Tribunas
16/12/2024
El Decreto de monseñor Rico Pavés
José Francisco Serrano Oceja
José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez.
Me ha sorprendido para bien el “Decreto ante el comienzo del Año Litúrgico” del obispo de Asidonia-Jerez, monseñor José Rico Pavés, un obispo, por cierto, que de teología sabe y bien y mucho.
Quizá no estemos en los tiempos de los Decretos o quizá esta formulación canónica sea la mejor para, principalmente, hacernos recordar, antes del inicio del Jubileo del 2025, algunas cuestiones que no por sabidas se cumplen.
No se trata ahora de hacer una división entre obispos amigos de Decretos y obispos alérgicos a los Decretos.
Decretos, que yo sepa, firman todos, unos más, otros menos. Bueno, según aparecen en los Boletines Oficiales de las diócesis, por cierto, instrumento cada vez menos actualizado. No digamos nada en algunas diócesis, no pequeñas, por cierto, que no es que no esté actualizado, es que no se le espera.
Otro tema es el caso que se hace a los Decretos, quizá el mismo que a las Cartas pastorales o similares géneros de ejercicio de la función de gobierno y también de la docente.
Cuando hay que recordar lo esencial, quiere decir que estamos en un tiempo en el que vivimos en lo accidental.
Lo esencial debiera unir, lo accidental separa. Los hechos, incluso como referencia a la normativa canónica que es un hecho de carácter jurídico, unen, y las opiniones separan. Si los Decretos se refieren a hechos, y otros géneros a opiniones, saquen ustedes las conclusiones.
Pero vayamos a lo que me ha llamado la atención de lo que decreta monseñor Rico Pavés. Entiendo que si lo decreta es que hay que decretarlo, por lo tanto, que no se cumple en la medida en que debiera cumplirse.
En un Decreto amplio, que es conclusión de una Carta pastoral titulada “Salgamos al encuentro de Cristo, esperanza nuestra” (28.11.2024), que abarca muchas materias de aterrizaje de los imperativos derivados del Jubileo, me quedo con lo referido a la liturgia y en particular sobre la comunión.
Esta elección selectiva se debe a que considero que el ejercicio de la libertad de los fieles es una forma de denuncia implícita del clericalismo que sigue impregnando la práctica habitual en determinados ámbitos de la Iglesia.
Un clericalismo, contra el que el Papa Francisco clama con insistencia, que sería la prueba del algodón de la sinodalidad.
No vaya a ser que estemos todo el día hablando de la sinodalidad, y luego, ya saben, ni escucha, ni libertad, ni responsabilidad…
Dice monseñor Rico Pavés que “7. Que se respete la norma litúrgica sobre el modo de comulgar, pues esta deja al comulgante, no al ministro, elegir la forma de recibir la comunión, de rodillas o de pie, en la boca o en las manos bien dispuestas: «No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas. // Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente» (OGMR 160-161)”.
Pues eso.
José Francisco Serrano Oceja