Tribunas
04/11/2024
DANA, muerte y pensamiento
José Francisco Serrano Oceja
Una persona damnificada abraza a un bombero.
En la página web de la Universidad Católica de Valencia acaban de colgar en estas horas de tragedia una entrevista a dos profesores de filosofía, José Vicente Bonet y Enrique Bonete Perales.
Tengo que confesar mi admiración por este segundo. Fui alumno suyo en Salamanca y ciertamente me dejó huella. Entre otras razones por la forma en la que su fe daba sentido a su pensamiento y a su vida.
Por cierto que el profesor Bonete acaba de publicar un libro “Ética de la guerra”, del que habrá que dar cuenta más pronto que tarde.
Dentro de su bibliografía nos encontramos “El morir de los sabios: Una mirada ética sobre la muerte” (Tecnos, 2019) y “Con una mujer cuando llega el fin. Conversación íntima con la muerte” (BAC, 2021).
Comprenderán ya que lleva tiempo reflexionando y escribiendo sobre la muerte, esa muerte que se nos ha presentado sin avisar, de forma repentina, junto con la destrucción, con la DANA, a pocos metros de dónde se entrevistó a estos profesores.
El motivo de la entrevista fue la celebración, hace unos días, en la Universidad Católica de Valencia del XV Congreso de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica, dedicado a la muerte. Sin comentarios.
A la pregunta sobre qué le ocurre a quienes viven apartando cualquier pensamiento que les lleve a recordar su mortalidad, los profesores contestan lo siguiente:
“Enrique Bonete: No sé exactamente qué les ocurre, pues para mí es inimaginable vivir plenamente sin tener presente de algún modo la mortalidad propia; y la de los seres queridos. Sin embargo, al parecer de no pocos filósofos -desde Séneca hasta Heidegger, pasando por Montaigne o Schopenhauer-, quienes viven sin pensar nunca en la muerte están desarrollando una existencia inauténtica, falsa y superficial. En el fondo, sólo es posible tomar en serio las riendas de la vida si somos conscientes de nuestras limitaciones temporales, que se concretan en la inevitable mortalidad.
José Vicente Bonet: Creo que, cuando nos hacemos conscientes de nuestra mortalidad, de niños, comprendemos también, no sé exactamente cómo, que es un tema sobre el que es mejor no pensar ni preguntar mucho. O esa fue, por lo menos, mi experiencia. Pero luego, cada vez se torna más inevitable la inquietud. Uno puede seguir creyendo que seguramente aún le queda mucho tiempo y que no hay que amargarse con pensamientos sombríos. Esta estrategia obviamente está condenada al fracaso. Basta con el fallecimiento de alguien muy cercano o con un diagnóstico médico fatal para que salte por los aires. Nada asegura, sin embargo, que nuestro previo pensar en la muerte sea, como decían algunos filósofos, auténtico y no una sucesión de tópicos”.
Dice el profesor Bonete que de esta huida constante de la muerte, que hoy se produce de modo más llamativo que en otras épocas, hemos de ser liberados para vivir en plenitud, para ser realmente libres.
Huimos de la muerte. Y cuando menos lo esperamos, a pocos metros, se presenta si avisar, sin alertas, sin concesiones.
Huyamos de moralizar las catástrofes y pensemos en lo frágil que es la vida y lo cerca que está la muerte, que no es el final.
José Francisco Serrano Oceja