Diócesis

 

Las Hermanas de la Cruz y su valiosa contribución a la tradición mariana en Sevilla

 

Estas religiosas son las encargadas de vestir a la Virgen de los Reyes varias veces al año y también preparan a la Virgen para el primer besamanos, la novena y la salida

 

 

 

10/08/22


 

 

 

 

 

El ajuar de la patrona de Sevilla, de la Virgen de los Reyes, es muy variado. Sus mantos y joyas son fruto de la devoción de sevillanos anónimos y de personas como la Reina Isabel II o la Infanta María Luisa. Cinco son las túnicas reservados para la salida procesional de la Virgen el día de la Asunción.

En el besamanos de este año, la Virgen ha portado el manto salmón donado por la familia Guardiola y que ha sido restaurado por el taller de bordados de Sucesores de Esperanza Elena Caro, una casa íntimamente relacionada con la patrona de la ciudad que se encarga habitualmente de reparar los bordados de la Virgen de los Reyes.

La elección de los mantos se hace de manera alterna, es decir, cada año va usando uno diferente. La labor a la hora de vestir la imagen no es fácil por las propias características de la Virgen sentada y de las dimensiones de las prendas.

 

 

 

 

 

Hermanas de la Cruz, baluarte de la tradición mariana en Sevilla

Son precisamente las Hermanas de la Cruz quienes visten a la Virgen de los Reyes varias veces al año, aunque es en el mes de agosto cuando la maestra y sus novicias acuden con más frecuencia a la Catedral para preparar la imagen para el primer besamanos, la novena, la salida y, después de unos días, para el segundo besamanos.

El Niño Jesús siempre se viste en función de lo que use  la Virgen. Las Hermanas de la Cruz cuentan con la ayuda de dos camareras auxiliares miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando. Dolores Gálvez Lolina y Ana María Molero llevan muchos años también junto a la patrona. Se encargan de que todo esté dispuesto y que a las hermanas no les falte de nada cuando se disponen a vestir a la Virgen. Son ellas las encargadas de velar por la imagen cuando las religiosas abandonan la Catedral.

Las Hermanas de la Cruz, que tan cerca tienen a la patrona, no asisten a la procesión. Una muestra más de una actitud de entrega que huye de cualquier protagonismo. Acuden después, cuando ya ha terminado todo y está otra vez en su capilla para quitarle la corona.