Opinión

Cuaresma, entrenamiento a “ser” de verdad

 

 

Lluciá Pou Sabaté


Cuaresma 2024.

 

 

 

 

 

Los días de cuaresma son entrenamiento para la alegría Pascual, de conversión y purificación, que nos abran a una misericordia compasiva, una empatía que nos permita abrir los ojos a ver a Dios en los demás, y así recibir su Amor de un modo más pleno.

Aunque las primeras imágenes de Jesús fueron las del Buen Pastor como signo de todo ello, se fue popularizando la Cruz como que dio la vida por nosotros. En el ábside de las iglesias, mirando a Oriente, a través de una ventana con forma de cruz entraba el sol matutino proyectando esa imagen luminosa en el altar mientras se celebraba la misa, para indicar que tenemos que “orientarnos” y vivir la resurrección. La liturgia presenta la Transfiguración luminosa como signo de esa unión cruz-resurrección.

La ascesis supone interiorización: “Si vivís según la carne, moriréis, más si con el espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis” (san Pablo), pues Cristo señalaba: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, tome cada día su cruz”. Es decir, tomar lo que nos cuesta como aprendizaje para desarrollarnos, transformar las dificultades en oportunidades.

Es transformación de no perdernos en el “tener” (cosas como dinero, éxito y fama) sino abrir los ojos a nuestros ser (filiación divina, esencias divinas…) conlleva entrar en nuestro interior, un desierto para trascendernos a algo más grande, y que resumía san Agustín: “entra dentro de ti, trasciéndete a ti mismo, y conocerás la verdad…” es una realidad más alta, con sed de eternidades que de verdad nos sacien: “Nos hiciste Señor para ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en ti”.