Tribunas

La internacionalización del conflicto alemán

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

 

No le he preguntado a mi buen amigo José M. García Pelegrín por las ultimísimas noticias de la Iglesia en Alemania, pero me da que se ha llegado a un punto de no retorno.

La carta del cardenal Pietro Parolin, y de los cardenales Luis Ladaria, prefecto de doctrina de la fe, y Marc Ouellet, prefecto del dicasterio para los Obispos, fechada el 16 de enero y enviada con la aprobación expresa del Papa Francisco, en la que se dice que “el Santo Padre ha aprobado esta carta “in forma specifica” y ha ordenado que se trasmita” supone un antes y un después.

La tesis de la carta es que “nadie tiene derecho a constituir un Consejo Sinodal ni a nivel nacional ni diocesano o parroquial”. Por lo tanto, supone, para la Santa Sede, un aviso en toda regla.

De hecho, ya no se trata de una carta de los prefectos de un dicasterio, que pudiera ser apelada al Papa. Se trata de un acto del Papa mismo, para el que no cabe recurso. A no ser que se planten en el despacho de Santa Marta y pidan algo más que clemencia.

Pero lo grave de la situación es el “sostenella e no enmendalla” del presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Bätzing, y de los suyos, que son los laicos que están la frente del Camino Sinodal. Esta actitud, que cuenta con el respaldo de una parte no menor del episcopado alemán, puede obligar a que el Papa tenga que tomar una decisión más dramática. Espero que no ocurra así.

Por cierto que en este contexto no sé si se entendería que el obispo Heiner Wilmer fuera de Prefecto a Doctrina de la fe.

Ahora, la estrategia de los responsables del Camino Sinodal alemán es internacionalizar el conflicto. Por cierto, un clásico en la práctica marxista, tanto por lo de internacionalizar como por lo de agudizar el conflicto, el “cuanto peor, mejor”. Los contactos con organizaciones internacionales, también españolas, de carácter “progresista” se está intensificando en los últimos tiempos. También en el ámbito de los medios de comunicación.

Lo grave de esta situación es la división en el catolicismo alemán. Una división que hace que existan dos iglesias de hecho. Bueno, ya lo dijo el papa Francisco. Tenemos una Iglesia protestante en Alemania, ¿para qué queremos otra?

Está claro que no se va a llegar a un cisma formal. Es posible que el cisma material ya exista. Y no se llega al formal porque quien se saliera de la Iglesia perdería, en Alemania, la caja, es decir, los ingresos. Y esa sería otra batalla. Quizá lo lamentable de este proceso es eso, que no se alcancen las últimas consecuencias, no porque se hayan arrepentido y hayan frenado la dinámica, sino porque lo que importa son los dineros y no la doctrina.

Otra cuestión, que seguro alguien se está planteando en Houston-Añastro es el efecto expansivo de este conflicto, en la dimensión doctrinal, en otras iglesias, en otros episcopados. En el mundo de la comunicación global, fenómenos de esta naturaleza alientan y despiertan dinámicas, ratifican tendencias y confirman actitudes. Y también, en sentido contrario, agudizan posiciones que se utilizan a un lado y a otro.

Todo esto ha ocurrido cuando Benedicto XVI ya no está con nosotros. El Papa alemán, el papa teólogo, que bien sabía de la génesis y del desarrollo de este proceso.

 

 

 

José Francisco Serrano Oceja