muerte masiva, de guerras mundiales, de ateísmo de masas, de revoluciones anticristianas y de persecución de cristianos.

Habría que remontarse al período entre 1061 y 1119 para encontrarnos una serie de papas reformadores, denominados en la tradición, santos.

Está quizá la más evidente hermenéutica de continuidad de ese testimonio de la presencia del misterio de Dios  en el papado contemporáneo.

Y ahí hay que encajar también la renuncia de Benedicto XVI y este clima de permanente sobrevuelo sobre la actual situación del pontificado del papa Francisco.

 

 

José Francisco Serrano Oceja