Tribunas

 

El guirigay de nuestro parlamento

 

 

Ángel Cabrero

Congreso de los Diputados.

 

 

 

 

Resulta penoso que lo que sintamos los españoles al ver las imágenes del día a día en los debates de las Cortes, a través de los medios de comunicación, sea vergüenza. Lo que percibimos en los breves resúmenes habituales es animadversión, gritos, palabras fuertes… Sin duda, lo que nos transmiten los medios son breves resúmenes y que el periodista que prepara esas informaciones puede buscar lo más llamativo. Aun así, y sabiendo los parlamentarios que esto ocurre, parece que se les podría sugerir que hagan un esfuerzo por comportarse con dignidad, al menos por cuidar la imagen.

Es indudable que las posiciones entre los partidos mayoritarios son muy distantes. Eso nos tranquiliza un poco porque si tuviéramos que tragar las barbaridades que proponen algunos, sería terrible. Es muy llamativo descubrir que hay propuestas verdaderamente antinaturales, deshumanizadoras, cuando no manifiestamente inmorales. El nivel político de nuestro país -no conozco demasiado el de otros lugares- es verdaderamente lamentable.

De hecho, lo que resulta ya verdaderamente vergonzante, como para sonrojarse, es el papelón que interpretan en el parlamento europeo los políticos españoles, pegándose entre ellos con el mismo tono penoso que lo hacen en las Cortes. Ni allí saben comportarse con cierta dignidad y se tiran los trastos a la cabeza delante de los parlamentarios de otros países. Menos mal que asisten pocos. Deben estar ya muy de vuelta ante estas intervenciones. Pero no faltó, hace poco, el integrante de un partido de otro país, avergonzando a los españoles por su penosa actitud.

Quizá nuestros parlamentarios deberían echar un vistazo a grabaciones antiguas -que seguro que se pueden encontrar sin demasiado esfuerzo- para que observen cómo se comportaban en otras épocas sus predecesores. La educación en las formas, la moderación en el tono, el modo de hablar que se espera de una persona formada, culta, que llega a la política porque tiene cierta formación.

Bien es verdad que nos enteramos, casi sin investigar nada, que hay algunos señores o señoras allí sentados que no tienen ni siquiera una carrera universitaria. Que apenas tienen estudios y sí tienen odio acumulado a lo que siempre ha sido el modus vivendi de nuestro país. Lo triste es que todos, también las personas con otra educación entren al mismo modo de actuar, que todos terminen a gritos, muchas veces impidiendo incluso que se escuche al adversario.

Esto parece más grave si consideramos que los que van a intervenir tienen un tiempo limitado bien determinado, saben de qué va a hablar el oponente, pasan por escrito sus intervenciones con anterioridad. ¿Cómo es posible que se acabe siempre con palabras mayores y con gritos? Lo que están mostrando y enseñando al pueblo español es lamentable. Lo que se manifiesta a los que están más allá de nuestras fronteras es verdaderamente vergonzoso.

¿Es que no hay nadie que les advierta de la vergüenza que supone su comportamiento? ¿Es que no son capaces de echar un vistazo posterior a lo que han hecho para recapacitar y plantearse un cambio? ¿O es que la política es ya así para siempre, con malos modos y nula educación? Siempre nos queda la esperanza de que algunos recapaciten.

 

 

Ángel Cabrero Ugarte